Parábola de la gallina y los pollitos morrocoyeros

 

(Parte final del Discurso de Orden de Saúl Rivas-Rivas, en el marco de la Sesión Solemne del 8 de diciembre Día Nacional de Guaicaipuro y Día de la Lealtad al Comandante Supremo. Maracaibo, Consejo Legislativo del Estado Zulia: 8 de diciembre de 2014).

A LA MEMORIA IMPERECEDERA DE NUESTRA HERMANA WAYUU, RENILDA MARTINEZ, QUIEN SE PRESENTÓ EN LOS SUEÑOS DE ERÓLIDA ESTE DÍA DE GUAICAIPURO PARA ACOMPAÑARNOS EN ESTE ACTO, DESDE JEPIRA. Esta parábola está siendo traducida al wayuunaiki por el profesor Jorge Pocaterra.

A LA HERMANA Y CAMARADA, NOELÍ POCATERRA, COORDINADORA DEL CONSEJO NACIONAL INDIO DE VENEZUELA Y A NUESTROS HERMANOS FUNDADORES DE ASEINLUZ

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Érase una vez una gallinita que siempre cabalgaba y cabalgaba con sus pollitos morrocoyeros por los caminos y carreteras de Venezuela.

Los pollitos cabalgaban y cabalgaban y negociaban sus propios alimentos. Especulaban a otros pollos semejantes, sin piedad y sin remordimiento.

Un día comenzó a faltar un alimento y otro y otro hasta que ya no había más que cabalgar. Desde un eco lejano se escuchaba la risa hipócrita de Fedecámaras y Consecomercio.

Ya no quedaba que comer y nada que sembrábamos. ¡Y nada que sembrábamos! Sólo escuchábamos el rugido inmediato del estómago como si fuera un tigre feroz.

- ¿Qué comeremos ahora? Preguntó un pollito

-Vamos a comernos la cresta de Papá Gallo, respondió otro.

-Cómanse un ala de la Madre Gallina, que es carne de su carne y sangre de su sangre, replicó Papá Gallo muy asustado en su orgullo patriarcal.

Y así fue como se comieron las alas de la Madre Gallina y entonces ella no podía volar, ni darle calor a sus polluelos.

Sintieron hambre nuevamente y el Patriarca Papá Gallo les dice:

-Ahora cómanse las patas de su Madre, que es muy apetitosa y recomendable para la chicungunya…

Y así fueron despresándola y comiéndosela a pedazos hasta que quedaron huérfanos. Sin Madre y sin Patria.

Y ahora ¿qué hacemos? desprotegidos.

Una voz encolerizada que brotaba de los rayos del Catatumbo, les respondía:

-No se dedicaron a sembrar a tiempo el maíz y sus conucos, no abrieron sus espigas y sus brazos al sol del mediodía. No escucharon el canto de los pájaros, la caída de las hojas secas y el revoloteo de las mariposas azules-No oyeron la voz de sus ancianos y ancianas. Prefirieron seguir viviendo de dinosaurios y de plantas sepultadas por milenios de escombros.

Y asombrados, los pollitos preguntaron de nuevo:

-¿Qué haremos? ¿Qué nos queda hacer por ahora?

Y responde desde Jepira una Luz Cósmica con los rayos del Catatumbo a Maracaibo en la noche:

-Siembren de nuevo. Siembren… Hijos del Maíz, de la Yuca y de la Piña, con sus espigas de sol y sombras de esperanzas… para una Patria libre y soberana, sin amos ni esclavos. Siembren el oro negro y huyan de los nuevos demonios de la moda y del consumo ciego, que nos ofrece en su espejismo del Dorado, desde el país del Tío Sam las vidrieras engañosas del internet, la TV y los grandes centros comerciales.

Si no escuchamos a tiempo, la voz y el clamor de los Guaicaipuro, de los Nígale y los Maracaibo, de los Bolívar y Urdaneta, de los Chávez y de los César Rengifo. Si no volvemos al trabajo eco-productivo y creador y a los surcos fecundos de la Madre Tierra ¡volveremos a ser esclavos! Quedaremos de nuevo en manos de Padrastros y Madrastras de la conquista, del FMI y del Banco Mundial, por no escuchar a tiempo el llamado de los viejos y nuevos libertadores.

¡EL QUE TENGA OJOS QUE VEA

Y EL QUE TENGA OÍDOS QUE OIGA!. dijo nuevamente el Comandante Supremo al disparar sus cañones desde el Cuartel de la Montaña.



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Saúl Rivas Rivas


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