Hacia un proceso de revisión integral del partido y la política bolivariana con miras al 5 de enero

Quienes deben renunciar ya, es la dirigencia en pleno del PSUV

La "perfecta" derrota sufrida en la elección de ayer habla por sí sola. Inútil es, a estas alturas, dedicar esfuerzos para redactar y publicar análisis, por este u otro medio de difusión pública, de toda la infinidad de errores y desaciertos cometidos por nuestro movimiento, desde el nivel más bajo de militancia, hasta toda nuestra dirigencia, equipos de gobierno y el mismo presidente Maduro.

Es evidente que esta derrota, de no mediar un replanteamiento radical de nuestra política, es sólo el principio de lo que, a muy corto plazo, debería conducirnos una derrota definitiva, que termine con la perdida completa del poder político.

No es hora de llorar sobre la leche derramada, sino de demostrar que, a pesar de los pesares, es decir, a pesar de toda la caterva de oportunistas, corruptos e incapaces de la que se llenaron las filas del bolivarianismo, y de las políticas que llevaron a la coyuntura donde nos encontramos, existen a nivel de nuestras bases, miles de revolucionarios capaces y dispuestos a dar lo mejor de cada uno, que hasta ahora no han tenido oportunidad de participar orgánicamente y de forma protagónica en la definición y desarrollo de nuestra política. En ellos, y no en nuestra actual dirigencia, está la única esperanza. Se hace para ello necesario un proceso interno de revisión autocritica, organizativa y doctrinaria sobre la cual basar la reconstrucción de nuestra política a partir del 5 de enero.

Es indispensable, y de la mayor prioridad en este momento, hoy mismo, que todos los dirigentes del PSUV renuncien y se les acepte la renuncia a sus cargos en forma automática como un asunto de principio. Es indispensable que se anule la actual estructura organizativa del partido, en particular las UBCH, y se convoque a todos los miembros debidamente inscritos, a asambleas parroquiales en primer lugar, municipales en segundo lugar, por Estado en tercer lugar, para culminar en una asamblea con poderes constituyentes a nivel nacional en la que se revise desde los estatutos del partido, hasta la definición de lo que debe ser la política a seguir a partir del 5 de enero. El reajuste del equipo de gobierno debe ser decidido a partir del 5 de enero, conforme a esta política. El país puede esperar hasta esa fecha. Lo que no puede esperar es un proceso de democratización real de nuestra política.

Al igual que se exige la renuncia de toda nuestra actual dirigencia a todos los cargos del partido, incluido el de presidente del PSUV, se debe exigir que nadie que no participe activa y consistente en este proceso, de acuerdo al criterio que las mismas asambleas determinen, podrá seguir siendo militante del PSUV. La noción de partido político como maquinaria electoral debe ser sustituida por una nueva forma de participación que sea el resultado de nuestro mismo proceso de análisis y discusión. En este sentido, toda la militancia del partido debe comprometerse a fondo con un plan de trabajo extraordinario a ser desarrollado desde mañana mismo hasta el 5 de enero, para esto no pueden existir vacaciones de fin de año. Se trata de un esfuerzo de discusión y trabajo que deberá poner a prueba verdaderamente toda nuestra creatividad, capacidad y compromiso con el país y con el proceso revolucionario.

Asunto de fundamental importancia es que a este proceso de discusión y reconstrucción se invite, en igualdad plena de condiciones, a todos los militantes de los distintos grupos políticos que conforman el Polo Patriótico. Es el momento de dejar a un lado los sectarismos que han llevado a estas divisiones.

En todo este proceso, será del seno de los mismos asambleístas de donde surja la forma de dirección, organización y temas a debatir, sin imposición alguna de agenda previa.

 

Miembro del PSUV

 



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