Por que me quieren condenar

En más de 40 años de actuación pública, mi vida personal fue permanentemente investigada –por los órganos de seguridad, por los adversarios políticos, por la prensa. Por luchar por la libertad de organización de los trabajadores, llegué a ser detenido, condenado como subversivo por la infame Ley de Seguridad Nacional de la dictadura. Pero jamás encontraron un acto deshonesto de mi parte.

Se lo que hice antes, durante y después de haber sido presidente. Nunca hice nada ilegal, nada que pudiese manchar mi historia. Goberné Brasil con seriedad y dedicación, porque sabía que un trabajador no podía fallar en la Presidencia. Las falsas acusaciones lanzadas contra mí no tenían exactamente por objetivo a mi persona, sino al proyecto político que siempre representé: de un Brasil más justo, con oportunidades para todos.

En vísperas de completar 71 años, veo mi nombre en el centro de una verdadera cacería judicial. Revisaron mis cuentas personales, las de mi esposa y las de mis hijos; intervinieron mis llamadas y divulgaron el contenido; invadieron mi casa y me llevaron a la fuerza para declarar, sin motivo razonable y sin base legal. Están a la búsqueda de algún delito, para acusarme, pero no lo encontraron y ni lo van a encontrar.

Desde que esa cacería comenzó, en la campaña presidencial de 2014, recorro los caminos de la Justicia sin apartarme de mi ruta. Continúo viajando por el país, al encuentro de los sindicatos, de los movimientos sociales, de los partidos, para debatir y defender el proyecto de transformación de Brasil. No paré para lamentarme ni desistí de la lucha por la igualdad y la justicia social.

En estos encuentros renuevo mi fe en el pueblo brasileño y en el futuro del país. Constato que está viva en la memoria de nuestra gente cada conquista alcanzada en los gobiernos del PT: la Beca Familia ("Bolsa Familia"), el Luz Para Todos, el Mi Casa, Mi Vida (Misión Vivienda), el nuevo Pronaf (Programa Nacional de Fortalecimiento de la Agricultura Familiar), el Programa de Adquisición de Alimentos, la valorización de los salarios. Conquistas que en conjunto proporcionaron la mayor movilidad social de todos los tiempos.

Nuestra gente no olvidará a los millones de jóvenes pobres y negros que tuvieron acceso a la educación superior. Resistirá a los retrocesos porque Brasil quiere más, y no menos derechos.

No puedo callarme, sin embargo, ante los abusos cometidos por funcionarios del Estado que usan la ley como instrumento de persecución política. Basta observar la recta final de las elecciones municipales (2016) para constatar la persecución al PT: la aceptación por parte de la justicia de una denuncia contra mí, cinco días después que fue presentada y la detención de dos ex-ministros de mi gobierno fueron episodios impactantes que ciertamente interfirieron en el resultado.

Jamás practiqué, autoricé o me beneficié de actos ilícitos en la Petrobras o en cualquier otro sector del gobierno. Desde la campaña electoral de 2014, se maneja la línea discursiva de que el PT ya no es más partido, sino una "organización criminal", y yo el jefe de esa organización. Esa idea fue machacada sin descanso por titulares, portadas de revistas, radio y televisión. Necesita ser probada como sea, ya que "no hay pruebas, sino convicciones" de las hay.

No descarto que mis acusadores crean e esa tesis maliciosa, talvez juzgando a los demás por su propio código moral. Pero salta a la vista incluso la desproporción entre los billonarios desvíos de recursos investigados y lo que señalan como el supuesto botín del "jefe", dejando en evidencia la falacia de esa trama.

Percibo, también, una peligrosa ignorancia de los agentes de la ley en lo que respecta al funcionamiento del gobierno y de las instituciones. Llegué a esa conclusión en las declaraciones que preste ante delegados y promotores que no sabían cómo funciona un gobierno de coalición, como se tramita un proyecto de ley del ejecutivo, como se procede en una licitación, como se da el análisis y la aprobación, colegiada y técnica, de financiamientos en un banco público, como el BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Social).

