Ídolos maltines polares

El chamo Edgar “carepelota” juega con sus amigos en una callecita de tierra en el barrio. Le gusta tanto jugar pelota que el hambre no lo doblega. Transcurre un día cualquiera de 1990. Sus panas del barrio son iguales; flacos, descalzos, medio vestidos con ropas desteñidas y remendadas.

En una mansión del Este caraqueño otro niño llega del colegio. El chofer le abre la puerta y el niño sale disparado desde el asiento trasero del lujoso auto. El chofer le dice que tenga cuidado y el niño entra a la lujosa mansión. Dentro de ese lugar varios hombres planifican nuevos negocios que les dejarán jugosas ganancias. El niño pasa corriendo y el abuelo le dice:

-Lorenzo cuando te cambies vienes para que oigas lo que estamos pensado para tu futuro.

En el barrio el chamo Edgar “carepelota” no aguanta más el hambre y se dirige a la bodeguita cercana:

-Señor Pedro, tengo mucha hambre, ¡me puede dar una catalina y una malta hasta que llegue mi papá? El hombre lo mira desconfiado. Luego le contesta:

-La catalina te la puedo dar pero la malta no, a tu papá lo que gana no le alcanza para pagar la catalina menos para la malta- Y le pasa la catalina. Edgar soñaba con beberse una malta bien fría, pero no pudo…eran muy pobres….

El niño rico escucha:

-Sí, claro esa malta nueva será un gran impacto. La presentaremos como algo divino, como algo maravilloso con ese logo de un niño, hará que las madres caigan con más facilidad porque creerán que tomándola sus hijos se harán más fuertes y bellos,ja,ja,ja…. Pero en fondo lo que buscamos es publicidad PARA LA CERVEZA, ja,ja,ja,ja…

Han transcurrido diez años. Edgar “carepelota” ha sobrevivido a los malos tiempos y es un adolescente de 17 años. Sin explicárselo por qué, Edgar es alto y con musculatura. Su padre vendiendo caramelos entre los autos en la cola de plaza Morelos lo ha alimentado con sencillez a él a sus otros dos hermanos, ¡Claro cero malta; el dinero no alcanza. Edgar “carepelota” además es pitcher de un equipo del 23 de Enero. Juega en el campo la Planicie ese domingo. Los scout de tres equipos de Grandes Ligas lo observan. Edgar batea reciamente. Cuando conecta la bola, lo hace con fuerza y ésta, la bola, suele salir con mucha frecuencia del estado… ¡Jonrón de Edgarrrrr- Los scout lo firman. Edgar avanza con rapidez y se hace “bitliguer”

El niño rico igual ha crecido; es un magnate de LA CERVEZA Y LOS ALIMENTOS. Habla con la agencia que le lleva la publicidad:

-Tenemos que conseguir a Edgar para que se haga ÍDOLO MALTÍN pero ustedes saben que lo principal es la cerveza que se bebe en todos los barrios, las tascas, las bodeguitas, los ranchos”

A Edgar un equipo le da treinta millones de dólares por cuatro años; es rico, tiene una quinta, se hace acompañar con chicas de la televisión, con modelos, posee un lujoso auto deportivo, pero Edgar no estudió nada, HABLA A LOS COÑAZOS…

El magnate de la cerveza, cuarto en el libro de Forbes como uno de los millonarios de América Latina, comercializa todo lo que le dejó el abuelo. Creció dentro de la opulencia, del lujo, del dinero. Le da rabia tener que contratar a esos “tierrúos “que una vez fueron miserables, pero no le queda otra; Edgar es admirado por el pueblo y nadie como él para salir en la televisión como UN ÍDOLO MALTÍN POLAR ofreciendo la malta que no se pudo tomar con la catalina cuando vivía en el barrio…


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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

 legavicenta@gmail.com      @legavicenta

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