El chantaje al chamo

Viendo a los jóvenes luchar, o atacar, como quieran, a la Guardia Nacional luche contra mí mismo, y con toda la empatía que pude intente admitir en mi entendimiento las inmensas ganas que esos chamos tienen por transcender. No dudo que muchos de ellos lo hagan por amor a Venezuela por las razones fundamentadas en la dramática situación económica y moral del país. Así que dejando de lado el análisis profundo, histórico, de fondo, acepte la superficialidad, lo que se ve, lo que se siente.

Luche por instantes hasta con la posición política de anti-opositor. Aclaro el concepto, hay chavistas, antichavistas, ni-ni, enchufados, vendepatrias, apátridas y los antiopositores. Me esforcé por justificar el uso de las máscaras anti gas, los cascos, los cañones artesanales, las máscaras de "anonymous", y los escudos decorados con el tricolor nacional o con la Cruz de Malta, la cruz roja, par de CD o los círculos concéntricos del Capitán América, total , están decorados.

De verdad me esforcé. Son chamos y están en pie de guerra; han estudiado tácticas de guerra, se han compartido información de técnicas bélicas, han consultado expertos y han materializado el video juego tan duramente criticados por todos pero jugados adictivamente por nuestros hijos. En fin, han hecho de su lucha una epopeya valerosa. Asumiendo una actitud rebelde y combatiente, que no comparto, ni por las motivaciones, justificaciones, ni por la forma, pero es una realidad.

La reflexión me llevo a mi desordenada biblioteca. Busque algo y me pregunte ¿Que leo? …y de repente veo la novela Casas Muertas, la de Miguel Otero Silva. Tomo el libro y leo en la tapa posterior el currículo del escritor, y me llamo la atención el premio Lennin de la Paz (equivalente ruso al premio Nobel de la Paz) otorgado por la Rusia de 1980, la Unión Soviética comunista, la de la guerra fría. La Unión Soviética de los juegos olímpicos de Moscú que deslumbró al mundo con un mosaico humano perfecto y un osito de peluche que se elevó a los cielos. La URSS explosionada en 1989.

Miguel Otero Silva, en 1929 y con 20 años de edad, asaltó junto a 38 jóvenes más, un fuerte militar en Curazao, robándose un parque de armas, secuestrando al gobernador de la isla holandesa y llevándoselo como rehén en un barco hasta la Vela de Coro, donde se libró una batalla contra las tropas gomecistas. Fueron derrotados, murieron muchos de sus compañeros y tuvo que huir hacia las montañas. ¡Que aventura! Se dice que se fueron caminando hasta Colombia, él y dos más, entre los que destaca Rafael Simón Urbina, líder de aquel movimiento anti gomecista, pero más recordado aun porque en 1950 secuestró al presidente de Venezuela, Carlos Delgado Chalbaut. Episodio muy turbio de nuestra historia republicana, casi oculto, en donde murieron él y el Presidente de la República en funciones.

Luego en 1955, con 47 años de edad, publica Casas Muertas, su segunda y más famosa novela. La leí en mi tercer año de bachillerato, bueno, en realidad no lo hice, pues con 13 años de edad cuesta leer algo tan triste, así que la ojee y con cierta habilidad pude entregar mi tarea de castellano y literatura. Así que, recordando toda esa trama histórica que denuncia esa emblemática novela de la primera mitad del siglo XX venezolano me senté y leí otra vez la historia del pueblo de Ortiz….y en la página 57 de las 91 que tiene mi edición emergió una respuesta….Capitulo VIII, el protagonista Sebastián y otros se indignan por ver como presos políticos del gomecismo a unos estudiantes de la capital de paso por el pueblo y camino a una cárcel de trabajos forzados, la temida Palenque. El protagonista es "picado por el mosquito de la política", quiere cambiar las miserias por grandezas. Sueña con hacer justicia, derrocar a Gómez, unirse a los alzados que vienen desde el Llano apureño…emular a Páez, comandar tropas…hacer una revolución.

