Binóculo Nº 244

De Guatemala a CNN

Ya en el cruento golpe de Estado para derrocar al presidente Jacobo Arbenz en Guatemala, en 1954, se utilizaron los medios de comunicación como un instrumento para envenenar la mente de los ciudadanos. Fue de tal envergadura la campaña de desprestigio en su contra diseñada por la CIA y desatada por los medios de comunicación de entonces, que su hija Arabella terminó suicidándose 17 años después en Brasil.

¿Cuál fue el delito cometido por ese presidente en el entonces patio trasero de Estados Unidos? Tuvo la osadía de aumentar 10 céntimos los impuestos a la trasnacional de la fruta United Fruit y hablar de las mejoras para los trabajadores. Fue entonces cuando esta poderosísima empresa, fraguó un golpe de Estado junto a la CIA y a la derecha guatemalteca que en nueve días dejó un saldo de 15 mil muertos. A Arbenz se le conocía como el "soldado del pueblo" e incluía entre sus amigos a miembros del Partido de los Trabajadores de Guatemala, suficiente razón para que John Foster Dulles, entonces Secretario de Estado dijera que Guatemala era "una cabeza de playa soviética en América". Un año antes de Guatemala hubo un golpe de Estado en Colombia y en el mismo año 54 en Paraguay y un año después en Argentina. En el 58 fue en Venezuela, 60 y 61 en El Salvador, 62 Perú, el año 63 fue descarado: golpes de Estado en Honduras, Perú, Ecuador y República Dominicana. Descansaron hasta 1968, nuevamente Perú y Panamá; y pare de contar hasta el 2009, último golpe de Estado del que se tenga conocimiento, en Honduras. En todos estuvo metida la cochina mano del imperio.

En todos ocurrió más o menos lo mismo, sus dirigentes tenían la pretensión de reivindicar su derecho a la independencia, conducir sus propios destinos. O dicho de otro modo, las razones fueron las mismas. ¿Cuáles razones? Veamos el caso Juan Bosch en República Dominicana por ejemplo, quien a siete meses de un triunfo electoral con más del 60% de los votos, el político y escritor tuvo la osadía de reestablecer las libertades públicas, los derechos humanos, económicos y sociales. Y además, promulgar una nueva Constitución en 1963, la cual contemplaba la libertad sindical, condenaba el latifundio, prohibía a los extranjeros poseer tierras en el país y la Ley que establecía un tope para el precio del azúcar. Fue derrocado por una alianza de sectores de la derecha dominicana, militares, empresarios, la iglesia católica, y por supuesto la CIA.

Apenas nueve años antes del derrocamiento de Arbenz, terminaba la Segunda Guerra Mundial. Los estadounidenses regresaron con las botijas llenas, luego de "vencer" a los alemanes en Europa. No solo traían un enorme botín de guerra, sino ideas mucho más acabadas del valor de los medios de comunicación, aprendidos de los métodos de control de las masas desarrollados por los alemanes. Estaban sustentados en el Funcionalismo, teoría inglesa atribuida a Durkheim, pero ampliamente investigada por el alemán-estadounidense Talcot Parson, el inglés Herbert Spencer y el gringo Robert Merton. Allí está apoyada toda la estructura social de la sociedad estadounidense y de allí surgieron teorías de la comunicación como la de la Aguja Hipodérmica, la Teoría de los Efectos Limitados y la teoría de la Matemática de la Comunicación. Han sido la base de sustentación sobre la que el imperio y sus brazos articulados, la CIA y el Departamento de Estado, han desarrollado líneas de acción en contra de cualquier proceso político que afecte sus intereses pero por la vía del envenenamiento de la conciencia. Nada es más pensado que una campaña mediática en contra de cualquier dirigente político que huela a fó para el imperio. Desde el punto de vista comunicacional han desarrollado toda una supraestructura que trabaja en todas las líneas de la conducta social y para todos los targets.

Aún estaba cerca las secuelas de la Guerra de Corea (1951-1953) y el triunfo de la revolución en China (1949), de la que se nutrieron los publicistas y comunicólogos para generar los duros enfrentamientos de Popeye contra los chinitos en los comics de entonces que veían por la recién nacida televisión no solo los niños estadounidenses, sino todo el mundo occidental. Allí le estaban inyectando el odio a todo lo que fuera asiático, que incluía la justificación del lanzamiento de las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki. Pero por partida doble, también los estimulaban a comer espinacas, porque sencillamente había una altísima producción de ese vegetal por parte de granjeros estadounidenses. Dos pájaros de un tiro.

