Hacer política revolucionaria en conjunto a la derecha es un abarraganamiento ideológico, vulnera cualquier vínculo del raciocinio, la inmoralidad contagia y el debate concluye corroído. No en balde Fidel implantó su política desde lo más profundo del pueblo; execró vicios sociales que a largo se radican si hay connivencia entre el contra choque y entre la obsolescencia popular y el bagaje burgués; dos palabras al oído de distintos sentidos terminan por confundir y la debilidad no cuestiona, deja riendas sueltas al desemboque, la incomprensión hace de las suyas en masas desorientadas con la probabilidad del desbarajuste.
Latinoamérica sufre en estos precisos momentos más de este error que del ensayo; pujó de luchas de clase, sentó cambios a medias dentro del vocábulo “progresivo”, temeraria dentro de una estrategia de resguardo a la violencia imperial y en estos precisos momentos es presa de sus errores y como dijo Lenin: Un paso adelante y dos para atrás. No increpar al sistema desfacilita los inevitables urgentes vuelcos y cambios necesarios-radicales; el mayor ejemplo del logro lo significa la Cuba de hoy, una tropa revolucionaria es su pueblo ante las incesantes arremetidas en 58 años de resistencia.
Sur América en especial tuvo la florescencia: Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay, Uruguay y la República Bolivariana de Venezuela formaron un gran bloque supra-contra-imperial, mas, hoy solo 2 de las 7 aún sobreviven, las restantes prueban de nuevo las amarguras del sistema.
Organizaciones de hegemonía no fueron erradicadas, existen y hacen su papel dentro de su diplomacia en desacorde con la idiosincrasia de ésta, la región.
Tardaron las decisiones en bloque, la voluntad política se dirimió y la derecha aprovechó del fato error, goza aun contra voluntad del pueblo de la hegemonía
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