¡A rescatar la idea de democracia de las garras de la burguesía!

En Venezuela con la llegada a la Presidencia del Comandante Hugo Chávez se inicia un proceso de transformaciones sociales que como es natural, ha venido presentando altas y bajas en su andar. Las fuerzas contrarrevolucionarias internas y el imperialismo norteamericano acusaron en todo momento al gobierno del Presidente Chávez y ahora el del Presidente Nicolás Maduro de dictatoriales, de fraudulentos, de despóticos, en fin, sobran los epítetos con los que los enemigos del cambio social tratan de manchar el necesario proceso de transformaciones que se adelanta.

Desde el momento en que la sociedad se divide en clases sociales éstas, en los distintos estadios del desarrollo social, presentan unos intereses que son particulares a cada una, determinados por la relación que las personas tienen con la propiedad de los medios de producción. Las clases sociales se agrupan así en torno a un interés económico particular, siendo conglomerados de individuos con un interés común y con una identidad determinada por la relación de posesión con los medios de producción, como explicara Lenin.

Hay algunos conceptos que la sociedad burguesa ha secuestrado del ámbito de los procesos de transformación revolucionaria y les ha dado una connotación que supuestamente es inherente al capitalismo y a sus modelos de construcción de sociedad. Uno de ellos es la idea de democracia.

Es sabido que el concepto democracia, proveniente de la unión de las palabras griegas demos, “pueblo” y kratein, “gobernar”, se usa de forma general para denotar la supuesta participación de los pueblos en los actos de gobierno y en el proceso mismo de gobernar.

Si miramos un poco la historia, en Grecia, cuna de la democracia occidental, la sociedad estaba formada por distintas clases sociales y basaba su existencia en la producción a partir del trabajo esclavo. Solo una pequeña porción de las personas que formaban parte de dicha sociedad, eran participes de la democracia: solamente los hombres libres, sin deudas y con alguna propiedad, es decir los ciudadanos; no las mujeres, no los que no tenían propiedad y por supuesto no los esclavos, sobre quienes recaía toda la carga de llevar a cuestas el modelo social. Entonces ¿de qué pueblo se hablaba en Grecia para ejercer la democracia? De un sector muy reducido de la población, evidentemente.

Con el transcurrir del tiempo y las luchas sociales, surge el capitalismo como modelo social contrapuesto al sistema feudal, imponiéndose a sangre y fuego en el poder político, destruyendo las formas de Estado que implicaban la dominación de la nobleza en la sociedad, y conformando unas nuevas que le daban a la burguesía el espacio para hacerse la clase dominante, con todos los medios del Estado a su servicio y la construcción de una ideología burguesa, reaccionaria. La burguesía toma para sí, como clase, el derecho de imponer a la sociedad todos sus intereses particulares, mostrándolos como si en el Estado burgués se vieran representadas todas las clases, como si sus intereses económicos como dueños de los medios de producción, fuesen los del conjunto de la sociedad.

La sociedad hasta nuestros días y desde el momento que se dan las primeras divisiones sociales del trabajo, se encuentra dividida en clases. Clases que se mantienen en pugna constante, en la lucha por sus intereses. Es así como surge la necesidad de conformar estamentos especializados de dominación, que no son otra cosa que el Estado. El Estado es, para decirlo de forma sucinta, una organización orientada a mantener el dominio de una clase sobre el conjunto de la sociedad.

No es el Estado un acuerdo o pacto social, como lo quieren mostrar, es un órgano de clase con una función específica de dominar, de imponer unas normas de comportamiento, de someter por medio de la ideología y de la fuerza, a la sociedad toda a los intereses de la clase dominante en un momento particular del desarrollo histórico.

