“Los filósofos no han hecho sino interpretar al mundo,
lo que hay que hacer es transformarlo” Carlos Marx
La propuesta de Chávez respecto a la FARC-EP ha puesto en el tapete hasta que punto los justificadores de oficio están dispuestos a llegar para justificar “ideológicamente” nuestro proceso socialista y Bolivariano.
La revolución no es un sueño, es una realidad y no todas las propuestas en este proceso Bolivariano son revolucionarias. Por ello no todas las propuestas pueden ser justificadas.
El bozal de arepa o de poder no puede ser motivo para perder nuestra capacidad crítica. Hace más daño el oportunismo que pretende justificar todas las acciones del gobierno que la lealtad ideológica y la crítica revolucionaria. No estamos para decir: “Sí, mande”. Estamos para construir un socialismo dentro de la diversidad de contradicciones y la riqueza de ideas.
La peor contribución es la que pretende justificar lo injustificable. Y esto, a expensas de engañar a un pueblo y de engañarse a sí mismo. Todo por mantener el Estatus Quo o nuestro Estatus Quo.
Lo que está mal ideológicamente debe ser criticado. La corrupción desbocada, los frenos al desarrollo de la contraloría social, el amiguismo dentro del gobierno y del PSUV como forma de ascenso dentro de la estructura de poder, la resucitación del modelo político representativo, la rotación de los mismos cuadros en los distintos ministerios e instituciones públicas; y finalmente, la falta de una organización socialista y la incapacidad para crear, en diez años de gobierno, una economía socialista sustentada en el desarrollo endógeno son elementos que debemos abordar.
Pero, no podemos quedarnos en la crítica, porque se vuelve destructiva. Debemos criticar para proponer e impulsar planes, objetivos y estrategias revolucionarias que orienten a las masas.
No podemos seguir con el triste papel de hacerle entender a Chávez nuestra visión socialista y revolucionaria; olvidándonos que estamos obligados a ser la vanguardia del Pueblo.
Los pobres de nuestro país siguen exigiendo todo nuestro esfuerzo para profundizar la conciencia, la organización y el diseño de una estrategia revolucionaria que nos permita alcanzar el socialismo. Un socialismo verdadero: sin privilegios.
Los pueblos se acostumbran muy rápido a los caudillos; porque nos permiten dejar de pensar y dejarnos llevar. Pero, principalmente, nos permiten hacer algo que nos encanta en la izquierda: criticar sin proponer alternativas ni realizar acciones que nos permitan transformar la realidad.
La revolución la hacen las masas pobres (los obreros, los campesinos sin tierras, las mujeres desplazadas por el machismo y los desempleados) y ellas son a las que debemos educar y orientar para que cuenten con la suficiente confianza para realizar su la labor de construir, con sus propias manos, una nueva sociedad justa y humana: para que construyan el socialismo.
Que sirva pues, este momento para que nos reencontremos con nuestro papel ideológico e histórico. Aquellos que quieran vender su conciencia y sus sueños revolucionarios por un bozal de arepa o de poder que continúen; pero sepan muy bien para quién y para qué trabajan.
Venezuela vive momentos que debemos aprovechar para realizar nuestra labor de profundizar la conciencia de los sectores pobres de Venezuela y Latinoamérica; para preparar a la organización popular que defenderá la profundización de este proceso y lo limpiará de todas aquellas desviaciones capitalistas cuartorrepublicanas.
Dejemos nuestra comodidad. Dejemos de explicarnos si Chávez es revolucionario o no; si es marxista o no. Hagamos la revolución nosotros mismos, en cada uno de nuestros espacios; en el trabajo, en la comunidad y en nuestro hogar.
Demostremos que somos marxistas nosotros. Levantemos la bandera de la revolución socialista y bolivariana. Que cada quien haga lo suyo. Todos a dejar una huella profunda en la construcción de la historia del socialismo.
chernan2007@hotmail.com