Sindéresis

Con o sin revocatorio Maduro perdió a su pueblo

Ya ni llorar es bueno, porque no hay esperanzas…Reza el viejo bolero interpretado por Javier Solís. Y parece no haber esperanzas en un gobierno que abandonó al pueblo. Las colas en los centros de distribución de comida se han incrementado, convirtiéndose en aglutinaciones humanas donde abundan lágrimas, desesperanza y conmiseración. La mayoría de la gente no logra adquirir alimentos porque se agotan intempestivamente y los regentes de los comercios no saben dar explicaciones por lo que junto a los supuestos protectores de los ciudadanos burlan descaradamente los empeños de comprar lo mínimo para alimentarse. Y huelgan entonces las maldiciones al gobierno. Del presidente ni se diga, lo que profieren.

De los CLAP, se dice cualquier cosa, menos que puedan ser alguna solución a la problemática alimentaria que vive Venezuela. A punta de hambre, entonces el presidente perdió su pueblo. Un pueblo que Chávez le dejó y que en sus manos se desmoronó. Pero no es solamente el hambre que ya incursiona en las escuelas advirtiendo desmayos en los niños. Y ni en los hospitales donde no se observan ya las bandejas con la mínima dieta nutricional a los enfermos. Es también que las medicinas elementales de tratamiento para enfermedades como diabetes e hipertensión no se consiguen o cuesta mucho hacerlo. Y de los repuestos para carros, se olvidó tanto la gente, que optaron por parar sus carritos en casa con la esperanza perdida de conducirlos alguna otra vez.

Está tan dura la cosa, que se prevé un aumento del costo de la vida en el país que dará al traste con el salario hasta de los más privilegiados burócratas del gobierno. Cómo será entonces en caso de los trabajadores medios de la administración pública a quienes en su mayoría se les adeudan los últimos incrementos salariales que con bombos y platillos el gobierno viene anunciando. La errática estrategia económica que el gobierno viene practicando ya la nota hasta el más desprevenido de los ciudadanos. Los motores se accidentaron hace meses. No hay rubro de la economía nacional donde el gobierno pegue una. Los ministros y expositores del gobierno y sus políticas no hablan de desarrollo verdadero, sino que la actividad politiquera la mencionan en primer orden.

El sufrimiento del pueblo pasa por bolas en la verborrea gobiernera. Admiten tímidamente la crisis, pero no dan soluciones a ningún plazo. Tienen años achacando la crisis a una guerra económica que se ha convertido en un fantasma. Ya no hay pueblo entonces. Cualquier consulta electoral ahora o un poco más tarde daría al traste con la revolución. Habrá que comenzar de nuevo. Y será cuando prive la sensatez de saber que la ignominia y la arrogancia deben ser aborrecidas desde un gobierno que se precie socialista.



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Neri La Cruz


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