Así, todas las formas de participación, de organización, que a partir de un Estado particular se conforman, están orientadas a dicho fin: dominar, a garantizar el dominio de una clase. Hoy con el desarrollo descomunal de las fuerzas productivas, con la concentración de los medios de producción en manos de la burguesía, el modelo burgués de sociedad se ha hecho mundial; el Estado en términos generales es un Estado burgués a nivel global, salvo algunos procesos que buscan transformar dicha realidad. Esto implica que la dominación de la burguesía es global, en todos los ámbitos de la sociedad y por supuesto la participación política es uno fundamental.

En la sociedad con antagonismos de clase, son los sectores que detentan el poder económico y por ende el poder político los que se ven representados en el Estado. En las normativas legales, es la voluntad de la clase dominante la que se erige en ley, como lo dijera ya Carlos Marx. No es el pueblo quien manda; esa idea de pueblo es ambigua, no explica nada en sí. Conceptos como “popular”, no explican las contradicciones de clase que se presentan en este momento. El pueblo no manda nada. La sociedad está dividida en clases sociales, con unos intereses particulares, dominados ideológica y políticamente por la burguesía. En mi opinión esto es importante tenerlo siempre claro, para poder entender los procesos que en la sociedad se van dando.

El concepto de clase social y con él los intereses económicos que cada una representa es fundamental, a la hora de profundizar un proceso revolucionario, para no perdernos en los vericuetos que la palabrería legal o moralizante impone.

En esta medida conceptos como democracia a secas, tampoco indican nada: las formas de organización del Estado y el poder político, corresponden con una defensa, en última instancia, de unos intereses económicos que se corresponden con los de la clase dominante.

Existen las democracias que como digo, representan un interés particular, la democracia burguesa y la democracia proletaria, ambas con unos interesases muy diferenciados; la una con un nivel de participación que excluye de la vida política a todas las clases, menos a la burguesía, y la democracia proletaria, que recoge en sus intereses, los de la sociedad toda en su conjunto, pues no hay un interés económico particular en el proletariado, por eso es el sujeto histórico llamado a liderar las transformaciones sociales verdaderamente revolucionarias.

En el país “más democrático” del mundo para algunos: Estados Unidos de América (para ellos América solo es una parte de Norteamérica), según datos publicados por el Center for Responsive Politics (CRP), elaboró por medio de su equipo Open Secrets una tabla sobre los gastos electorales de 1998 hasta el 2010:

Ciclo

Gasto total

A Demócratas

%

A Republicanos

%

2010

3 648 232 683

1 816 201 141

50

1 772 688 000

49

2008*

5 285 680 883

3 006 088 428

57

2 239 412 570

42

2006

2 852 658 140

1 360 120 917

48

1 444 816 900

51

2004*

4 147 304 003

2 146 861 774

52

1 963 417 015

47

2002

2 181 682 066

977 041 618

45

1 183 255 932

54

2000*

3 082 340 937

1 311 910 043

43

1 662 298 674

54

1998

1 618 936 265

731 878 353

45

878 130 297

54

*Ciclo de elección presidencial

Se estima que para las elecciones del 2012 el monto superó los 6300 millones de dólaresi.

Es evidente que las sumas de dinero destinadas a los procesos electorales en el “país más democrático” del mundo, son asombrosamente altas; eso sumado a su sistema bipartidista que concentra todos los espacios del poder político estadounidense, son una muestra más que elocuente de que son los grandes sectores que dominan el poder económico, con grandes conglomerados que financian a motu propio, pues para nadie es un secreto que las grandes sumas de dinero desembolsadas, son una forma de imponer sus intereses en los individuos que resultarán electos.

La sociedad burguesa impone la idea que la simple participación electoral de una parte de la ciudadanía, y la alternancia de un partido político u otro es muestra de reconocimiento de las necesidades y los intereses del conjunto de la sociedad.

Nada más distanciado de la verdad. Los partidos políticos burgueses, responden a los intereses de su clase; los candidatos, elegidos por ellos, sean o no pertenecientes a la clase burguesa o simplemente tecnócratas con cualidades administrativas o histriónicas, desempeñan un rol fundamental en la reproducción del sistema de explotación capitalista y de la defensa de los intereses económicos y el estatu quo.

