Torres capitalistas destruídas por el capital-política bumerang del imperio de EEUU

Un 11 de septiembre de 1946 un salvaje capitalismo las proyectó pero otro 11 de septiembre del 2001, el terrorismo capitalista las demolió. ¿Cuáles fueron las razones y porque las torres gemelas fueron el objetivo del capital para iniciar una nueva forma de hegemonía global? La demolición de las torres gemelas fue objeto de la política bumerang para originar una dimensión de la carrera belicista imperialista y apoderarse de la energía mundial.

La política Bumerang, que consiste en: "yo te pongo la bomba y te culpo" ó "yo me pongo la bomba y te culpo", total, "el fin justifica los medios", fue aplicada en todo su extremo el 11 de septiembre del 2001 luego del derrumbe del bloque socialista y que dio origen a la formación de nuevos bloques de poder en la geopolítica mundial. Ya Estados Unidos había lanzado la bomba atómica en Hiroshima y Nagazaki en 1945, convirtiéndose en el nuevo policía del mundo y reafirmando su lucha anticomunista contra los pueblos de África y América, además, el imperio había desatado diversas incursiones militares para apropiarse del petróleo en el Medio Oriente. Para intensificar esas incursiones, obedeciendo a los sectores sionista-militarista, (Morgan, Rockefeller, etc.) el imperio fija su objetivo en la destrucción de las torres gemelas para victimizarse y convertirse en defensor de la humanidad, no sin antes culpar de la agresión a algunos gobiernos árabes en cuyos territorios subyacen la riqueza petrolera. Aquí le traemos las razones subjetivas y costos de las torres gemelas que obligaron al imperio a destruir tal monumento al capital y generar las invasiones que se desarrollaron después de 2001, donde la cantidad de víctimas humanas relacionadas con las dimensiones deshumanizadoras del capitalismo salvaje habían sido programadas.

Para finales de la década de 1960, un 11 de septiembre, continuaban las construcciones de las Torres Gemelas que ocuparían más de 400 metros de altura y 6 hectáreas y media en una zona desvalorizada de Manhattan donde abunda, según el hombre blanco, la llamada "raza de color". Allí, se abrió una oferta especulativa inmobiliaria, despilfarro y violenta agresión ambiental para construir un símbolo y un centro de control global del libre mercado que sintetizaba con tecnología sofisticada, la grandiosidad y opulencia de un imperio hegemónico, una arquitectura propia de un discurso del ideal de ciudad del capitalismo tardío, limpio, seguro y lleno de "gente de éxitos".

Las torres tenían relojes que daban la hora para cada rincón del planeta. Millares de sus oficinas se diseñaron numéricamente con monitores con las imágenes de la dicha de unos pocos y la desdicha de millones de personas. En las paredes de las oficinas se dibujaban las guerras, las hambrunas, las infamias del capital contabilizados como pérdidas ó ganancias. Todo su conjunto albergaba los escritorios de 400 empresas de 25 países; unas para planificar las guerras e invasiones, otras para invertir en franquicias y reparar los daños, inclusos para fundar iglesias protestantes y ONG benéficas; 50.000 personas trabajaban en la torre norte y sur con un estacionamiento para 2.000 vehículos. Las torres generaban 50 toneladas de basura por día. Sus ocupantes consumían 8,5 millones de litros de agua potable diario, es decir, 170 litros por personas y por día. Grandiosidad y opulencia de un imperio hegemónico donde las máquinas de aire acondicionado extraían del Río Hudson 363 mil litros de agua por persona, sin olvidar que este consumo corresponden al horario de trabajo mientras que un habitante en Madagaskar utiliza hoy menos de 5 litros de agua por día.

Ninguna empresa de riesgo podía esconder los gastos generados por las torres gemelas. Algunos especialistas calculaban para su recuperación el aporte del 30% de lo que cada inversor colocaba en el Wall Street, una exagerada suma permisible solamente en ese siniestro mundo capitalista. Sus niveles elevados desde el octavo piso, tenían 8 puntos de 10 de contaminación que afectaban la salud de la población trabajadora de servicios, esta, alcanzaba el 90% de latinoamericanos. Jamás se pagaron los millones de dólares para su mantenimiento. El costo del aparato de seguridad de los EEUU era de 30 mil millones de dólares anuales hasta el 11 de septiembre, después de esta fecha se cuadruplico, es decir, desaparecidas las torres gemelas, sus costos fuero reorientados hacia la seguridad y la defensa contra el terrorismo.

Algunos pisos, los primeros 20 de arriba hacia abajo mostraban algunos lejanos conflictos señalados en sus balances con palabras de odio y de destrucción sintetizados por marcadores de personas exitosas, quienes con puño y letra, mostraban su intolerancia hacia la inversión social de algunos gobiernos de países petroleros. Desde las calles de Manhattan, la gente pudo observar, el 11 de septiembre de 2001, el estallido del primer avión contra los primeros 10 pisos que desde arriba se desprendían y de donde salía una lengua de fuego en forma de rostro satánico convertido en humo apreciable durante 60 segundo, algo que jamás será borrado de la mente de quienes presenciaron la escena y que jamás, hasta ese día, pensaban en la vulnerabilidad de las torres. El impacto psicológico fue monstruoso hasta el punto que los capitalistas vieron posible la oportunidad de accionar de nuevo una piratería global para apropiarse de las energías del mundo.

Hoy el complejo financiero que ocupaba el World Trade Center, proyectado en 1946, diseñado en 1966 por Minoru Yamasaki e inauguradas en 1973 con 110 pisos y medía, 417m de altura, se denomina Zona Cero, y actualmente tiene una superficie de 6.4 hectáreas donde "florecerá" el National September 11 Memorial & Museum. Tendrá 4 torres, un museo y un parque de la memoria de las 3.000 víctimas grabados en bronce (sin contar 4.000 nombres de origen latinoamericanos que cumplían labores de servicios). La lista de las víctimas estará rodeada con dos grandes estanques, cada uno de 60 m de ancho y 10 de profundidad y, a los costados de los muros, una catarata de agua que caerá permanentemente.

No es casualidad que el responsable del memorial sea el arquitecto israelí-estadounidense Michael Arad, quien se encontraba en la Torre Norte durante los atentados sin sufrir un rasguño. Su oráculo-proyecto ambiental, hipócrita, desde la ciudad del capitalismo decadente responsable del calentamiento global, deja al olvido las vidas de miles de inmigrantes latinos sembrados en su pavimento con hierros y ventanas, además de la desaparición de las cuentas bancarias de éstas víctimas que alcanzaba el 30% de la tasa de ahorro bancario en Manhattan. Los incultos estadounidenses engañados por las élites sionistas y sus medios de comunicación han convertido este memorial en territorio sagrado. Para muchos de ellos es un recordatorio contra todos aquellos terroristas (excluyendo a los imperios, por supuestos) que intenten utilizar como blanco a los Estados Capitalistas occidentales. En la mentalidad de nuestros pueblos latinoamericanos se internalizó la necesidad de la organización para la defensa y la autodeterminación. Los pueblos árabes siguen pagando con sangre aquella política siniestra del 2001 que desató la nueva ola de terror del imperio para someter a la humanidad.

  1. Notas.- Las cifras se encontraron dispersas, cifras redondas.

Fuentes: The New York Times, 2001-2004; http://www.unotv.com; El Nacional, 2001-2002; El Universal, 2001-2003.

molinodelrio45@gmail.com



Esta nota ha sido leída aproximadamente 812 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter