Purificadores de cultura

En Chile, Argentina y Uruguay las juntas militares llevaron a cabo operaciones masivas de limpieza, quemando libros de Freud, Marx y Neruda, cerrando cientos de periódicos y revistas, ocupando universidades, prohibiendo huelgas y reuniones políticas…

Algunos de los ataques más brutales los reservaron para los economistas "rosas" a los que los Chicago no consiguieron derrotar antes de los golpes. En la Universidad de Chile, la rival de la base local de los de Chicago, la Universidad Católica, cientos de profesores fueron despedidos por "no observar los deberes morales" (entre ellos André Gunder Frank, el disidente de Chicago que escribió airadas cartas a sus ex-profesores). Durante el golpe, Gunder Frank informó que "se disparó a seis estudiantes a la vista de todos en la entrada principal de la Facultad de Económicas para dar una lección a todos los demás". Cuando la Junta militar se hizo con el poder en Argentina, grupos de soldados entraron en la Universidad Nacional del Sur en Bahía Blanca y arrestaron a diecisiete miembros del claustro acusados de "enseñanzas subversivas"; también en este caso la mayoría fueron del Departamento de Economía. "Es necesario destruir las fuentes que alimentan, forman y adoctrinan a los delincuentes subversivos", anunció uno de los generales en una rueda de prensa. Un total de ocho mil educadores de izquierda, "de ideología sospechosa", fueron purgados como parte de la Operación Claridad. En los institutos se prohibieron las presentaciones en grupo, que eran muestra de un espíritu colectivo latente peligroso para la "libertad individual".

En Santiago, el legendario cantante de izquierda Víctor Jara estaba entre los que fueron llevados al Estadio de Chile. La forma en que le trataron encarna la decidida furia con la que se emprendió el silenciamiento de una cultura. Primero los soldados le rompieron ambas manos para que no pudiera tocar la guitarra y luego le dispararon cuarenta y cuatro veces, según los hechos desvelados por la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación. Para asegurarse de que no se convirtiera en una inspiración más allá de su muerte, el régimen ordenó que se destruyeran las grabaciones originales de sus discos. Mercedes Sosa, también música, se vió obligada a exiliarse de Argentina, el dramaturgo revolucionario Augusto Boal fue torturado en Brasil y forzado a exiliarse; Eduardo Galeano fue expulsado de Uruguay y Walsh asesinado en las calles de Buenos aires. Era el exterminio deliberado de toda cultura.

En paralelo otra cultura aséptica y purificada ocupaba su lugar. Al inicio de las dictaduras de Chile, Argentina y Uruguay las únicas reuniones públicas aceptadas fueron las demostraciones de poderío militar y los partidos de fútbol. En Chile, si eras una mujer, llevar pantalones era motivo suficiente para un arresto; si eras un hombre, lo era< el pelo largo. "En toda la República se está produciendo una profundapurificación", afirmaba un editorial de un periódico argentino controlado por la Junta militar. Exigía la limpieza total e inmediata de los Graffiti de izquierdas: "Pronto las superficies relucirán, liberadas de esa pesadilla por la acción del jabón y el agua".

En Chile, Pinochet estaba decidido a quitar a su pueblo la costumbre de echarse a la calle. Hasta las reuniones más pequeñas eran dispersadas con cañones de agua, (hoy sigue, que les pasa al pueblo chileno) el arma favorita de Pinochet para el control de las masas. La Junta militar tenías cientos de ellos, lo bastante pequeños para ir las aceras y lanzar su chorro contra los grupos de escolares que repartían panfletos; la represión alcanzaba incluso a los funerales, si eran demasiado movidos. Bautizados como "guanacos", por una llama famosa por su costumbre de escupir, los omnipresentes cañones de agua limpiaban la gente como si tratara de basura humana, dejando las calles relucientes, limpias y vacías.

Poco después del golpe, la Junta militar chilena publico un edicto apremiando a los ciudadanos para que "contribuyeran a limpiar la patria" informando sobre los "extremistas" extranjeros y los "chilenos fanatizados".

¡La Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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