Timothy Frye de la Universidad de Columbia, recientemente escribió en defensa del status de los programas de estudio sobre Rusia en Estados Unidos –particularmente en el área de la ciencia política. Frye respondió a un alegato adverso que se ha mantenido desde los años del colapso de la Unión Soviética (Leonid Bershidsky no es el único que ha expresado esa opinión).
Con relación a la Guerra Fría, no sería muy sorprendente (revisando un poco más) encontrar apoyo a la opinión que tradicionalmente las principales escuelas con programas de estudio de ciencia política sobre Rusia no han perdido mucho, si acaso. Al margen de cómo se considera este asunto, existe suficiente espacio para mejorar. Durante el período de la Guerra Fría las escuelas que no se destacaban por sus estudios sobre Rusia eran (un estudio casi concluyente) probablemente más proclives a ofrecer un mayor número de estos cursos que lo que generalmente es evidente hoy en día.
En Estados Unidos podría quizás haber un aumento (si es que ya no lo hay) en los cursos de estudio de ciencia política sobre Rusia motivado por el tráfico de una suerte de temor y odio que está envolviendo a los medios de comunicación de masas, a la comunidad política y a algunos elementos académicos. Actualmente se nota el sesgo que prevalece entre los instructores de estudios rusos y de estudiantes graduados que de manera característica consiguen publicaciones y cargos en el gobierno, como también en los principales medios y órganos de asociaciones de estudio.
Este mismo aspecto está relacionado con mi respuesta a un participante en un simposio organizado por The National Interest sobre las relaciones ruso-norteamericanas. Entre los participantes se encontraba Graham Allison, vinculado a Harvard, que podría ser considerado como un moderado residente dentro de la corriente académica principal norteamericana en relación con Rusia. Eso sí, que según como ha pasado el tiempo, Allison ha escrito prosas tales como "Castigar a Rusia por su inaceptable agresión a Ucrania".
En un número considerable de sedes académicas y de medios de prensa del más alto nivel, sería demasiado pedir que una fuente que aboga de manera adversa a Allison, que considera incluso hipotéticamente cómo poder castigar a Estados Unidos por su mala conducta. Esa gente que se manifiesta en sentido contrario a Allison, periódicamente brota como hongos como panelistas en reuniones de alto nivel en Estados Unidos. Semejante escenario no es la excepción y sino la regla.
Tomemos como ejemplo a Frye de la Universidad de Columbia. Aplaude la presencia de oradores de habla rusa participando en programas de ciencia política en Estados Unidos que tienen que ver con Rusia. Una de esas personas es María Snegovaya, vinculada a la Universidad de Columbia tal como lo especifican sus seguros servidores, su sesgada tendencia contra Rusia es un caso nítido. Una opinión notoriamente contraria de parte de la Universidad de Columbia no ha sido lo suficientemente divulgada ya sea por parte de The National Interest, Foreignpolicy.com y otros.
En general, el establecimiento norteamericano favorece a los que se parecen a la Snegovaya, entre otros, figuran Maxim Trudolyubov y Masha Gessen.
En torno al antes mencionado prejuicio en la Universidad de Columbia, Gilbert Doctorow (alumno de esa casa) escribió un detallado relato. El bien hablado Doctorow ha sido un invitado regular de RT. Otros que piensan de manera similar no consiguen o consiguen muy poco espacio en los principales canales noticiosos de la televisión 24/7 norteamericana. En cambio, existe más confianza en personas como Michael Weiss, cuyo conocimiento sobre Rusia es considerablemente inferior al de Doctorow.
Extra oficialmente, existe la idea sobre lo que se puede decir y lo que no se puede decir sobre Rusia si la meta consiste en promoverse personalmente dentro del mercado norteamericano. Las "realistas" ideas de Josh Cohen para zanjar las diferencias en torno a la ex República Socialista de Ucrania, expresadas a través de la agencia Reuters, vienen al caso. Cohen sugiere la idea de un régimen de soberanía compartida con Rusia sobre Crimea, pero no así sobre la región rebelde del Donbass. Y a propósito ¿Por qué no proponer un control conjunto serbio-albano sobre Kosovo? Su estéril pronunciamiento que el futuro de Ucrania está en Occidente y no en Rusia es poco práctico cuando se toma en consideración la actual miseria socioeconómica de Ucrania–incluyendo a su excesivamente corrupta cleptocracia—adosada a la frustración de Occidente dada la situación y el basamento realista en torno a esa ex república soviética de tener una fuerte relación comercial con Rusia, su históricamente cercana vecina.
Existe para todos una gran cantidad de cosas para ser encontradas en Rusia. La persona prejuiciada contra Rusia que va a ese país, habrá satisfecho su prejuicio a través de ejemplos de pobreza. Las a menudo estigmatizadas (por los círculos oligárquicos de Estados Unidos) agrupaciones rusófilas en general no niegan estas condiciones. Más bien ellas amplían la visión señalando lo positivo además de replicar "y qué" (si Ud. gusta) sobre cómo la miseria puede también hallarse incluso entre las naciones más económicamente desarrolladas del mundo.
Negar los graves prejuicios contra Rusia y los rusos produce un gravísimo divorcio de la realidad.
Philip Giraldi fue expulsado de la organización The American Conservative por describir en otra sede, una fuertemente negativa influencia judía en el estado norteamericano.
¿Qué opinión más asquerosamente prejuiciada que la de James Clapper en su comentario acerca de los rusos?
En Estados Unidos algunos elementos monitorean los comentarios anti judíos. Gran parte del público norteamericano está sensibilizado para entender y rechazar los comentarios anti judíos. A veces la declaración anti judía puede escaparse de las manos. Giraldi no pudo escoger otras palabras. Los judíos de ningún modo son monolíticos. Estoy seguro que Giraldi está de acuerdo, luego de un seguimiento directo con él acerca de ese punto específico. Considerando el trágico pasado de los judíos, noto la preocupación acerca de exagerar la influencia y el dinero de los judíos haciendo que el gobierno haga cosas indebidas. Al mismo tiempo existe una base legítima para criticar algunos núcleos defensivos de la política exterior en la agrupación neo conservadora pro Israel –teniendo en cuenta que no todos los que apoyan a Israel son neo conservadores.
En juego está un factor de sensibilidad selectiva que apesta a hipocresía de alto vuelo. La opinión de que Giraldi merecía ser expulsado a diferencia del Clapper contratado por CNN es un pensamiento intolerante que esencialmente favorece la creencia en un rasgo negativo entre los rusos (quizás genético) el cual definitivamente podría ser tolerado si va dirigido contra otros grupos.
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Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona