Una Crisis civilizatoria de largo alcance

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El siguiente artículo es una sistematización, aunque parcial y no acabada, de un proceso de debates y reflexiones al interior de nuestra articulación continental ALBA Movimientos. El mismo, fue aportado al intercambio sobre coyuntura internacional de nuestro último encuentro de la Asamblea internacional de los pueblos. Son enunciaciones que hacemos desde la realidad cotidiana que viven nuestras organizaciones y pueblos en un mundo sumamente convulsionado y con un futuro muy incierto.

Una Crisis civilizatoria de largo alcance

Como vienen advirtiendo varios de nuestros movimientos, junto a muchos intelectuales orgánicos, estamos transitando a nivel global una crisis estructural del sistema capitalista. Crisis cuyos resultados todavía son impredecibles, tanto a nivel regional como global. Es importante señalar que, al contrario de lo que plantean las visiones liberales e incluso cierta heterodoxia, esta crisis es producto del propio despliegue del capitalismo (en su fase neoliberal). Es decir, la crisis es producto del propio desarrollo intrínseco del capital y no un problema exógeno al "normal funcionamiento del sistema". Es el propio desarrollo del capital el que engendra todas las contradicciones que al agudizarse devienen en la crisis.

Sin embargo, el desarrollo de la crisis no afecta al conjunto de la población por igual. Son nuestros pueblos los que se ven sometidos a las desastrosas consecuencias tanto en lo económico, como en lo social y lo político, de la crisis. Nunca en la historia la humanidad el grado de desigualdad tan aguda como la que presenciamos hoy en día. De manera dramática, la obscena riqueza que concentra un pequeño polo de la población mundial contrasta con la miseria a la que es sometida millones de personas.

Es en este contexto que se desarrollan las turbulentas manifestaciones de inestabilidad política que recorren el mundo entero. Y es que: no puede haber estabilidad política, sin estabilidad social; a la vez que es imposible la estabilidad social sin que haya estabilidad económica para las mayorías populares.

Sin embargo, en este conflictivo escenario, resulta prudente tener en consideración que el capitalismo (y más aún el neoliberalismo como fase específica de acumulación capitalista) siempre ha utilizado las crisis para imponer sus propias transformaciones políticas.

Un Nuevo escenario de una guerra global en ciernes

Vivimos en un escenario bélico que de manera galopante se internacionaliza e intensifica cada vez más. En los últimos años, las grandes empresas armamentísticas -verdaderos mercaderes de la muerte- fueron acrecentando sus ventas de armas. Situación que tuvo un salto exponencial a partir de la pandemia, donde las principales potencias globales intensificaron de manera vertiginosa sus presupuestos destinados a la industria militar. Tal es así que en plena crisis global del COVID-19, según estudios del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), se alcanzó un récord histórico de 2,11 billones de dólares en términos de gasto bélicos.

Una imagen que ilustra el espíritu del capital: mientras millones de seres humanos morían a falta de atención médica, las principales potencias usaban sus recursos en el negocio de la guerra.

Finalmente, esta escalada desembocó en la actual Guerra en Ucrania (que ya lleva más de seis meses). A lo que se le sumó la reciente escalada de tensiones en Taiwán, con el viaje de la titular de la Cámara de Representantes de EEUU, Nancy Pelosi, a la isla. Más allá de sus contendientes y responsables particulares, todo esto expresa la geopolítica militarista desplegada por los EE.UU. que persigue el objetivo de reorganizar su debilitada y amenazada hegemonía global.

En este contexto, es importante analizar la situación particular de América Latina y el Caribe en relación a la disputa geopolítica internacional. Actualmente, China es el segundo principal socio comercial de casi todo el conjunto de América del Sur (a excepción de Colombia y Ecuador). Una tendencia que se encuentra en alza. Tal es así que durante 2021, el total del flujo comercial entre ambas partes superó los 450.000 millones de dólares, marcando un aumento del 41,1% respecto del año anterior. De esta manera, las tensiones entre EEUU y China colocan a la región como un terreno estratégico en las disputas hegemónicas globales.

Profundización de la crisis energética por escasez y aumento del precio de los combustibles

Desde hace años la producción de energía constituye uno de los principales problemas a escala global, siendo uno de los principales recursos estratégicos en las disputas geopolíticas. Recordemos que mucho de lo que Estados Unidos denominó "guerra contra el terrorismo", junto a la OTAN y otros aliados, tuvo como una de sus principales motivaciones apropiarse por la fuerza del petróleo que se encontraba fuera de sus fronteras.

En el actual contexto, una de las consecuencias derivadas de la guerra ha sido las dificultades de Europa para abastecer su consumo. Si tomamos, tan solo, el periodo abril/junio de este año: el precio del barril de petróleo aumentó un 12% y el del gas un 11%. Esta situación se ha traducido, por un lado, en medidas gubernamentales de fuerte restricción al consumo y, por el otro, una vuelta a fuentes de producción altamente contaminantes como el carbón. Tal es así que el jefe del comité de vigilancia de la Agencia Internacional de Energía, Fatih Birol, declaró que la crisis que se está atravesando no solo es peor que la de las décadas de los ´70 y ´80, sino que además durará mucho más tiempo.

Toda esta situación desencadena un conjunto de fenómenos políticos, económicos y ambientales de graves consecuencias. Por un lado, el precio de la energía ha desencadenado un nuevo vector estimulante del proceso inflacionario a nivel global. En un contexto que ya de por sí se encuentra marcado por la inflación más altas, a escala global, de los últimos 40 años. Por otro lado, el incremento del precio de la energía, promueve la exploración y explotación del capital transnacional en la búsqueda de nuevas fuentes de energía hidrocarburíferas (off-shore y no convencionales). Lo que ha acrecentado el interés por nuevas fuentes de energía renovable, así como por proyectos de inversión en la región en lo que respecta a tecnologías de hidrógeno verde y un particular interés por la reserva de litio (50% a nivel mundial) que posee Argentina, Bolivia y Chile.

Crisis Climática

Uno de los aspectos centrales de la actual crisis sistémica está vinculado a que se profundizan las causas de la crisis climática, cuyos efectos se extienden e intensifican por todo el planeta. Todos los indicadores son alarmantes y existe un extenso consenso científico de que se está cruzando límites que serán irreversibles. Somos testigos de calores extremos, incendios, sequías y bajantes de los ríos récords. Fenómenos que han minado la realidad de los últimos meses.

Sin embargo, hay que recordar que ya antes de la guerra todos los mecanismos que intentaban mitigar las causas de la crisis climática estaban en crisis. El estrepitoso fracaso de la COP-26 durante el 2021 fue una muestra locuaz de ello, a tal punto que el presidente de la conferencia, Alok Sharma, rompió en llanto y pidió perdón por lo ocurrido al finalizar la reunión, al no lograr consensos mínimos.

Crisis Alimentaria

El impacto de la crisis climática, los efectos de la guerra y el boicot "occidental" a Rusia han producido sobre los pueblos del mundo una verdadera crisis alimentaria. El precio mundial de los alimentos alcanzó valores récords, incluso mayores al marcado por el ciclo especulativo entre 2008 y 2012.

Según la edición de 2022 del informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI), elaborado por la FAO y otros organismos internacionales se señaló que: ya durante 2021, 828 millones de personas padecían hambre, lo que significa un 9,8% de la población mundial (una tendencia creciente desde el 2020) y 2.300 millones de personas padecían inseguridad alimentaria grave o leve (un 29,3% del total mundial); mientras que para el 2022, esta tendencia se profundizará por "la intensificación de los principales factores de la inseguridad alimentaria y la malnutrición, a saber, los conflictos, los fenómenos climáticos extremos y las perturbaciones económicas, en combinación con el aumento de las desigualdades"

Crisis Económica

Todo este escenario internacional tiene como telón de fondo un agravamiento de la crisis económica a escala global, producto de la creciente inflación derivada del incremento de los precios mundiales de la energía, los alimentos y los metales. Incremento de precios que se vio combinado con una creciente recesión.

América Latina y el Caribe no es ajena al impacto de esta crisis. El Estudio Económico de América Latina y el Caribe de 2022, advierte sobre "un panorama económico complejo" tanto para este año como para los venideros. Años signados por: un menor crecimiento económico, fuertes presiones inflacionarias (en junio el promedio regional fue más del doble del registrado en el periodo 2015-2019), bajo dinamismo de la creación de empleo, caída de la inversión y crecientes demandas sociales. En este contexto, la CEPAL ha reducido los pronósticos de crecimiento, pasando en América del Sur del 6,9% al 2,6%, y en Centroamérica y México del 5,7% al 2,5%.

