Revolución sin clase obrera no es revolución

Vivimos tiempos difíciles. Por primera vez la Revolución Bolivariana tendrá que desplegar los mejores recursos materiales y espirituales para poder cristalizar el sueño de Simón Bolívar y Hugo Chávez Fría: democratizar la justicia social. Las contradicciones insalvables entre capital y trabajo se han agudizado, expresión de la intensidad de la lucha de clase, pueblo contra burguesía, pueblo contra burocracia, pueblo contra la negligencia y pueblo contra la hipocresía.

La tarea es cerrar filas en estos duros momentos de crisis, ya que se encuentra en peligro la soberanía y junto a ella, el proyecto histórico bolivariano. Cerrar fila en defensa de la Revolución, desarrollando los principios de la crítica y la autocrítica para rectificar los errores cometidos y continuar avanzando y consolidar.

Nada tenemos que buscar con la oposición, cuyo proyecto es transnacionalizar la economía venezolana, entregando las fuentes energéticas, material estratégico y el territorio al capital internacional para cristalizar el fallido ALCA y el IIRSA.

Es necesario reconocer que la crisis económica se ha agudizado y transformado en una maquina demoledora de esperanzas. Las medidas económicas adoptadas con el Plan de Crecimiento Económico se han descuadernado en el seno de las contradicciones que perviven. La burguesía ha sacado sus cuentas, salta en un festín de alegría, jamás una revolución que se declara socialista, le había permitido incrementar tu taza de ganancias en un ambiente de total impunidad. Adam Smith, padre del liberalismo económico, se suicidaría o se vendría en vomito al ver que la mano invisible del mercado no aplica en este país. Jesús necesitaría mil equipos Caterpillar para sacar los mercaderes del templo que es Venezuela.

La burguesía venezolana ha acumulado capital, más allá de sus proyecciones. El acuerdo firmado para estabilizar los precios, que posterior violentaron los empresarios en un ambiente de impunidad total, que significo asignarle dólares preferenciales, pago del diferencial salarial de los trabajadores del sector privado y garantías para la provisión de materias primas para la producción.

El Estado y el pueblo soportan la carga de la crisis, y dejan fuera de ella a la burguesía exonerada de su cuota de responsabilidad. La espiral inflacionaria si nos diéramos la tarea de dibujarla en un papel nos faltaría papel. Esta burguesía parasitaria y retrograda se viene apropiando del producto de la fuerza del trabajo a de una manera despiadada. Por un lado, en Venezuela la remuneración al trabajador es muy precaria y favorece el capital. Por otro lado, la burguesía no solo se apropia de la plusvalía, sino también del resto de la remuneración del pueblo con la manipulación de la oferta y encareciendo los productos de primera necesidad por el otro lado.

En conclusión, estamos siendo testigo de la institucionalización de una nueva forma de esclavitud, donde el pueblo esta siendo reducido a una bestialidad terrible, cuya expresión es afanarse por alcanzar las condiciones para la supervivencia: semi-inanición.

Nuevamente la burocracia y sus instancias han capitulado o no responden con sus acciones a la altura del compromiso histórico. El pueblo se ha quedado solo en el medio del huracán de la crisis económica. Es hora que la burocracia se mete en su cabecita que estamos en una verdadera guerra, que no es la guerra que libraban en su casa sentaditos en las computadoras. Es tiempo de colocarse la camisa kaki y tomarse la tarea de embraguetarse con el pueblo a defender las conquistas logradas con la revolución. La guerra es en serio, ya basta de camisitas de cuadros, pantalones de moda, zapatos de marca. Es hora de asumir el rol revolucionario.

Es necesario evaluar las instituciones encargadas de velar por el cumplimiento de las garantías constitucionales del pueblo. El SUNDDE si continúa en su empeño alejado de sus responsabilidades asignadas, prescindamos de ella, construyamos una nueva institucionalidad revolucionaria que sea beligerante y pase a la ofensiva. Es hora de ganar tiempo y espacio en esta guerra. La disyuntiva es ganar o perder, estamos jugando a Rosa Linda, demandemos lanzar bien los dados sobre la mesa.

