W.C. ¡Evacuando ideas!

"Yo no puedo tener debilidades, si las tuviera hoy, por pequeñas que fuesen, mañana no podría esperarse nada de mí".

The Prisson Letters of Fidel Castro.

Carta XXI. Isla de Pinos, mayo 2 de 1955.

Wilmar Castro (de ahora en adelante W.C., no por ese espacio reducido en donde nos recluimos voluntariamente a hacer nuestras necesidades, sino por las iniciales de su nombre) es un Titán que, al igual que Prometeo, intenta "favorecer" a los seres humanos entregándoles el fuego de sus ideas. Por supuesto que estas, sus digresiones, fueron previamente robadas a los dioses y reinterpretadas por él para emplearlas como punto de partida para el avance y el desarrollo de nuestra civilización.

Siendo aparentemente el más inteligente de los Titanes del panteón revolucionario, el más estudiado, el más versado en las diversas filosofías políticas, W.C. fue adoptado por los Olímpicos gracias a sus aparentes inteligencia, prudencia y carácter benefactor. Sin embargo, late en su espíritu la rebeldía típica de los Titanes y que él amablemente nos quiere transmitir como legado a la humanidad.

Él sin embargo no es como Cronos, ambicioso de poder, ¡no, no, no! Y aunque lleva años enchufado en el estamento gubernamental, primero de la mano de Chávez y ahora con el apoyo de Maduro, y ha recorrido diversos cargos, incluyendo gobernaciones y ministerios, no se deja endiosar. W.C. está dedicado a quien quiere bien "obrar".

Primero como constituyente fue coautor de nuestra actual Constitución -la de 1999-, esa misma que los oposicionistas quisieron derogar de un trancazo con el golpe de estado de 2002 y a la que ahora invocan, citan y defienden como caballeros templarios al rescate de Tierra Santa. Luego, fue representante de Venezuela ante la Comunidad Andina de Naciones. Posteriormente fungió -en seguidilla- como ministro de Producción y Comercio y después en la cartera de Turismo. Seguidamente fue gobernador del estado Portuguesa durante dos períodos consecutivos y ahora es nuestro flamante ministro de Agricultura y Tierras -cargo que ejerce desde 2016-, es decir que al W.C. nadie le quita lo bailado. Él hace con gran esfuerzo, literalmente de "tripas corazón" para consolidar el estamento revolucionario.

Ha cumplido entonces, W.C. altas e importante responsabilidades gubernamentales que, involucran planificación, toma de decisiones y ejecución de políticas en las más diversas áreas del gobierno, "moviendo el vientre" para producir desde políticas económicas, pasando por la producción de bienes y servicios, el comercio, el turismo, hasta llegar ahora a la delicada labor de la producción agropecuaria de la nación. Pero, aunque lleva 19 años -desde 1999 hasta 2018- pienso, por los resultados que están a la vista de todos que, no ha pegado una por donde ha pasado. No es que la haya "embarrado" pero, tampoco "se le ha visto el queso a la tostada".

La industria nacional que estuvo en sus manos aún no despega, el comercio que también estuvo a su cargo continúa siendo un desmadre en el cual cada uno de los "empresarios", se ha valido de las dádivas que les ha proporcionado el Estado para hacerse de una ingente cantidad de dólares sin arriesgar sus capitales y sin que haya habido un verdadero aprovechamiento de esas divisas para favorecer el abastecimiento de las grandes mayorías de nuestra población. El turismo que también dirigió, sigue siendo patético y a pesar de las indiscutibles bellezas naturales con las que contamos y de las potencialidades que ostentamos, este renglón cada vez luce más patético. Los servicios de hotelería despiertan compasión desde el "Alba Caracas" -que debería ser nuestro alojamiento insignia-, hasta la más recóndita posada establecida en un remoto y aislado paraíso de los que nos jactamos poseer, juegan a la decepción del visitante, sea este nacional o extranjero. Igual sucede ahora con la producción agrícola y pecuaria, se le haya dejado ésta a los terratenientes de siempre, o se les haya adjudicado a novedosos experimentos sociales, llámense estos comunas, cooperativas, convites, cumbes, quilombos, rochelas o como se quiera, seguimos a merced de quienes juegan con el hambre del pueblo.

