Hoy Martí sería un médico cubano

“Tienes que ser una gran cirujana plástica. Así le harás las tetas a tu madre, a tus hermanas y a todas las viejas. Te llenarás de billete arreglando las flácidas carnes de los viejos billetúos y comprarás casa, carro y finca. Podrás dar consulta en un Hospital para llevarte los pacientes a tu consultorio. Con la complicidad de tus jefes y subordinados sustraerás aparatos e insumos médicos de las dependencias a tu cargo. Jamás atenderás pobres, negros, indios ni otra clase de excluídos. Irás con tu esposo e hijos a Disneylandia y disfrutarás de fama y fortuna”. Así diría un padre sin conciencia a su hija bachiller antes de partir a la Universidad de los niños ricos que financia el gobierno.

“Van a regarse por el mundo. Viajarán a más de 64 países a luchar contra el dolor y la enfermedad arrancando pobres de las garras de la muerte. Llevan como armas el amor revolucionario que nos legó el Ché Guevara y una ética que nace del compromiso con los más necesitados. Vivirán en la austeridad y la modestia. Son profesionales de la salud que honran el Juramento Hipocrático y a la Revolución Cubana. Por tanto sanarán al enfermo sin importar su condición, origen o clase social. Son orgullo de los pueblos libertarios: son médicos cubanos”. Así diría Fidel o cualquier camarada revolucionario a los miles de profesionales de la salud antillanos que van a los confines del mundo a llevar alivio y consuelo.

Para nadie es un secreto que Barrio Adentro nació en Venezuela con una noble misión y un perverso obstáculo: la misión noble es proporcionar salud gratuita y oportuna, con alto contenido de prevención, a todo el pueblo venezolano. El obstáculo grande, gigantesco, morboso: la negativa de nuestros connacionales (porque no los consideramos compatriotas) a bajarse de la nube de la fatuidad capitalista y asumir la salud como imperativo social. Pero no. Fueron formados en universidades de élites malditas y meritocracias piratas para convertirse en instrumentos fungibles del engrosamiento de las arcas de los todavía poderosos traficantes de la salud.

Pero “se acabó la diversión, llegó el Comandante y mandó a parar”. Así, por obra y gracia de la llave formidable que Fidel y Chávez han liado en beneficio de los pueblos, contigentes de médicos cubanos han desembarcado en nuestro país con su artillería de salud. Con un compromiso irrevocable, se han desplegado con una modestia rayana en la invisibilidad. Han pateado sabanas, cruzado ríos y se han integrado a las comunidades donde fueron asignados. Han comido el sabroso pisillo de chiguire del llano y nos han obsequiado sus deliciosos moros y cristianos. Pero, tal como el mismo Chávez lo ha denunciado, han llevado rosca, y de la buena.

Cuenta Chávez que por obra del morbo del burocratismo algunos tienen que salir a pescar a los ríos para procurar su sustento. También sabemos que a veces pasan meses antes de que reciban su humilde y merecida retribución. Otros padecen los desprecios que les procuran los enemigos de la Revolución que medran en nuestro sistema de salud. Pero todos guardan un respetuoso silencio.

Por encima de todo, los médicos cubanos tienen en su humildad ese delicioso optimismo que anida en el corazón de los antillanos. Rebosan de alegría de vivir y cogen su morralito y agarran su busetica para volver a una modesta habitación después de agotadoras jornadas de trabajo, donde a veces pasan de largo. “Esos firifiritos no parecen médicos, pero cómo curan al pueblo. Nos tratan como gente y son incapaces de robarse una gota de merthiolate” dijo una vieja y agradecida llanera.

Ya la Patria empieza a parir hijos llenos de solidaridad. Del nuevo sistema de educación superior revolucionario emergen médicos venezolanos contagiados del virtuoso germen cubano de la solidaridad y la entrega patriótica. Ya no habrá curanderos ni hechiceros de la mentira que saqueen los centros de salud, entregando el futuro del país a la enfermedad y la muerte. Avanza el Hombre Nuevo desde las entrañas de la Revolución Bolivariana y Socialista.

En el futuro cercano, cuando nuestros noveles y revolucionarios médicos venezolanos asuman el control de Barrio Adentro, recordaremos con infinita gratitud el aporte cubano. Sabremos que esos chamos cubanos respondieron con humanidad al imperativo de José Martí: “Deme Venezuela en qué servirla, ella tiene en mí a un hijo”.

Por eso decimos que el Apóstol de América, sería hoy día un humilde, sonriente y solidario médico cubano en la Patria de Bolívar.


pegenie@hotmail.com


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Pedro Gerardo Nieves

Autodidacta. Comunicador popular, coordinador de la Brigada de Agitación, Propaganda y Comunicación Florentino del PSUV Barinas, vocero de la Guerrilla Comunicacional Florentino, delegado de formación de la Escuela Nacional de Formación Socialista "Hugo Chávez" del PSUV.

 pegenie@hotmail.com

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