Política de Rusia para el Medio Oriente se inicia con sólido comienzo

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

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Les guste o no, la influencia de Rusia en el Medio Oriente está creciendo a pasos agigantados. Una vez que uno reúne los hechos el cuadro aparece nítido –la influencia de Rusia está en alza convirtiéndose en el país al cual hay que recurrir por parte de los países de la región.

Recientemente Moscú logró un exitoso acuerdo para la construcción de dos reactores nucleares in Arabia Saudita. Otros cuatro países, incluyendo a Estados Unidos, estuvieron también en la licitación pero sus ofertas fallaron ante la de Rusia que ofreció mejor precio, eficiencia y condiciones de venta. Al dar la bienvenida al Ministro de Energía ruso, Alexander Novak, el Rey saudita Salman, señaló que los dos países necesitan incrementar su cooperación. Moscú ha firmado contratos para la construcción de reactores nucleares con Jordania (2015) y Egipto (2017). La petrolera estatal de Arabia Saudita, Aramco tiene planes para la inversión de veinte mil millones de dólares en proyectos para la licuefacción de gas natural ruso.

Este mes, el ministro ruso de la defensa iniciará conversaciones con El Líbano sobre un acuerdo para la cooperación militar que comprenderá puertos de escala para navíos de guerra, operaciones navales de búsqueda y rescate, lucha contra la piratería marítima, uso de aeropuertos como paradas en tránsito para aviones militares, ejercicios conjuntos, intercambio de información y la participación de instructores militares rusos para entrenar personal libanés.

Las tensiones se están acentuando al tiempo que Israel y El Líbano no logran resolver sus diferencias en torno a sus límites marítimos. Hasta ahora no ha habido resultados en los esfuerzos de mediación liderados por Estados Unidos. Quizás la disputa tendría una mejor oportunidad de ser exitosamente negociada si Moscú asumiera el papel de mediador –misión para la cual Rusia hasta ahora ha demostrado una verdadera expedición en el Medio Oriente. Un acuerdo podría ser mucho más fácil de lograr mediante compañías rusas que participen en el proyecto. Los países comprometidos en la explotación de los campos gasíferos costa afuera, tales como Israel, El Líbano, Chipre y Turquía se encuentran en buenos términos con Moscú. Esa es una ventaja única que no tiene Estados Unidos. Rusia no toma partido y mantiene una relación amistosa con todos, con el propósito de darle una oportunidad a la diplomacia.

El verano pasado Moscú y Baghdad firmaron un gran acuerdo de adquisición de armamentos. Según el ministerio de la defensa de Irak, el primer embarque del avanzado tanque T-90 arribó al país el pasado 15 del corriente. El acuerdo firmado abarca un total de 73 unidades. El contrato se decidió en vista del éxito de los T-90 en el conflicto sirio. El gobierno iraquí ha solicitado a Rusia que lo incluya en el proceso de paz de Astana para finalizar la lucha en Siria. También se logró otro acuerdo con Estados Unidos para que haga fuertes reducciones en la presencia militar de Estados Unidos en su territorio.

Justo antes que el Secretario de Estado Rex Tillerson visitara Ankara, Turquía anunció que había firmado otro acuerdo con Rusia para un segundo lote de sistemas misilísticos defensivos de largo alcance S-400 para ser entregado en el 2021. Este sistema no es compatible con los equipos de la OTAN por lo tanto tendrá que permanecer separado de la infraestructura de la alianza.

Los dirigentes del Movimiento por la Autonomía de Palestina han recurrido a Rusia en la búsqueda de un nuevo representante negociador en el Medio Oriente que asuma el lugar de Estados Unidos.

La región enfrenta muchos problemas que deberían ser atendidos internacionalmente. Rusia puede hacer lo que ningún otro puede o esté dispuesto a hacer –organizar y albergar—una conferencia internacional ampliamente incluyente con el objeto de promover la paz entre Israel y Palestina.

El Congreso Sirio para el Diálogo Nacional patrocinado por Moscú realizado a fines de enero, fue un paso adelante en la resolución del conflicto sirio. El rol diplomático de Estados Unidos en el conflicto sirio es pequeño. Estados Unidos ni siquiera es un socio activo en el único foro en el cual está participando –las conversaciones de Ginebra negociadas por la ONU. Rusia tiene el sartén por el mango en Siria. Rusia es el único actor capaz de prevenir el conflicto que se cierne entre Israel e Irán y negociar un acuerdo entre ellos. Moscú también está en condiciones de mediar entre Irán y Arabia Saudita.

Sochi pareciera ser un lugar importante para llevar a cabo iniciativas diplomáticas por la paz. Por ejemplo, recientemente Rusia ofreció alojar ahí las conversaciones entre el gobierno de Afganistán y el Talibán por lo que deberíamos esperar que los principales medios de comunicación de masas destacarán el nombre de esa ciudad en sus titulares ya que Sochi le da la bienvenida a muchos diplomáticos extranjeros y a periodistas que llegan a cubrir reuniones que marcan precedentes.

Otro evento importante que ha pasado casi inadvertido por los principales medios, es la reunión del 13 de febrero recién pasado del jefe del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia, Serguey Naryshkin con el presidente de Egipto, Abdel-Fattah El-Sisi en el Cairo para discutir la cooperación en seguridad. La reunión se llevó a cabo con el telón de fondo de la operación militar en gran escala de Egipto para reprimir las actividades terroristas en la Península del Sinaí. Ocurrió un día después que el presidente egipcio se reuniera con el Secretario de Estado Rex Tillerson. Rusia y Egipto mantienen conversaciones sobre un acuerdo militar que permitiría el acceso al espacio aéreo y a bases militares de ambos países. La situación en Libia destaca de manera prominente la búsqueda de una reunión entre todas las facciones libias para un diálogo de paz.

Estos recientes eventos señalan el hecho que los días del dominio indiscutible de Estados Unidos en el Medio Oriente han llegado a su fin. El retorno de Rusia a la región como el novísimo negociador influyente ha tenido un impresionante éxito y refleja la creciente prominencia de Rusia en el escenario del mundo.

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