Alianza de Civilizaciones

Diversidad infinita, nuestra riqueza. Cada ser humano capaz de crear, nuestra esperanza. Estar unidos por unos principios universales, nuestra fuerza. Por ello debemos movilizarnos y, en un gran clamor popular, iniciar la construcción de este otro mundo posible que anhelamos. El mundo que, tan certeramente define el artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: todos libres e iguales en dignidad, todos relacionados fraternalmente. La inmensa mayoría de ciudadanos de todas las culturas, creencias e ideologías clama por vivir en paz, y compete a todos, en el ejercicio de nuestros derechos y deberes, hacer posible este anhelo.

Alianza, en el marco de las Naciones Unidas, para poder disuadir y, en su caso, responder rápida y eficazmente a cualquier ataque y provocación. Se celebrará los días 22 y 23 de este mes de noviembre en Fez, Marruecos, una reunión muy importante en el marco del Programa de la Alianza de las Civilizaciones de las Naciones Unidas, que por iniciativa del Presidente del Gobierno España, D. José Luis Rodríguez Zapatero y del Presidente Erdogan de Turquía, con el Secretario General Kofi Annan se aprobó en el año 2004, y hoy tiene a su frente al gran diplomático español Miguel Ángel Moratinos.

Alianza de civilizaciones cuyo crucial papel en la actualidad ha sido destacado por el Secretario General Antonio Guterres, "para construir sociedades más pacíficas, justas y resilientes".

Alianza para hacer frente a las catástrofes naturales, reduciendo su impacto mediante una rápida cooperación con los recursos humanos y técnicos adecuados. Alianza para colaborar en la prevención y tratamiento de enfermedades y pandemias. Alianza mundial frente a la pobreza.

Alianza, sobre todo, para la preparación en común de las estrategias adecuadas sobre los grandes temas de alcance global, que no pueden seguir decidiéndose por una minoría: energía, nutrición, agua… La anticipación es fundamental para evitar "sorpresas" que siempre afectan a los más débiles.

Alianza para proteger nuestro patrimonio común, nuestra identidad cultural, nuestra diversidad y unicidad, que son nuestra riqueza. Y valores comunes que nos confieran la fuerza de la unidad.

Alianza para conocernos, para respetarnos, para el diálogo sosegado, para la transición desde una cultura de violencia e imposición a una cultura de diálogo y conciliación.

Alianza para el acceso a la educación de todos a lo largo de la vida, que promueve la facultad creadora distintiva de la especie humana, permite la elaboración de respuestas propias, fruto de la reflexión, y el ejercicio de la libertad para no actuar al dictado de nadie. Una educación que evite la difusión de estereotipos, desarme la historia y ponga de manifiesto las facetas que caracterizan el misterio de cada vida humana.

Alianza para la participación activa y el afianzamiento de contextos democráticos en los que los derechos humanos sean plenamente ejercidos y las responsabilidades asumidas.

Alianzas a favor de los más vulnerables, los niños, jóvenes, ancianos, discapacitados… con una permanente actitud solidaria de la sociedad.

Alianzas que prevengan y, en su caso, identifiquen y aíslen actitudes extremistas y dogmáticas, de tal modo que sea factible progresivamente persuadir sobre la conveniencia de abandonar posturas de fuerza y, si llegara el caso, pudiera combatirse con gran eficacia la violencia y el terrorismo.

Alianzas para luchar contra "el miedo y la miseria", según establece el Preámbulo de la Declaración Universal, mediante el acceso a la información fidedigna y la libertad de expresión, compartiendo los bienes materiales y conocimientos de tal modo que se favorezca la estabilidad y la seguridad por la justicia y el respeto a la dignidad humana, evitando los caldos de cultivo de la frustración, radicalización y agresividad.

Alianza, por la interacción y el intercambio, entre centros universitarios y científicos, entre entidades artísticas y deportivas, entre municipios… de todos los países del mundo y, especialmente, de los más dispares y menos relacionados.

Alianza, en suma, como fruto del diálogo sereno en lugar de la imposición y la fuerza.

Corresponde ahora a la sociedad y a las organizaciones que la representan construir, con su comportamiento diario, este futuro pacífico e integrador propio de seres libres desprovistos del lastre de adicciones, temores y prejuicios.

Alianza para formar un inmenso clamor popular que, pacíficamente, reoriente los rumbos actuales guiados por intereses a corto plazo de una minoría. En esta movilización, hoy posible por los adelantos en la tecnología de la comunicación (de la telefonía móvil en particular), es imprescindible la cooperación a escalas local, regional y mundial de la prensa, radio y televisión.

Del conflicto al diálogo. Del diálogo a la interacción y la alianza. Es ya apremiante el establecimiento de contactos, de puentes para vadear lo que separa y reafirmar lo que une, para transitar desde una cultura de imposición y fuerza a una cultura de conciliación, entendimiento, paz. Una cultura que permita la serenidad y la firmeza para que toda opinión se respete y a nadie se excluya, salvo a los intransigentes y a los fanáticos, que no se avienen al uso de la palabra y no tienen otro argumento que el de la violencia.

Es imperativo abordar los problemas de la energía a escala mundial, ya que de este modo no sólo aseguraríamos – lo que constituye nuestro compromiso supremo – las necesidades de las generaciones venideras sino que, de manera inmediata, se evitarían "movimientos estratégicos "en marcha – por ejemplo, hacia el África Oriental y el Océano Índico – para ocupar posiciones en lugares que verosímilmente podrían ponerse a la cabeza petrolífera. Todas las fuentes energéticas – fusión y fisión nuclear, eólica, solar, biotecnológica, incluida la producción de grandes cantidades de hidrógeno… – deben formar parte de este gran compromiso global sobre la energía.

La violencia es injustificable siempre, pero debemos procurar explicarla para poder evitarla. Es imprescindible conocer sus raíces, porque con frecuencia el odio anida en la frustración, en la humillación, en las reiteradas promesas incumplidas, en la trivialización de los asideros éticos, de las creencias.

Desde hoy mismo, movilización en favor del encuentro y la alianza con nuestro comportamiento cotidiano.

¡Porvenir por hacer! Es el turno de la gente. Es el momento de no ser espectadores sino actores comprometidos. Es tiempo de no descansar. Es tiempo de sembrar día y noche.

Hagamos en forma apremiante un esfuerzo para el diálogo y la conciliación, para la alianza y no el enfrentamiento. Identificando lo que nos une y valorando lo que nos separa, para encauzar nuestro destino, irremediablemente común.

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* (Barcelona, 1934) Doctor en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid (1958), ha sido catedrático en diferentes universidades españoles y ha desempeñado numerosos cargos políticos, entre otros el de ministro de Educación y Ciencia (1981-82). Entre 1987 y 1999 fue director general de la Unesco. Actualmente es presidente de la Fundación para una Cultura de Paz. Texto enviado a Other News por la oficina del autor

 

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