En los diálogos interviene la Señorita Berenice, la maestra de escuela, la persona más culta del pueblo. Este personaje, también antigomecista, dice lo siguiente: "La guerra civil es la causa de todos nuestros males. Si el pueblo Ortiz está en escombros, si la gente ha huido, si la gente se ha muerto, todo paso por culpa de las guerras civiles. Dicen que fue el paludismo, que fue el hambre, que fue la ruina de la agricultura y de la ganadería. Pero ¿quién trajo el hambre?, ¿Quién trajo el paludismo?, ¿Quién arraso los conucos? ¿Quién acabo con el ganado?....La guerra civil. Aquí había mosquitos siempre, y nos picaban siempre sin que nos diera paludismo. Pero los soldados jipatos que venían en campaña desde el llano y pasaban por Ortiz y los que venían de oriente en revolución…fueron las sangres que envenenaron a nuestros mosquitos… Las guerras civiles reclutaron a nuestro jóvenes, pisotearon y arrancaron las maticas de maíz y frijol, mataron las vacas y becerros…y nos dejaron el paludismo para que acabara con lo poquito que quedaba en pie". Con este desgarrador relato la maestra ilustra de los estériles sacrificios de la guerra civil y predice la muerte de Sebastián.

Sebastián no se amilana por la reflexión de la maestra, y convencido la convence. La maestra termina por regalarle un antiguo revolver…la novela no lo dice, pero supongo que la "solterona maestra" alguna vez tuvo un novio que se lo llevo la anterior guerra civil, y lo que le quedó fue ese revolver.

La predicción de Berenice es consumada. Sebastián nunca llega a conformar un ejército y regresa al pueblo a morir víctima del paludismo…El Miguel Otero Silva de 20 años de edad se embarcó en una aventura de acción, quería cambios ya. El de 47 años aterriza en la reflexión profunda.

Lamentablemente no tengo copia de tarea que entregue en 1976 para compararla con esta que acabo de hacer. Pero de seguro mis conclusiones son distintas.

No se puede amansar la juventud; la juventud se vive. Así que esa energía vital hay que canalizarla para el bien y la felicidad. Hoy nos podríamos restregar que no lo hemos hecho bien esa canal. Habría que ver cuántos de los jóvenes seducidos por el afán de un cambio ya han leído Casas Muertas y cuantos han jugado Mortal Kombat o Call of Duty. Pero también hay que ponderar el temor sembrado en nuestros muchachos al ocultarles el futuro detrás de las sombras de esta coyuntura para entenderlos en su afán.

La incertidumbre de graduarse y no encontrar empleo, lo imposible de comprar un carro, o una casa. Sentirse atrapado en la casa de los padres…sentir que el futuro no existe los sucumbe ante la necesidad de forzar un cambio ya. El ímpetu de la juventud los hace soñar con accionar un interruptor y tumbar al gobierno para que al día siguiente todo este chévere otra vez.

Lamentable ese espejismo de la solución ya podría hacerse realidad si el actual gobierno es derrocado y estigmatizado como la "vil dictadura". Pero también sería la más clara demostración de la estrategia del chantaje y sabotaje implantada por quienes desde siempre han destruido los sueños de los demás para sustentar sus realidades. De darse este escenario muchos entenderían ese extraño verso del himno nacional que dice: "el vil egoísmo que otra vez triunfó"…

Toca apelar al patriotismo como herramienta final. Difícil empresa a acometer desde la literatura y la cultura. Pero, como a nadie le falta Dios, ellos mismos están levantando el patriotismo con sus acciones violentas y destructivas. Espero sea suficiente para despertar el sentimiento patriota hoy, pues de no ser así, quienes hoy luchan por accionar ese interruptor en el futuro deberán ver a sus hijos luchando también, pero no contra el gobierno de su país sino contra otro país invasor.

 

manuelgragirena1@gmail.com

 

 



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1883 veces.



Manuel Salvador Gragirena

Profesor Universitario. Ingeniero Electricista. Especialista en Telecomunicaciones. Diploma de Estudios Avanzados en Educación. Ex Sidorista

 manuelgragirena1@gmail.com

Visite el perfil de Manuel Gragirena para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Manuel Gragirena

Manuel Gragirena

Más artículos de este autor