Si Juan José del Pino resucitara no vacilaría en decirle a los convocantes del supuesto "paro cívico" que, "no sean mediocres, incapaces, torpes, ustedes, muchachitos de ayer, todavía no saben lo que es un paro cívico, el único que sabe lo que es eso es Henry Ramos Allup, porque estaba en el gobierno cuando la CTV convocó a un paro cívico nacional en contra del gobierno de Jaime Lusinchi en 1986". Lo del jueves fue el resultado de una frustración y una torpeza incontrolable.

Ese día uno cruzaba un alma por la calle; no cruzaba un vehículo; la gente se quedó en casa cumpliendo al pie de la letra, igual los empresarios, dependencias del gobierno, comercios, etc., a eso sí se le pudo llamar paro cívico y decir que fue un éxito total; pero este terrorismo del pasado jueves lo que da es pena ajena y si en algún país de cualquier lado del mundo creyeron lo que dijeron los convocantes, están cayendo en la desgracia de la peor mentira dicha desde que comenzó la violencia callejera y la matazón.

Desde tempranas horas de la mañana, serían las seis a.m., el transporte público comenzó a cumplir su servicio como todos los días; la gente salió agilaíta a cumplir con sus labores habituales; el que no pudo conseguir transporte de alguna manera llegó a su destino, en cola, a pie; es decir, casi nadie le paró al paro y, al ver el rotundo fracaso, resolvieron convertirlo en un secuestro violento, "de aquí ni sale ni entra nadie".

Pasaditas las 9 comenzaron las trancas y por lo tanto el transporte se paralizó. Los privados maniobraron para escapar del secuestro. No estaban en paro, estaban preso en cualquier urbanización o barrio de la ciudad. Ya a las 10 y media comenzaron las amenazas a los negocios. "El que no cierre lo vamos a saquear", y así, por supuesto, cualquiera cumple con el paro.

Ya la dirigencia opositora venía golpeaíta por el solemne fracaso de la peor ridiculez de un plebiscito, que solo en dictadura se ha hecho. Nadie se comió el cuentico de que votarían entre 11 y 14 millones de personas; ya a las 3 de la tarde comenzaban a cerrar las cajas, algunas del CLAP, porque no había nadie, contaron rapidísimo, dieron los resultados en un instante y de inmediato le echaron gasolina y un fósforo a las "actas" de escrutinio.

Los deseos de Donald fueron Trumcados. La Casa Blanca sufrió un sacudón. No lo pudieron convencer. Nadie en su sano juicio podía creerlo. ¡Revocado el presidente! Más de 7 millones votaron antes de las tres de la tarde. Allí sí hubo "paro cívico". El mundo se paralizó con tamaña mentira, porque de ser así, todavía estuvieran votando. Frustrados y apenados procedieron llamar a un paro cívico obligado.

La convocatoria se les escapó de las manos porque, si tienen poder para convocar deben tener poder para controlar; o lo hacen con la libre intención. Comenzó la violencia y la gente presa en su casa o en la vía. Se prendió la sampablera. Los pendejos en la calle trancando violentamente y los "vivos" convocantes esperando para dar los resultados del atajaperros.

De lo que sí se está más que seguro es que, los que salieron rodeados de micrófonos a decir que el paro fue un éxito y que el 70% de la población cumplió, tienen el 70% del cerebro fundido; y los que piensan que el otro 30% salió a cumplir con sus obligaciones, les está cayendo gusano. Quién carajo iba a salir si trancaron entradas y salidas violentamente.

Caída la tarde era plomo parejo para dispersar a los "cívicos" y "pacíficos" que, con capucha o sin capucha hacían cumplir con el paro que a la postre fue un rotundo fracaso. Todo el que pudo asomar la nariz o el rabillo del ojo, pudo oler y ver que, en lugar de ser un paro cívico, fue un secuestro violento, pero que, todo aquel que estuvo de acuerdo con ese atropello también merece mi respeto.