Servicios públicos, tarifas y revolución

Es tarea pendiente y ya impostergable la discusión nacional sobre el tema de sostenibilidad de los servicios públicos.

El capitalismo propone básicamente que el acceso sea para quién pueda pagar: agua, electricidad, gasolina y telecomunicaciones establecen sus tarifas y punto. Cada ciudadano hace uso racional de dichos servicios so pena de verse pechado con altas sumas que sin dudas desequilibraría el presupuesto de cualquier asalariado. Quizás el transporte público masivo en Europa sea la excepción, allí el capitalismo asume que debe subsidiar para garantizar que la fuerza de trabajo se desplace a los enclaves industriales.

Hay otros modelos tarifarios, dónde haciendo uso de herramientas de la planificación urbana, la estadística y el análisis censal, se logran establecer tarifas diferenciadas por zonas geográficas o capacidad económica e ingreso familiar.

En Venezuela, la revolución ha declarado el acceso a los servicios públicos como derechos humanos, de allí el inmenso esfuerzo financiero para invertir en desarrollo de infraestructura para garantizar la democratización del acceso en agua, electricidad y telecomunicaciones.

Cómo revolución debemos discutir, que siendo un derecho el acceso, el subsidio que hoy asume el Estado, no puede, no debe, es éticamente inaceptable que siga siendo universal. Con las tarifas de hoy se subsidia a empresas, a la gran industria y las zonas dónde reside la población cuyos ingresos son al menos 30 veces superiores al ingreso medio familiar.

La escasez de divisas y la acupuntura propuesta por el presidente Nicolás Maduro debe proveer y garantizar los recursos para la operación y mantenimiento de los servicios públicos: 20 millones de suscriptores tiene CANTV Movilnet, 7 millones de hogares toca la electricidad y 93% de los hogares cuenta con servicio de agua potable.

La acupuntura debe ser tal: entre taxis y servicios públicos masivos la decisión es obvia, entre dólares para pagar artistas internacionales en fiestas de Carnaval y dólares para el mantenimiento y operaciones relacionados con los servicios públicos, la revolución no debe tener dudas.

Modelo cómo el de los hermanos Cubanos establece en cuanto a los servicios públicos, que no se subsidia el servicio, el servicio cuesta lo que cuesta, se subsidia a la persona.

Desmontar la política de subsidios universales y asumir una política de subsidio focalizado y tarifar según ingresos, es urgente. Definir a quién subsidiar, quién de verdad lo requiere es fundamental no sólo para las finanzas de la República, sino (y más importante) para sentar las bases de la cultura ciudadana que es responsable en el uso de los servicios públicos.

Hoy las alarmas se encienden en los tres sectores. Las hidrológicas, el servicio eléctrico y telecomunicaciones sufren y padecen el síndrome de la "gasolinización", sus tarifas están tan rezagadas con respecto a sus costos operativos que inicia un proceso de deterioro acelerado que amenaza la continuidad en la prestación de servicios. La dificultad de acceder a divisas de manera suficiente y oportuna, el incremento de los costos en Bolívares y la no actualización y adecuación del esquema tarifario, es un cóctel nefasto para el futuro de la Patria.

En las grandes y extensas redes de carácter nacional que son la plataforma para llevar servicios públicos a la población, las tareas de mantenimiento son indispensables y la inversión en materiales y herramientas un requisito necesario.

Este escrito pretende ser un alerta. A la ya difícil situación, consecuencia de la guerra económica, se puede agregar, si no actuamos diligentemente y a tiempo, el colapso de los servicios públicos.
 

Iramaru94@gmail.com



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