Donal Trump visitará a América Latina

La mediática continental y la mundial anuncian para el mes de noviembre con bombos y platillos viaje de Donal Trump a algunos países de américa latina, entre ellos Colombia. No debería resultar extraño que suceda, otros presidentes de EEUU lo han hecho y forma parte de las competencias que tiene por su condición de vocero principal de la política exterior. Sin embargo, público y notorio que la fuerza imperial puso a sonar nuevamente los tambores de la guerra en esta parte del continente, como también suenan en los continentes: asiático, africano y europeo. Nunca antes se había presentado un peligro destructivo a escala planetaria, como el que se perfila en el segundo decenio del siglo XXI. Un Hitler, hasta ahora en miniatura, quiere pasar a los anales de la historia como el sacrosanto todo poderoso, el gran Reich del orbe, y trabaja con esmero, mucha constancia y disciplina para lograrlo.

A diferencia del Reich alemán, el Reich gringo sabe cuenta con un monumental poder destructivo en todos los continentes, con suprema tecnología y una direccionalidad militar en todos los extractos del poder, sin escrúpulos y rabiosa, dispuesta a arrasar la vida en todos sus géneros y la construcción material y espiritual de varios milenios. Suficientes vitrinas donde muestran los daños proferidos a la humanidad por su poder destructivo, publicita la mediática en los últimos treinta años.

Las guerras siempre han tenido razones para su gestación y desarrollo de carácter geopolítico, la mayoría de ellas ridículas, convertidas como grandes motivaciones por el poder prepotente y demencial, "metropolitano totalitario", quien se cree poseedor de una cultura dominante que no acepta disidencia, tiene la convicción que todo lo que tiene el dominado le pertenece, arrebatándole los bienes para luego repartir el botín, entre su casta, un puñado de familias no superior a los dedos de las manos.

Los imperialismos por la fuerza omnímoda que concentran invaden con prontitud, mostrando toda su potencia asesina, pero el tiempo los desvanece. El tiempo en su escala mayor los fuella y los desespera llevándolos hasta la locura, venciéndolos sin piedad. Las guerras las han perdido y las sigue perdiendo la fauna imperial por la lucha permanente y prolongada de los pueblos, por la memoria colectiva, la conciencia comunitaria y clasista, la cultura con todo su esplendor y el espíritu de la decencia.

EEUU anda y desanda en los últimos 30 años como animal herido y nauseabundo. Sus osadías la han pagado con creces. Gana en apariencia en el tiempo breve, pero pierde en el otro tiempo terrenal. Tumba al adversario, pero este se levanta, lo vuelve a tumbar y se vuelve a levantar; los golpes agigantan al perdedor hasta convertirlo en ser de pegada funesta que termina apabullando y defenestrando al verdugo, ejemplos abundan en todos los continentes y todos los países, en todos los siglos y en todas las épocas. El que tenga ojos que vea y el que tenga memoria memorice.

EEUU gana en el plano formal de las guerras más no en su dimensión material. No ha logrado ni logra concretar los contenidos de las reglas de la dominación. Tiene más de treinta años de guerras en las naciones africanas, en los países alrededor del Golfo de Adén, Mar Rojo, Golfo Pérsico, Mar Caspio, Mar Arábigo y las han ido perdiendo de manera gradual y otras aceleradas. Los objetivos alcanzados por el poder invasor fueron realidades de pie de barro, que más tarde derrumba la memoria colectiva, multiplicando sus fuerzas huracanadas con la creación de sismos de alta intensidad en lo político y lo social, lo cultural y lo militar, que tumban los estamentos del poder invasor sin que la tecnología y la ciencia al servicio de los explotadores pueda ser algo en su defensa.

Los fracasos estrepitosos en otras latitudes de los EEUU lo indujeron a centrar sus miradas a américa latina y el caribe, con especial atención en Venezuela. La gira de Trump no está concebida para traer abundancia de riquezas y prosperidad a los pueblos del sur, robada y monopolizada por los imperios no para compartir sino para dominar. El cometido de su presencia es el despojo y el saqueo, el pillaje y la robotización de la vida humana, el vaciamiento moral y la desmemoria, la a criticidad de los pueblos y la humillación para cundir el pánico, y dar muestras de su feroz explotación. El objetivo principal: obligar a quienes se niegan ir a la guerra contra Venezuela, promover promesas de asistencia financiera y flexibilización temporal de los pagos de la deuda externa, entregar la administración de nuevas franquicias de lo ilícito, convertir a Colombia en el principal centro de operaciones militares de américa latina y paraíso fiscal para la trata de blancas y la prostitución; conceder más privilegios en el manejo y ganancia de la empresa monopólica con funcionamiento multinacional de la cocaína, radicalizar el Alca, potenciar la limpieza étnica por vía de la violencia e incrementando del destierro de los afro descendientes colombianos. La guerra que se procura no sólo tiene fines económicos tiene alto contenido racial, observase bien a los patoteros, cabezas del poder ejecutivo, de Brasil, Argentina, Perú, Panamá, Chile, Colombia, Paraguay y a Trump, se notará un clonaje por excelencia.

La visita de Trump a américa latina ha sido diseñada y planificada para la guerra en un ambiente recalentado por grandes movilizaciones sociales y un fuerte sentimiento anti imperialista en todos los países del Grupo de Lima, pero también en la Aldea Global. En el mundo de la geopolítica puede ocurrir cualquier cosa. La nanotecnología, ojalá no haya inventado bombas atómicas del tamaño de una hormiga. La ciencia y la tecnología pueden dar para todo. Ese día nadie podrá vivir en paz.

Venezuela no alardea y espera en silencio. Su tranquilidad desespera e irrita a sus adversarios. Trabaja sin parar en la defensa y en el ataque. Sabe no está sola. Los pueblos están conscientes que lo que pase en la patria de Bolívar podrá pasar en su patria. El mundo cambió, los pueblos chicos se baten con los grandes y los vencen. Han sido muchos milenios de explotación, tanto se le da al cántaro hasta que este revienta, es un viejo adagio popular. Venezuela está hecha para enloquecer a los invasores y devorar sus expediciones.



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