Una guerra sin la presencias de sus efectivos militares en las trincheras, es como no tener a nadie. Se requiere accionar ese cuerpo para reponer el golpeado sentido del orden y la autoridad del gobierno sobre la economía. Tomemos el ejemplo de Simón Bolívar cuando los comerciantes realistas intentaron sabotear la circulación de la moneda elaborada por el gobierno patriota. Plantea Álvaro García Lineras: La burguesía se acostumbró a que le perdonen todo.

¿En una revolución cual es el sujeto de la transformación? ¿Los militares, la clase media o los trabajadores? Una revolución declarada socialista sin la presencia del rol protagónico de los trabajadores como parte del pueblo no es revolución.

Paradójicamente las sanciones contra el país, que han potenciado la profundidad de la crisis económica, nos ha tomado con un movimiento obrero debilitado, sin alma y sin iniciativa reivindicativa. Pareciera que el movimiento obrero que jugó un papel importantísimo en el desenlace de Paro Patronal a favor del Comandante Hugo Chávez Fría, la cual que tuvo en sus manos el control de la producción de la industria petrolera, tras perder la brújula clasista, la cedió a la tecnocracia petrolera, El capital nos ha impuesto una "dictadura contra el proletariado". El movimiento obrero es genufléxico y asumido la figura de un papel patronal.

Las características de esta dictadura del capital contra el proletario se pueden calibrar, analizando los siguientes aspectos:

Se está produciendo una mayor subsunción del trabajo en el capital. Los trabajadores capitalizan la acumulación de los dueños de los medios de producción (públicos y privados).

Cada día se difluyen las conquistas de los trabajadores producto de sus luchas clasistas. Se ha impuesto en lo público una tendencia acomodaticia que impide o paraliza las formas de organización de los trabajadores: Consejo de trabajadores. Se incumplen los convenios colectivos, tablas y tabuladores. El sistema de seguridad de los trabajadores se desvaneció.

La crisis se ha comido la prestación acumulada por los trabajadores. Un jubilado se ira de la empresa con una mano delante y otra atrás. Conozco el caso de un trabajador de una empresa pública que al jubilarse sus prestaciones no alcanzaron ni para comprarse un colchón.

Es tiempo de un movimiento telúrico y metabólico para edificar un nuevo liderazgo obrero, ya que el existente se parece tanto al cuarto republicano que pareciera una extensión del mismo: Elitizado, burocratizado e improductivo. Las formas de organización obrera emergentes ha cedido a la re-institucionalización de prácticas sindicales clientelares y utilitarias.

En ese sentido, una tarea fundamental (que no debe ser tinta en el tintero), es realizar un gigantesco esfuerzo para repensar el movimiento de los trabajadores, construir sus formas de organización libertarias y sus estrategias de participación en los procesos de toma de decisiones en las empresas. Una revolución sin clase trabajadora y sin posibilidad real de cristalizar los principios de la democracia obrera: cogestión, autogestión y control de la producción jamás podrá dar el salto cualitativo estructural.. La revolución es en esencia: democracia popular y revolucionaria. Nada ayuda una cúpula sindical que sea el apéndice del capital público y privado.

Me parece oportuna la coyuntura actual para que la clase trabadora reivindique sus organizaciones, la defensa de las reivindicaciones conquistadas y recupere su capacidad de demanda de los nuevos derechos que están emergiendo producto de la lucha de clase a escala internacional y nacional. Por tanto es necesario re-politizar y revolucionar el movimiento obrero. Ali Primera decía: "Si le quitan el veneno a la cascabel, puede sonar su maraca pero deja de ser cascabel".

 

garridoradicallibre@yahoo.com



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