Inestabilidad política

Una de las principales características de la actual etapa es la fuerte inestabilidad política. Todos los proyectos políticos se encuentran en crisis en nuestra región. Las facciones políticas neoliberales no logran construir escenarios de estabilidad que les permita llevar a cabo sus programas. Mientras que la llamada nueva ola de gobiernos progresistas se encuentra más débil y moderada que la que signó el continente a comienzos de siglo. Ni el neoliberalismo logra construir relaciones de fuerza mediante la cual pueda imponer directamente su programa; ni las fuerzas populares encuentran márgenes para ensayar procesos políticos que impliquen algún grado de "compromiso de clases" mediante el cual se relance el ciclo de acumulación.

En este interregno de inestabilidad política -que implica el deterioro de las condiciones materiales de las articulaciones de los bloque hegemónico en pugna- vienen surgiendo y tomando fuerza procesos de radicalización política por derecha. Fenómeno que cada vez más se extiende en nuestro continente y el mundo entero.

Crisis de los Estados liberales burgueses

En los últimos años hemos visto un persistente deterioro de las instituciones de la democracia liberal burguesa y los consensos democráticos que las sustentan. Este deterioro no se traduce en un cuestionamiento de las serias limitaciones democráticas del estado burgués, sino que por el contrario, muchas veces, es producto de un fuerte retroceso antidemocrático.

Varios factores se han conjugado para dar lugar a esta crisis que recorre buena parte de las "democracias occidentales". La creciente virulencia de la competitividad inter-burguesa, producto de la crisis, y su poca predisposición al "respeto democrático". El exponencial aumento de poder de varias corporaciones económicas financieras, mediáticas e incluso industriales, que dejan en un lugar de debilidad relativa a los estados nación en lo que refiere a su "capacidad de control". El persistente deterioro de las condiciones de vida de las mayorías populares, que no encuentran formas de mitigar su sufrimiento en el sistema político actual. La creciente instrumentalización de los aparatos del estado -con especial énfasis en el poder judicial- en pos de disputas de facciones políticas (como el Law-Fare). Entre otros factores, han articulado las condiciones de esta crisis desde la cual se alimentan las nuevas derechas cada vez más radicalizadas (ya sean, pos-fascistas, derechas alternativas, etc.).

En este escenario ante una eventual victoria de Lula en Brasil, sumada a la reciente victoria de Petro en Colombia y la recuperación económica (crisis energética mediante) de Venezuela, Argentina hoy es el principal blanco en Sudamérica de la guerra híbrida por parte del imperialismo.

Integración regional ralentizada

La integración regional en América Latina y el Caribe, que resulta estratégica para obtener algún grado de autonomía, es un proyecto que se ha ralentizado en el último periodo. La falta de liderazgos y la carencia de proyectos con perspectiva de soberanía a nivel regional, han contribuido a este estancamiento. Un ejemplo de esto es Argentina que, recientemente, entregó una empresa nacional (Pluspetrol) para la extracción de Litio a una empresa extranjera, sin conocerse si hubo avances en acuerdos en materia tecnológica.

Actualmente, no hay consensos fuertes -en la dirigencia política tradicional- acerca de una perspectiva soberana e independiente. En este contexto, el rol en la integración de los movimientos populares resulta fundamental para fortalecer este horizonte estratégico.

Crisis de las Izquierdas

Desde las izquierdas transitamos un momento de fuerte debilidad en lo que respecta a la elaboración de un proyecto político, el cual esté anclado y construido desde los sectores populares. Proyecto político que tenga capacidad de irradiar al conjunto de la sociedad de manera hegemónica, con un horizonte poscapitalista. Para esta necesaria y urgente reconstrucción estratégica, resulta de vital importancia la movilización popular, desde donde acumular fuerzas, para una necesaria clarificación de ideas que abra la posibilidad de materializarlas.

Es necesario trabajar para un nuevo ascenso de la movilización popular. La cual, a la vez, es condición de posibilidad para la victoria de Lula y bloquear el fraude en Brasil. Así como para impedir la estrategia de Lawfare en Argentina.

En este escenario, la batalla ideológica toma una particular centralidad en la lucha de clases. En un contexto particularmente hostil, donde el poder económico concentra una gigantesca capacidad de disputa de sentido a partir de las nuevas herramientas de comunicación digitales. Para dar estas peleas, resulta imperioso dar las disputas con y desde una perspectiva anclada en las clases populares y subalternas.

Por último la posibilidad de avanzar en una gran conferencia internacional para debatir los problemas que hoy atraviesa la humanidad e interpretar desde los movimientos populares sus posibles soluciones es una tarea en la cual los diversos procesos populares se empiezan a involucrar y resulta de fundamental importancia en este contexto.

 

sgeral@mst.org.br



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