No hay sino que ver lo que sucede hoy en Venezuela, con la rapiña de los grupos económicos de la burguesía agrupados en partidos unos viejos y otros nuevos, pero que representan los mismos vetustos intereses de la sociedad burguesa, y mediante maniobras de desestabilización mediática y de chantaje económico, pretenden confundir a la clase trabajadora y a sus aliados, en la marcha revolucionaria.

Estos grupos económicos, esto es importante tenerlo claro, defienden sus comodidades de clase y se pliegan servilmente a los intereses generales del imperialismo yanqui, contando con grandes recursos económicos, pues la estructura económica de la sociedad venezolana se encuentra sin ser modificada aun, con un aparato comunicacional de su propiedad, no solo a nivel nacional, sino internacional, el gran consolidado de los medios de información multinacional, con agentes que sin ser miembros de su clase, se dejan sobornar o son confundidos por la maraña económico-comunicacional y hacen las veces de monigotes serviles a intereses espurios en la contienda social, actuando contra la clase social de la cual provienen; estos grupos económicos, solo podrán ser desplazados por medio de la organización política revolucionaria.

Será solo la lucha consciente por la defensa de unos intereses que no son los intereses de la burguesía, que son los de la clase trabajadora y con ella los intereses de la gran mayoría de la sociedad, la que pueda consolidar los cambios sociales que en Venezuela son necesarios.

Solamente pasando de la lucha por las reivindicaciones básicas de las personas y asumiendo de forma consciente la lucha política, por la transformación revolucionaria de las estructuras de la sociedad burguesa, es que podrá irse consolidando sin posibilidad de retorno el modelo socialista en Venezuela.

La idea del socialismo hace mucho tiempo que no es producto del capricho, ni de utopías, es condición inherente al proceso de desarrollo social, que hemos alcanzado hasta estos días, es fruto de las agudas contradicciones sociales que el descomunal desarrollo de las fuerzas productivas ha generado en la sociedad.

Hoy, por hoy la única alternativa viable para la supervivencia de la especie humana es la modificación revolucionaria del modelo de reproducción social. En este momento así se empeñen en ocultarlo y en negarlo, el nivel de degradación de las condiciones que hacen sostenible nuestra existencia en la tierra está al borde del no retorno. Solamente modificando las formas de explotación de los recursos naturales y la forma de consumo será posible la existencia.

Me permitiré citar a Atilio Borón, de su libro América Latina en la Geopolítica Imperial: “…que el mundo no resiste más otro siglo de capitalismo, y tal vez menos, cincuenta años, lo prueba concluyentemente la gráfica que insertamos a continuación, elaborada por la New Economics Foundation […] Si el nivel de consumo de Estados Unidos se generalizase a toda la población del globo necesitaríamos cinco planetas y un cuarto para disponer de las materias primas, minerales, combustibles y alimentos requeridos para sustentarlo. Si lo que se generaliza es el patrón dominante en el Reino unido o Francia, necesitaríamos tres planetas, dos para el caso de Brasil…”ii

Número de planetas requeridos hoy para sostener al mundo si extrapolamos el consumo de cada país al mundo

Estados Unidos

 

Reino Unido

 

Francia

 

Alemania

 

Rusia

 

Brasil

 

Mauricio

 

China

 

India

 

Malawi

 

Fuente: Win Dierckxsens (comp.). Siglo XXI: Crisis de una civilización, Editorial del IAEN, Quito 2011, p. 102

Hoy en el mundo se abren cada día nuevos caminos revolucionarios y se continúan los que ya vienen avanzando, mientras algunas fuerzas revolucionarias desisten de la lucha y pactan con las burguesías de sus países, otras persisten. Algunos intentos de sociedad nueva han surgido y caído en el camino, otros se mantienen adelante tratando de consolidar sus proyectos políticos y económicos en los cinco continentes, con variados matices y formas de hacer, pero los une en el fondo la intención de transformar el modelo capitalista de sociedad por otro tipo de organización social sustancialmente diferente; que permita consolidar el socialismo como la base económica y política para ir superando, a la postre y de forma definitiva, las contradicciones sociales propias de la sociedad capitalista sustentadas en un régimen social que se basa en la explotación de las mayorías por una minoría y, en un nivel más amplio de análisis, superando las contradicciones de clase y por tanto las clases sociales mismas y el Estado, como forma de dominación de una clase sobre otra.

