Libia: Conciencia y traición

La guerra de liberación nacional que desarrolla el pueblo Libio nos sigue dejando poderosas enseñanzas a los trabajadores y campesinos del mundo. La primera de las enseñanzas es que el imperio no es amigo de nadie y ninguna negociación “piadosa de nuestros recursos” es suficiente frente a la ambición y las estrategias de mercado. La segundo lección es que estamos solo: es falso que la entrega de nuestras riquezas a nuevos (o viejos) imperios se convierta en paraguas contra el imperio norteamericano. La multipolaridad o la sociedad de los grandes, es el escenario bajo el cual se intercambian países (riquezas naturales) y  se negocia la geopolítica mundial.

En tercer lugar, la Organización de las Naciones Unidas es un instrumento imperial para legalizar la colonización y extorsionar a los países del mundo. En esta sala- show los grandes “negocian” comunicacionalmente los restos de soberanías ya negociadas por las transnacionales financieras. Cuarto, las finanzas internacionales de nuestros países son monedas de cambio en manos del imperialismo norteamericano para financiar a sus mercenarios, comprar traiciones e invadir a nuestros propios países.  

El pueblo Libio del mismo modo nos enseña que el liderazgo colectivo derrota imperios; pues, el constituye la guerra de guerrillas de los pueblo frente a los batallones del imperio. Aunque, un liderazgo colectivo sin un proyecto político árabe de construcción socialista dificulta la unidad y facilita la traición. Como también facilita la traición la quinta columna que pretenden matar la crítica y la autocrítica del seno de la clase obrera y campesina por mantener una posición “monolítica” tipo foca, oveja o vendedores de alma y pensamiento.

Los pueblos se mantienen por sus ideas y por el grado de creencia en ellas, de allí la política del imperio de aterrorizar a las clases trabajadoras y campesinas con la delincuencia, la droga, el hambre, los medios de comunicación imperial, las armas de destrucción masiva y tantos otros mecanismo de terror.

El imperio sólo puede mantener guerras cortas, sangrientas y aterradoras basadas en bombardeos criminales. En Iraq, se plantaron con bombardeos y fuerzas militares que sustituyeran a los organismos de seguridad y la verdad es que los trabajadores y campesinos siguen batallando y el imperialismo está desesperado: no encuentra la gobernabilidad. En Afganistán, derrumbaron la burocracia estatal y el imperio está desesperado por establecer un mínimo de  gobernabilidad para salir de allí corriendo. En Libia quieren lograr que los mercenarios, definidos por ellos como “rebeldes”, sean los que tomen control del aparato militar y Estatal; pero la realidad es que pueblo reconoce las traiciones y a los traidores.

En conclusión, la unidad de liderazgo colectivo entorno al proyecto socialista es la respuesta de los pueblos a las invasiones imperiales. La unidad para el desarrollo endógeno y la profundización de la conciencia nos permite combatir al terror y evitar toda gobernabilidad del imperio norteamericano y sus traidores de turno sobre nuestros pueblos.

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Nestor Aponte


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