La cuestión China

A propósito de un nuevo aniversario de la revolución china recuerdo que la Imprenta Universitaria de la UCV, cuando era revolucionaria, dedicó un número especial a los primeros diez años de la llegada al poder de Mao Tse Tung (Mao Zedong) y del Partido Comunista Chino, PCCh.

Llegaba a su fin el año 1959. El déspota Betancourt había asumido el poder y desataba su carga de odio y agresión contra los sectores populares. Eran tiempos de violencia de la derecha a los cuales el movimiento revolucionario rispota con la lucha armada.

En aquella publicación me topé con un poema del turco Nazim Hmket, escrito en 1949, con un título en apariencia banal, “Angina de pecho”, donde expone sus dolencias cardíacas y habla de sus dos grandes razones para vivir. Su anciana madre y su fe en el Partido Comunista. Transcribo de memoria algunos versos:

La mitad de mi corazón está en una vieja cada de madera en Instanbul,

Donde vive mi madre,

La otra mitad de mi corazón está en el Ejército Rojo que desciende por el Yang Sé (el río Amarillo)

Para los revolucionarios del mundo la consolidación de la Unión Soviética, URSS, en la Segunda Guerra Mundial tras finalizar el conflicto en 1945, así como el surgimiento del llamado bloque socialista en la Europa Oriental, significaba que la URSS dejaba de estar aislada y constituía una alternativa frente al capitalismo.

Todo ello era señal de regocijo para los pueblos oprimidos.

Pero la ponderación quedó a un lado cuando en octubre, siempre rojo, de1949, el Ejército Rojo entró triunfante a Pekín y derrotó a los tránsfugas del Kuomintang. La alegría y el alborozo de los militantes y combatientes de toda América Latina, no tuvo límites.

El país más poblado del globo terráqueo había abrazado el socialismo.

El sueño bolchevique duró setenta y un años. 1918-1989. Veinticuatro meses antes, también en un octubre, pero esta vez en 1967 caía en combate el Che Guevara y con él se iba un método de lucha. El llamado campo socialista, impulsado por la burocracia y los símbolos anteriores nunca fueron reemplazados. Los camaradas soviéticos, al igual que los zares despachaban desde el Kremlin.

En el caso que nos atañe, China, le tocó transitar un arduo camino durante casi un siglo hasta lograr arrebatar a las fuerzas imperiales y a sus acólitos, el centro del poder. Fueron 25 años de trabajo político entre las masas, de formación de cuadros políticos, de lucha armada con repliegues tácticos y ofensivas en profundidad que incluyeron la famosa Larga Marcha que culminaron en octubre de 1949 y que hoy, con orgullo, recorren sesenta años de revolución con un fasto y un despliegue nunca visto.

El Partido Comunista Chino comenzó a estructurarse en 1924 bajo la dirección de Chen Duxiu y heredaba las banderas y reivindicaciones de la rebelión de los bóxers y de la revolución de Xinhai que dio al traste con la dinastía Quing.

Pero es Mao Tse Tung (Mao Zedong), curtido en las luchas en su Yunan nativo, quien asume las riendas del Partido y crea el Ejército Rojo con una mayoría aplastante de campesinos, a quienes galvanizaba con su extraordinaria personalidad y su habilidad política excepcional. Es Mao el verdadero arquitecto de ese imponente edificio que se llama República Popular China de hoy.

En estos sesenta años de gobierno de los comunistas chinos, el PCCh, ha logrado la unidad territorial, lingüística y étnica gracias a la disciplina partidista, a la ideologización de las masas, a la alfabetización de millones de chinos y chinas, con apoyo ilimitado a la investigación en todos los campos de la ciencia y la tecnología que ha posibilitado la creación de centros de tecnología de punta que nada tienen que envidiar a los modelos occidentales del llamado G9. Es un esfuerzo descomunal de los chinos para los chinos.

Un enfoque esquemático podría describir la China actual como el dominio de los pragmáticos sobre los dogmáticos. Sin embargo, todo el aparato económico, político, militar y social está en manos del Comité Central del PCCh.

¿Es China un modelo hacia el socialismo que responde a sus peculiaridades y características? Es una excelente pregunta para incorporarla a los debates sobre las vías del socialismo del siglo XXI.

Un rasgo a destacar de este pueblo y de su dirigencia es la disciplina en todos los ámbitos sociales. Férrea quizás desde nuestras perspectivas, pero que ha posibilitado avances en salud, educación, vivienda y empleo y audaces decisiones en torno al rescate de territorios en manos de potencias extranjeras como lo fueron Macao y Hong Kong y una eficaz política de aislamiento de Taiwán, un satélite yanqui. Todo este hacer queda plasmado en una frase: “Un país, dos sistemas”.

A diferencia de los soviéticos, los chinos asumieron una apertura en el campo económico pero conservando intacto el aparato político y la conducción del Estado. El Partido como eje fundamental. La proverbial disciplina china jugó un papel esencial en la aplicación de esta estrategia.

Quienes llevaron adelante estas nuevas políticas, aprobadas previamente por el Comité Central fueron Deng Xiaoping y Zhao Ziyang, dos probados dirigentes del PCCh, a quienes las fuentes insidiosas y distorsionadas de las agencias mediáticas occidentales les atribuyeron los simplones roles de bueno y malo como si fuera un western espagueti.

En este caso el malo autoritario (Deng) lograba sacarle ventaja al buen demócrata occidental (Zhao). Consejo que no resiste un análisis serio.

Es bueno que en las discusiones del PSUV incorporemos textos y materiales para abrir un debate sobre el caso China. Es importante acometer esta tarea en esta etapa de transición hacia el socialismo, a la venezolana o a la latinoamericana.

Preguntarnos como el PCCh, construyó una poderosa maquinaria, económica, industrial y militar, con inversión estatal y privada, en menos de cuarenta años. Cómo ha posicionado a China a la categoría de híper potencia, que posee armamento propio confeccionado por sus científicos. Que ha hecho desaparecer la hambruna secular que padeció hasta décadas atrás. Que ha reducido los índices de pobreza. Y lo más importante: ha logrado restituir la dignidad al país más poblado de la tierra.

Merece especial atención en nuestros debates las relaciones que nuestro comandante Presidente ha logrado con la República Popular de China. La trascendencia del Fondo Pasado. La presencia en áreas estratégicas como vialidad, telecomunicaciones, agroindustrial, para solo mencionar las más importantes, son temas que los pesuvistas tenemos que incorporar, ahondar con miras al fortalecimiento del tejido social que construimos cada día.

Ojala que la admiración que despertó el triunfo de la revolución china en el poeta Nazim Hmket, enunciada en los vigorosos versos: la otra mitad de mi corazón está con el Ejército Rojo que desciende por el Yang Tsé, sea un valor permanente para los pueblos que luchan por la inclusión social y por su dignificación.


lucartjesus@yahoo.es


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Héctor Agüero


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