W.C. ostenta una labia que podría ser el resultado de la manipulación genética en un laboratorio oculto en donde, científicos nazis que emigraron a Latinoamérica después de su derrota durante la segunda guerra mundial experimentaron, cruzando a una dama testigo de Jehová con un caballero vendedor de Herbalife. El tipo habla hasta por los codos, diserta sobre lo divino y lo profano, sobre lo que sabe y lo que ignora, sobre lo real y lo soñado. Y usted sabe lo que dicen por allí: "mientras más habrá la boca, mayor chance tiene de ponerla"

A pesar de los titánicos esfuerzos de W.C., los precios de los artículos que sin duda así sean poquitos se producen en Venezuela, siguen su curso arrollador y escalan hasta la estratósfera. Los empresarios amigos de W.C., se cagaron de la risa ante los precios acordados, dejando como un payaso al presidente Maduro y a todo su tren ejecutivo.

Cerca de cuatrocientos mil millones de dólares -propiedad de todos los venezolanos-, han sido entregados vía CADIVI y CENCOEX a estos parásitos con la finalidad de impulsar el desarrollo de Venezuela en el área industrial, comercial, turística, agrícola, pecuaria, pesquera, tecnológica, petrolera, gasífera, petroquímica, minera, etc., etc., y que ahora, gracias a las palabras y a la defensa que de ellos hace el ministro W.C. pasan de ser una carga a convertirse en la novedosa alternativa que él mismo W.C. ha decidido más que parir evacuar, denominándola "Burguesía revolucionaria".

Créditos financieros, subsidiados, con holgados tiempos muertos para iniciar su cancelación y a muy bajos intereses, les fueron otorgados a esta nueva clase social -la de la "Burguesía Revolucionaria"-, pero sin embargo ella se ha seguido comportando como lo que es: una burguesía al fin, apátrida y parasitaria que, como producto de su particular consumo y digestión de los recursos del Estado, ha excretado a los "Bolichicos".

El cuarto de baño por su encierro, soledad, silencio y monotonía nos permite muchas veces entrar en un estado de serenidad tal, que nuestro cerebro comienza a elucubrar. Entre las divagaciones de W.C. pueden aparecer ideas como esas de una "burguesía buena", pero ese espejismo de una "burguesía nacionalista" no existe y la "Burguesía revolucionaria" sólo representa para nosotros la invención de un nuevo oxímoron en donde una palabra contradice, niega a la otra. Ese silencio atronador resulta ser un "peo".

En este caso, el mérito de W.C. en su pujo intelectual es que, aunque tratando de disfrazar su edulcorando cambio, en la metamorfosis de socialdemócrata a chavista revolucionario a capitalista salvaje, el capullo filosófico con que se ha envuelto es ese sutil hilo que denominó "Burguesía revolucionaria".

Chávez intentó frenarlo, mil veces nos lo señaló. A la tendencia revisionista la catalogó de "Gatopardismo" y advirtió que: "Mucha gente por falta de voluntad, por falta a veces de coraje, por falta de consciencia... termina siendo vencido por las resistencias al cambio… y el termina dejándose llevar… y termina cayendo en brazos del reformismo, que no es otra cosa que el Gatopardismo, esa es una tendencia que amenaza a toda revolución".

De aquel pueblo poderoso, independiente, reflexivo, emancipado y soberano soñado por Chávez, a través de una interfaz revisionista y gatopardiana, nos quieren volver a encausar por el sendero conformista de ser nuevamente una fuerza laboral al servicio de la "Burguesía Revolucionaria".

Esta tesis de W.C. representa entonces el quinto elemento, ni sólido, ni líquido, ni gas, ni plasma, es una especie de "condensado Bose-Einstein" de la política que ni es comunista, ni es capitalista, ni socialista, ni absolutista, ni popular, ni burguesa, simplemente se trata de la "Burguesía revolucionaria".

Similar en mucho a la trama Galleguiana plasmada en Doña Bárbara. W.C. pone a Marisela -el pueblo-, que fue abandonada por su madre a su propia suerte, para luego de ser redimida por Santos Luzardo, y que de sucia y desgreñada pasa a ser bella, tierna e independiente, representando a que dudarlo, la evolución de lo primitivo y salvaje a lo revolucionario. Sin embargo, la vida de la renovada Marisela-pueblo no está exenta de peligros. Doña Bárbara que encarna esa clase social latifundista, capitalista salvaje, arbitraria, astuta, parasitaria y caprichosa, que emplea sus relaciones con el poder interno, representante de la decadencia, el servilismo y la incompetencia de la clase política tradicional (Ño Pernalete el Jefe civil) y externo -Mister Danger- que simboliza el desprecio que profesan los extranjeros hacia los venezolanos, y la complicidad de Balbino Paiva, Melquíades Gamarra y el bachiller Mujiquita, atentan contra el proyecto civilizador adelantado por Santos Luzardo quien trató de enseñar que existen más allá de los personalismos, mecanismos colectivos que junto a la educación y al cumplimiento de las leyes pueden adelantar iniciativas que conduzcan al progreso y al bien común.

