Estados Unidos: mercados y hambre (V)

Con el fin de la segunda guerra mundial el norte de África y el medio oriente se convierten en ficha clave en la geopolítica mundial Europea dado su carácter de suplidor de recursos energéticos; además de ser la vía de acceso para el comercio con el lejano oriente y sus antiguas colonias. A dicha importancia económica se agrega el reparto de despojos de guerra que en este caso cobró el apoyo económico e influencia política del sionismo en la segunda guerra mundial. El sionismo proveniente de Europa recibía su parte del botín mediante la legalización de la invasión a Palestina y la conformación del Estado sionista.

Esta jugada geopolítica significó por un lado la polarización entre árabes y europeos judíos en la región. Donde los judíos provenientes de Europa desplazaban y colonizaban a los judíos árabes de palestina y arrojaban a los Palestinos de su país. La moneda de cambio para el imperio norteamericano, inglés y francés por ese apoyo fue la constitución de un Estado mercenario en la región, que les permitiera la intervención militar directa o por intermedio de Israel para salvaguardar sus intereses geopolíticos y neocoloniales.

Por otra parte, la polarización “árabe- judío” permitió que las contradicciones entre colonizadores europeos, colonizados árabes y la lucha de clases por la distribución de la renta entre trabajadores, campesinos y señores feudales convertidos en burgueses, no ocupara el lugar central en cada país y en la región. Sin embargo, los niveles de expropiación de recursos naturales por los imperios occidentales y la poca distribución de renta entre los trabajadores y campesinos crearon las condiciones económicas y sociales necesarias para que se plantearan reformas agrarias como en Egipto, se justificara el discurso socialista como estrategia geopolítica para equilibrar la fuerzas imperiales en la región, se desarrollaran posiciones nacionalistas para la defensa de los recursos naturales y se reafirmara el islam como postura religiosa que permitiera aglutinar a los árabes bajo el concepto de justicia y rescate de la identidad.

La imposición por parte de los imperios occidentales de la contradicción “judíos contra árabes” permitió la consolidación de su poder en la región y el desarrollo económico de Europa. Sin embargo, el efecto colateral fue un nacionalismo que prometía extenderse. La respuesta imperial ante la avanzada del nacionalismo en el norte de África y el medio oriente fue el asesinato de líderes como Gamal Abdel Nasser, el aislamiento económico en Libia, la división de los líderes árabes, la compra de conciencia de los señores semi feudales de países petroleros y la constitución de gobiernos dictatoriales pro norteamericanos que garantizaran los intereses en la región. El punto culminante de estos movimientos geopolíticos fue el acuerdo suscrito en Camp David que dio como resultado la “estabilidad” o dominio norteamericano en la región.

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Néstor Aponte


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