La Guerra Fría fue la mayor demostración de la utilización de los medios de comunicación para acabar con cualquier cosa que afecte los intereses del Big Brother. Para ello se utilizaron todos los medios de comunicación, especialmente la televisión con la creación de series de una hora, todas girando en torno al tema, comenzando por el "Agente de Cipol" y terminando en "Los Vengadores" (inglesa), más el cine, la radio y todos los medios impresos. La entrada yanqui a la Guerra de Vietnam en 1968, trajo de enemigos nuevamente a los asiáticos, esta vez para enfrentarlos a un superhéroe llamado Rambo, para que justificara la derrota gringa y afrontara a un importante sector de ese país que por primera vez comenzaba a ver a sus hijos regresar en ataúdes. Y Rambo al mismo tiempo fue la génesis de las películas franquicia, por lo que Rambo II, III y IV fueron batallas contra los rusos en Afganistán y contras las naciones comunistas en el Pacífico.

Luego el imperio comenzó a hablar de terrorismo como el enemigo invisible, pero ya Hollywood y la CIA tenían en mente a otro superhéroe: Arnold Alois Schwarzenegger, a quien le toca enfrentar a supuestos dictadores tropicales en la película "Comando", a seres extraterrestres en "Depredador" y "Terminator", contra las mafias internas -para darse un baño de pulcritud- en "The Eraser" y contra los terroristas árabes en "Mentiras Verdaderas". Es decir, todo el cine hollywoodense se ocupa de justificar la barbarie gringa en contra del mundo. Incluyendo una nueva trilogía para el cine –por ahora- llamada "Los Indestructibles" en donde como ya no pueden convencer al público de que un solo gringo no puede contra todo el mundo, pues crearon un comando de superhéroes dirigidos por Stallone, y en los que entran todos los actores cuyos papeles en otras películas han sido de arrechos, más arrechos que nadie. Y por supuesto, ahora sí, si uno era muy arrecho, ya pueden imaginar a 10 enfrentándose a ejércitos enteros. Y como es una franquicia, ya van tres películas para cine. Cuántas más, quién sabe.

Pero si de envenenamiento se trata, "Rápido y Furioso" se lleva todo. Como es una franquicia, todos los países se pelean porque sea en su lar la filmación del próximo episodio. ¿Habrá una forma de envenenar más a los jóvenes del mundo que venderle la mentira de que pueden tener carros tan arrechos como esos y culos tan buenos como esas chicas que aparecen allí? Un mundo donde, todos jóvenes, ninguno habla de clases, de estudiar en la universidad, de contribuir con el bienestar colectivo, de trabajar en su país, pero sí de robar. Es decir, aunque parezca mentira, según esta franquicia hay ladrones buenos. Lo malo es la ley y quienes la hacen. Es el nuevo patrón de deformación de la conciencia. ¿Acaso no le están diciendo allí que la patria no existe y que los estudios son una mierda porque no vale la pena formarse pues robando ganan más?

¿Y qué es CNN sino parte de esa supraestructura? Un canal controlado por la CIA que dicta las pautas de lo que allí se publicará. Verdades a medias sacadas de contexto, mentiras y falsos positivos. Todo lo que se hace allí, se elabora en los laboratorios de equipos multidisciplinarios que trabajan en la CIA. Por cierto, equipos compuesto en su mayoría de latinoamericanos, venezolanos, mexicanos, argentinos, colombianos, peruanos, sociólogos, sicólogos, trabajadores sociales, siquiatras, criminólogos, formados en universidades latinoamericanas. Orgullosos de trabajar en la CIA. Increíble ¿No?

De mis excelentes profesores en la Universidad Central de Venezuela, aprendí que lo que dicen las agencias informativas, es más o menos lo contrario a lo que realmente ocurre. Al final de la Segunda Guerra Mundial, United Press Internacional (UPI) y Associated Press (AP) controlaban el panorama de la comunicación que hasta bien entrado los 60 fue dominado por la radio y la prensa escrita. La aparición de la televisión y la redefinición del cine como instrumentos de los sectores dominantes, reforzaron todo el envenenamiento de los ciudadanos quienes ahora terminan por justificar la matanza de niños en Siria porque es necesario salir de Bashar Al Assad, o que destruyan un país –cuna de la civilización occidental- como Irak bajo el pretexto de que habían armas de destrucción masiva, para demostrar después que no era cierto. No pudo ser más cínica la respuesta de Tony Blair, ex Primer Ministro inglés: "Admito y asumo la responsabilidad de los errores en la planificación y el proceso. Acepto mi entera responsabilidad por aquellos errores, pero eso no es contradictorio con lo que digo, que creo que tomamos la decisión correcta". Resultado, un millón de muertos y un país que no existe. Allí los medios jugaron un papel fundamental.

El problema a resolver es cómo hacerle ver a nuestra televidencia que los están envenenando y que CNN es una poceta que nunca se ha descargado. Cómo les decimos a los niños que Nickelodeon es un veneno, o Disney Chanel o Cartoon Network. Cómo le decimos a los padres que no embasuren a sus hijos con eso. ¿Tenemos canales de televisión y entretenimiento para niños, pero con la misma capacidad de captación?

Ese es un gravísimo problema a resolver, porque esos niños van a dirigir el país en los próximos años. No tan tarde como se piensa.



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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