No hace falta irse a cavilar dentro del cuarto de baño para darse cuenta de que entre Lorenzo Barquero y Lorenzo Mendoza no hay mucha diferencia, y que esa pequeña disparidad la establece únicamente el cómo usaron -o usa cada uno- sus contactos, emplearon sus amistades y aprovecharon sus influencias. W.C. no quiere languidecer como Barquero en "la melancolía criolla del intelectual frustrado" (http://saber.ucv.ve/ojs/index.php/rev_ak/article/view/11557. Coloco la cita no me vaya a pasar como a Pedro Sánchez, ¡Guillo, es mejor "hacer la diligencia"!).

Sin llegar a ese decadente concepto del "Socialismo en lo social" que ha servido exclusivamente para distribuir ayudas, como si viviéramos sobreviviendo a un eterno cataclismo y que se presta para la corrupción y el negociado, para la manipulación y al chantaje, nuestra "Lumpen Burguesía" sólo piensa en transitar la senda del capitalismo parasitario. Un liberalismo hipócrita la impulsa, y encaminarse y aceptar un sistema socialista de justicia e igualdad es imposible, es inaceptable para ella. El solo hecho de mencionarle el término socialista activa todas las alarmas que la clase capitalista, adaptada a la explotación del obrero bajo el amparo de la ley y los gobiernos posee, y va a negarse rotundamente a conceder reivindicaciones que mermen sus apetitosas ganancias.

Vivir sin preocupaciones de la renta petrolera, aupar el contrabando, acicatear la especulación y acariciar a la casta democrática burguesa con su politiquería barata, han permitido la supervivencia, es más el florecimiento de un capitalismo que en realidad nada produce, pero que le teme a un pueblo rebelde e irán a cualquier rincón del mundo y le venderán su alma a cualquier demonio que les garantice la persistencia del sistema y los aleje del socialismo sea cual sea la forma en que este se presente.

Todo lo que huela a marxismo y desafíe la impunidad con la que la burguesía criolla explota a los seres humanos y amenace la tranquilidad de su "libre empresa", será satanizado. Ahora bien, un pueblo en rebeldía acicateado por el socialismo no se dejará convencer tan fácilmente de entregar su fuerza laboral, de dejarse robar la riqueza colectiva, no se resignará a pasar hambre sin luchar en aras de sostener a esta novedosa "Burguesía revolucionaria".

Pero aunque han transcurrido casi 20 años de proceso revolucionario, existen aún unos cuantos aprendices de brujo que prefieren codearse con las clases acomodadas antes que con ese pueblo insurrecto que los apoyó incondicionalmente y los llevó a encumbrarse en sus cargos. Viven del socialismo pero reniegan de él. Aprovechan sus encantos -del socialismo quiero decir- pero reniegan de él pues ahora no quieren dejar de ser la clase emergente privilegiada en la que se han convertido, en esa "Burguesía revolucionaria" que ahora piensan patentar.

El sector económico venezolano no se hace de rogar ante las solicitudes del imperio y la clase política emergente al parecer les acompaña, desde el mismísimo presidente Maduro que declara en la ONU: "Yo estoy dispuesto a estrecharle la mano al presidente Trump…", hacia abajo, todos ellos en el fondo quieren pertenecer a esa nueva "Burguesía revolucionaria".

Dice Toby Valderrama que W.C. "tiene más entusiasmo que conocimiento", que "se quedó pegado en la fase ingenua de la política, o como diría Chávez, en la fase pendeja, creyendo en pajaritos preñados, terceras vías y burguesía revolucionaria", que W.C. "tiene la virtud de la sinceridad, aunque inoportuna para el gobierno, y la rara condición, en esa cúpula, de ser llevado por las buenas intenciones". ¿Buenas intenciones?, ¡Yo te aviso chirulí!

No sé si se dieron cuenta los padres de W.C. al registrarlo, bautizarlo o al inscribirlo en el kínder (para las nuevas generaciones el preescolar), pero de lo que si estoy seguro es de que algunos de sus compañeros de escuela -los más jodedores, o los "chalequeadores" del bachillerato- le deben haber jugado unas cuantas mamaderas de gallo con las iniciales de su nombre, como hoy día lo hacen con su excreta filosófica.

¿"Burguesía revolucionaria"?, ¡Ni de vainas!

Carlos Pérez Mujica

carlosperezmujica@gmail.com



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