¿Extravío de la centralidad política? Pensar la posibilidad de una izquierda «Unidad» y «decolonial»

En los últimos años, al interior de la izquierda latinoamericana parece agotarse esa centralidad donde gravitaron las múltiples luchas anticapitalistas; cuya etapa más fructífera se puede situar en lo que algunos autores denominan la década ganada (2000 - 2010), traduciéndose este hecho en una crisis de representación materializada en dolorosas derrotas electorales en países como Venezuela y Bolivia, y también en el retorno de la derecha neoliberal a Brasil y Argentina. En las líneas que siguen, queremos poner sobre la mesa lo que parece ser una de las causas principales de la fragmentación de la izquierda: la pugna entre lo étnico vs lo clasista por la vanguardia de la lucha política.

Es conocido que los países de nuestra región que más han avanzado hacia un modelo alternativo al capitalismo son Bolivia, Ecuador y Venezuela; muestra de ello son sus revolucionarias constituciones, la disminución de desigualdades, la organización del poder popular emergente, etc. Sin embargo, los tres países se sustentan de un rentismo feroz que paradójicamente ha ido profundizándose. No es nuestra intención aquí hacer lectura de esta profundización extractivista, con ello solo conseguiríamos descarriar lo que estamos intentando analizar; solo mencionamos el hecho porque a nuestro entender esta capitalización de la "naturaleza" deviene en el distanciamiento de una izquierda (ecologista, etnicista y evidentemente antiextractivista) con respecto a estos gobiernos que dan prioridad a las reivindicaciones populares en las ciudades, manteniendo múltiples programas sociales que logran financiarse a expensas de dicha renta. De allí la interrogante que suscribe el título de este escrito; pues, la diversidad de corrientes al interior de la izquierda entran en pugna para ver cuál logra consolidarse como nueva centralidad de lucha; sin embargo, estas posturas políticas en oposición, no hacen más que anularse; por lo que representan unos de los desafíos a superar para la reinvención de una izquierda que debería fijar un nuevo horizonte político ya no solo anticapitalista o antiimperialista; sino también antimoderno.

El libro de Hector Diaz-Polanco, El jardín de las identidades: la comunidad y el poder, enfocado al análisis de la 'etnofagia' como método disolvente de las identidades premodernas en la globalización, pone en tela de juicio las políticas de falsa inclusión llevadas a cabo por el neoliberalismo –vía Estado– en esta región. No obstante, en algunos pasajes, el antropólogo dominicano trae a colación algunas disyuntivas que dan cuenta de la desunión de estas posturas: por un lado tenemos un particularismo reduccionista que al situar como eje central lo étnico, termina ignorando la constitución nacional en el que cobran sentido las comunidades indígenas; por otra parte la posición clasista que no considera el componente cultural en la configuración nacional, lo que en palabras del autor, niega potencial alguno al fenómeno étnico.

Desde una perspectiva decolonial, no basta con organizarse ante el capital de manera que la principal disputa sea el modo de producción capitalista como en la ex URSS. De manera que, el siglo XX nos está diciendo que el capitalismo no solo representa un sistema económico; pues se trata de un sistema hegemónico que trasciende las relaciones económicas e incluye relaciones raciales, sexuales, de género, espirituales, lingüísticas, pedagógicas, epistemológicas, articuladas todas en una matriz de poder colonial que establece la superioridad biológica y/o cultural de las poblaciones de origen europeo construidas como «occidentales» sobre las poblaciones no-europeas construidas como «no-occidentales». Por lo tanto, si te organizas contra el capital de forma sexista, racista, eurocentrista, occidentalocentrista, cartesiana, cristianocentrista, heterosexista, ecologicida, etc. reproduces todas las lógicas civilizatorias de dominación de la modernidad/colonialidad y termina corrompiéndose la propia lucha contra el capital (Grosfoguel, 2009, 2017).

Esto indica que todo reduccionismo economicista (o de otro tipo) con pretensiones de universalidad sigue un carácter [neo]colonial. En otras palabras, todos tenemos que velar a posteriori por la lucha étnica, racial, ecológica, feminista, sexo-diversa o clasista... por mencionar variantes; puesto que en realidad se trata de una multiplicidad de luchas que se deben librar mancomunadamente, como la configuración de un todo subversivo, sin perder la esencia de las particularidades. De allí, la misiva de Boaventura de Sousa Santos: «tenemos el derecho a ser iguales cuando las diferencias nos inferiorizan y a ser distintos cuando la igualdad nos descaracteriza».

En este sentido, cabe preguntarse: ¿Una izquierda que no sea ecológica o que mantenga una economía rentista por herencia histórica y por diseño de la economía global, quiere decir que ya no es una verdadera izquierda? ¿Puede decirse que si un gobierno de izquierda se aleja de la lucha étnica y da prioridad a la lucha popular o a viceversa, deja de ser de izquierda? Es evidente que no, para nosotros, solo sigue siendo una izquierda moderna que se acomoda a su realidad; el problema está cuando estos gobiernos no cuestionan su accionar, cuando son incapaces de representar todas las corrientes de izquierda; pero de allí a vilipendiar el proceso por no salir ahora mismo del rentismo es muy duro, además si consideramos que en la circunstancia coyuntural en la que se encuentran estos procesos no tienen las condiciones materiales/objetivas para hacerlo. Asimismo decimos que, tan moderno son los ecologistas que no ponen su lucha en diálogo con luchas "otras" y por el contrario quieren avanzar a un nuevo estadio social agarrándose de lo étnico sin relacionarlo con lo nacional.