Esta idea ha de estar en todo momento en la mente de los revolucionarios. Las condiciones de cada proceso de formación social son particulares, las necesidades tácticas deben tener respuestas ágiles, pero en la reflexión estratégica ha de estar presente que es solo mediante la superación de las contradicciones de clase, que la sociedad encontrará una estadio verdaderamente humano, que permita el desarrollo de las personas en una sociedad de justicia plena y de disfrute total.

Las condiciones están dadas, y es inminente la necesidad de asumir los retos que se avecinan por la vindicación práctica de la especie humana; el imperialismo no dará tregua, por el contrario, la historia ha mostrado siempre que en los momentos que se avecina su desplazamiento definitivo del dominio del mundo, asumen prácticas cada vez, más brutales y crueles. Ya se viene observando el afán de expoliar los recursos mundiales por parte del imperialismo yanqui y los costos que ha traído: la invasión a Irak que causó la muerte de más de medio millón de iraquíes, según investigadores de EEUU, Irak y Canadá y la destrucción de parte del patrimonio cultural de la humanidad; la intervención en Libia y el asesinato del Presidente Gadafi y su familia; los desplazamientos por demás amenazadores de sus porta aviones y la flota naval en el Golfo Pérsico, la península de Corea y en el mar Caribe, lesionando con su presencia militar impuesta, la soberanía de nuestros países y del mundo entero, solo por enumerar algunos aspectos de la política feroz de tierra arrasada del imperialismo.

Las declaraciones desordenadas, demenciales y fuera de toda proporción como las que continuamente hace el precandidato presidencial republicano Donald Trump, que citando a Noam Chomski, destacado intelectual estadounidense, dice refiriéndose a Trump: “…Una parte de ellos se vuelve hacia el ultranacionalismo. ‘Nos están sacando nuestro país’. Esto se ve, principalmente, en la base del Partido Republicano. Es por eso que digo que Donald Trump es realmente un payaso; obtiene un enorme apoyo cuando habla de conseguir que México construya un muro para evitar que los violadores y criminales invadan nuestro país. Demasiado absurdo, pero parece que, de todas formas, eso se discute. Alcanza resonancia en las personas que realmente temen que algo malo nos esté sucediendo, y siempre es fácil echarles la culpa a los de afuera…”iii

Sobre el comentario de Chomsky apuntaría yo, que no por ser un payaso que no tiene nada de cómico, sí tiene mucho de peligroso.

Ante la arremetida contrarrevolucionaria interna y cada vez mayor ansia imperial de volver a dominar los valiosos recursos energéticos de Venezuela, la única alternativa viable ha de ser la profundización de las conquistas de la Revolución y el socialismo, mediante la lucha política organizada y cada vez más consciente de las clases explotadas venezolanas, así como la solidaridad revolucionaria internacionalista, pues el imperialismo, entre más feroz se muestre, más frentes de lucha tendrá que abrir y, a la postre, ese es un elemento que lo debilita.

i Sánchez-Parodi; Ramón. El Espectáculo Electoral más Costoso del Mundo. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2014

ii Borón, Atilio. América Latina en la Geopolítica Imperial. Editorial de Ciencia Sociales, La Habana,, 2014

iii Chomsky, Noam. “La corrupción fue tan grande en Sudamérica que se desacreditaron a sí mismos y desperdiciaron grandes oportunidades”. http://www.rebelión.org 26-10-2015

 

josemejiaxxi@gmail.com


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