De resto, en esas declaraciones que presté, nada se me preguntó objetivamente sobre las hipótesis de la acusación. La verdad tengo la impresión de que no pasaron de ritos burocráticos vacíos, para cumplir etapas y atender a las formalidades del proceso. Definitivamente, no sirvieron al ejercicio concreto del derecho de defensa.

Pasados dos años de operativos, siempre divulgados con bombos y platillos, no lograron encontrar nada capaz de vincular mi nombre a los desvíos de recursos investigados. Ni un centavo no declarado en mis cuentas, ninguna empresa de maletín, ninguna cuenta secreta.

Hace 20 años vivo en el mismo apartamento en San Bernardo (estado de Sao Paulo). Entre las decenas de detenidos que prestaron declaraciones (delaciones premiadas), ninguno dijo que haya tratado de algún asunto ilegal o deshonesto conmigo, a pesar de la insistencia de los funcionarios públicos para que lo hiciera, incluso como condición para obtener beneficios en sus condenas.

La liviandad, la desproporción, y la falta de base legal de las denuncias sorprenden y causan indignación, así como la forma atropellada con que son procesadas en juicio. Ya no les importan los hechos, pruebas, normas del proceso. Denuncian y procesan por pura convicción. Es grave que las instancias superiores y los órganos de control no tomen medidas contra los abusos.

Me acusan, por ejemplo, de haber obtenido ilícitamente un apartamento que nunca me perteneció. Y no me perteneció por la sencilla razón de que no lo quise comprar cuando me ofrecieron la oportunidad, ni siquiera después de las reformas que se le hicieron, que obviamente, serian agregadas al precio. Como es imposible demostrar que la propiedad es mía, pues nunca lo fue, me acusan entonces de ocultarla, en un enredo surreal.

Me acusan de corrupción por haber dado conferencias para empresas investigadas en la Operación Lava Jato. ¿Cómo puedo ser acusado de corrupción, si no soy más un servidor público desde 2011, cuando empecé a dar conferencias? ¿Y qué relación puede haber entre los desvíos de la Petrobras y las presentaciones (todas documentadas), que hice para 42 empresas y organizaciones de diversos sectores, no apenas las cinco investigadas, cobrando en todas ellas un precio fijo y pagando impuestos?

Mis acusadores saben que no robé, no fui corrompido ni intenté obstruir a la Justicia, pero no pueden admitirlo. No pueden recular después de la masacre que promovieron contra mí en los medios. Se tornaron rehenes de las mentiras que crearon, en la mayoría de las veces a partir de reportajes tendenciosos y mal investigados. Están condenados a condenar y deben evaluar que, si no me detienen, serán ellos los desmoralizados ante la opinión pública.

Intento comprender esta cacería como parte de la disputa política, aunque sea un método repugnante de lucha. No es a Lula a quien pretenden condenar: es el proyecto político que represento junto a millones de brasileños. En el intento de destruir una corriente de pensamiento, están destruyendo los fundamentos de la democracia en Brasil.

Es necesario reiterar que nosotros del PT, siempre apoyamos la investigación, el juicio y la condenación de quien desvía dinero del pueblo. No es una afirmación retórica: nosotros combatimos la corrupción en la práctica.

Nadie actuó tanto como nosotros para crear mecanismos de transparencia y control de los recursos públicos, para fortalecer la Policía Federal, el Ministerio Público, la recolección de impuestos y, para aprobar en el Congreso leyes más eficaces contra la corrupción y el crimen organizado. Eso es reconocido hasta por los jueces que nos acusan.

Tengo la conciencia tranquila y el reconocimiento del pueblo. Confío que tarde o temprano la Justicia y la verdad prevalecerán, aunque más no sea en los libros de historia. Lo que me preocupa y que le preocupa a todos los demócratas, son las continuas violaciones al Estado de Derecho. Es la sombra del estado de excepción que se viene imponiendo sobre el país.

LUIZ INÁCIO LULA DA SILVA fue presidente de Brasil (2003-2010). Es presidente de honor del PT (Partido de los Trabajadores)

(Traducción Anisio Pires)

 

anisiopires1992@gmail.com



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