Relacionar lo étnico en el sentido que pretendemos dar no significa su disolución como fácilmente podría mal interpretarse, nos referimos a la dificulta del etnicismo para llevar la lucha étnica a procesos más complejos, donde las demandas indígenas trascienden sus límites geográficos y en confederaciones pluridiversas –pescadores, campesinos, indigenas, afrocaribeños, mujeres, obreros, por ejemplo– logren poner en cuestión la homogeneización del Estado-nación y su hegemonía, puesto que esto tiene implicaciones políticas fundamentales; se nos ha enraizado la idea que con la figura del Estado-nación se identifica toda la población que habita dentro de sus fronteras de manera homogénea; lo cierto es que al interior de éstos, hay una multiplicidad étnica que se aleja de la identificación nacional y representan un auténtico cuestionamiento a esta figura moderna del Estado-nación que busca mimetizar la heterogeneidad sociocultural.

Retomando a Díaz-Polanco; para el etnicismo, lo nacional no existe o existe solo como lo externo o aquello que se opone a lo étnico; mientras que para las determinaciones clasistas, la nación solo la define la dinámica socioeconómica y política de las clases. Siguiendo esta línea, el problema que prela realmente sobre estas posturas, radica en la camisa de fuerza que representa el Estado-nación, a nuestro parecer es necesario un giro dialéctico para comprender que el reto a superar aquí es propiamente el Estado-nación moderno que organiza a la población en el marco de una sociedad global que se monta sobre las comunidades. Dicho de otro modo, con la globalización neoliberal, la Modernidad afianza un verdadero «comunitaricidio»; esto quiere decir que lo étnico y las comunidades de clase popular son constituidos en un bloque social de oprimidos por el mismo enemigo a saber: la organización racial como principio constitutivo de la división internacional del trabajo, entre países centrales y periféricos. Por ello, el mencionado autor afirma que lo étnico no es ajeno a la estructura de clase, por lo que el énfasis unilateral etnicista constituye el planteamiento de un proyecto étnico que excluye lo distinto, degenerándose en una forma de reproducción de lógicas brutalmente modernas.

Por tanto, la tesis que sostenemos en este texto es que tanto la lucha étnica como la lucha de clases y la multiplicidad de luchas deben solaparse para hacer frente común al dominó ejercido al interior de las fronteras del Estado-nación, siendo el Estado-nación una figura político-jurídica organizativa de la Modernidad cuyas pretensiones políticas pasan por disolver las identidades y con ellos las comunidades; mientras que económicamente son despojados por las trasnacionales de los países centrales. No ver esto, es querer instaurar el socialismo en un solo país, creyéndose la falsa idea liberal que el Estados-nación es verdaderamente independiente y autónomo para decidir aisladamente de la economía global que lo cerca y el paquete de relaciones jerárquicas de dominación que lo caracteriza, este solipsismo también forma parte del colonialismo interno.

De ese modo, una izquierda decolonial debe aflorar y fijar como objetivo la transición hacia un nuevo estadio social ya no tomando como bandera una sola lucha en la que nos identifiquemos todos, sino que la bandera de lucha debe surgir desde el seno de las múltiples luchas. Es un poco rescatar el sentido que dan los teóricos decoloniales cuando hablan de formas "otras" de hacer política; pues, la nueva centralidad de lucha que imaginamos, pretende construirse sobre proyectos políticos epistémicamente pluri-versales y no uni-versales.

En suma, en el acuerdo y en la negación lo importante en la cultura humana es el movimiento que imprime la dialéctica de las ideas, esta generación tiene la responsabilidad histórica de reinventarse; por ello un giro decolonial y la unidad de las luchas son harto necesarias, sino estamos perdidos y distantes.

¡Naufragar no es opción, seamos capaces de aglutinar las fuerzas!

BIBLIOGRFIA

Sousa Santos, Boaventura. (2001). La igualdad no es suficiente [Entrevista]. Disponible en: http://www.rebelion.org/hemeroteca/cultura/entrevista_boaventura130301.htm

Diaz-Polanco, Hector. (2016). El jardín de las identidades: la comunidad y el poder. Caracas: Premio Libertador al Pensamiento Crítico. Fundación Editorial El perro y la rana.

Grosfoguel, Ramón. (2009). "Izquierdas e Izquierdas Otras: entre el proyecto de la izquierda eurocéntrica y el proyecto transmoderno de la nuevas izquierdas descoloniales". En: Tabula Rasa. No.11: 9-29. Bogotá - Colombia.

Grosfoguel, Ramón. (2017). "Caos sistémico, crisis civilizatoria y proyectos descoloniales: pensar más allá del proceso civilizatorio de la modernidad/colonialidad". En: Tabula Rasa. No. 25: 153-174. Bogotá - Colombia.



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