Polemizando con Antonio Negri y los Postmarxistas

El caracter del Estado y las fases de la Revolución (II)

Entramos ahora al análisis que hace NG del capítulo V de El Estado y la Revolución: “Las bases económicas de la extinción del Estado”. Este capítulo de Lenin es fundamental para entender en qué consiste el proceso de extinción del estado. Lenin, como afirma NG, se plantea el problema de la instauración de la dictadura del proletariado como paso previo a una fase socialista, a una fase, como dice NG, dominada aún por la necesidad de la organización del trabajo y del salario. Nos inmiscuimos en el terreno más complejo y polémico, a nuestro parecer, de todo el entramado teórico-práxico del problema de la transición, el nudo epistemológico más confuso de las fases de la revolución. Lenin es claro en torno a la secuencia lógica que deben tener las distintas fases de la revolución, apoyándose siempre en los escritos de Marx y Engels. Estas fases serían, dictadura del proletariado, -que nosotros preferimos en llamar democracia comunal-, socialismo y comunismo. Recordemos que la fase del socialismo es también mencionada por Marx como fase inferior del comunismo, pero que en aras de delimitar lo mejor posible cada una de ellas la llamaremos como lo hace Lenin y la mayoría de los autores marxistas, fase socialista. Como veremos en las próximas líneas, el que quiera ver un desarrollo etapista lineal de estas fases de la revolución, basándose únicamente en la lógica formal aristotélica, no entenderá dicho proceso de transición.

Para reflexionar sobre esto Lenin se centra prácticamente en un solo escrito de Marx, la Crítica del Programa de Gotha (2004) de 1875, la mejor obra donde Marx reflexiona sobre la transición al socialismo con algunos comentarios sobre la transición al comunismo. Habría que añadir los aportes de los Grundrisse1 de Marx, que son los cuadernos de preparación del Capital que no salieron a la luz hasta 1940, y donde también desarrolla algunos elementos de conexión entre la extinción del estado y el desarrollo del comunismo. Ya sabemos que Marx extrajo toda su teoría del análisis que hizo del capitalismo como sistema económico-social y del descubrimiento de sus leyes, siendo la principal la ley del plusvalor, ley que explica todo el funcionamiento del sistema. Teniendo en cuenta esto, Marx pudo ver cómo evolucionaría el sistema en su conjunto en función de la tendencia de las leyes que operaban en su seno. Al igual que NG, estamos obligados a ir más allá del Estado y la Revolución de Lenin para ver hasta qué punto todo lo escrito hasta ese momento, es decir, hasta septiembre de 1917, justo antes de la toma del poder, se corrobora o no con la praxis llevada a cabo desde entonces, comenzando por la propia experiencia de la Revolución de Octubre.

Desde nuestro punto de vista, el que mejor supo interpretar las ideas contenidas en el Estado y la Revolución luego de la muerte temprana de Lenin, fue León Trotski. Si leemos con detenimiento obras como el Programa de Transición (1997), la Revolución Permanente (1997) –basado en sus ideas de 1905- y la Revolución Traicionada (1991) podemos observar cómo para Trotski las distintas fases de la revolución hacia el comunismo están bien delimitadas, a pesar del carácter combinado de la transición. Trotski recoge a fidelidad, -haciendo la salvedad de que la teoría de la revolución permanente fue escrita 12 años antes que El Estado y la Revolución-, las tesis de Lenin que chocan con todas las experiencias llevadas a cabo por el socialismo burocrático estalinista en todo el mundo. Para empezar, la tesis que Lenin defendió en abril de 1917 de iniciar la revolución socialista en Rusia, bajo condiciones de atraso económico, siempre estuvo argumentada y supeditada a la internacionalización de la revolución como condición sine qua non el paso de la fase de la dictadura del proletariado al socialismo completo no sería posible. Esta tesis tomada y defendida por Lenin, fue elaborada antes que él por Trotski en 1905 tras la primera revolución rusa.

Trotski siempre defendió la idea de que la fase socialista de la revolución nunca podría concretarse en un solo país, sino internacionalmente. Por lo que, todo país que iniciara un proceso revolucionario nacional logrando la toma del poder sólo podría aspirar, -si no se internacionaliza la revolución-, a llevar a cabo la dictadura del proletariado pero nunca el socialismo. Bien, esta tesis, que a nuestro parecer coincide con la tesis de Lenin del Estado y la Revolución y que Marx no deja muy claro en sus escritos, es parte del meollo epistemológico que nos sentimos obligados a aclarar y delimitar. Por cierto, Antonio Negri, no dice nada al respecto. No ha mencionado ni una sola palabra sobre cómo puede construirse el comunismo que tanto añora en un país, en un región o a nivel mundial. El hecho mismo de no mencionarlo nos hace pensar que el señor Negri no tiene nada claro el asunto o lo tiene tan claro que lo obvia del análisis.

La cuestión es que Josef Stalin en 1925 elabora una teoría que va en contra de estas tesis trotskistas-leninistas, la teoría del socialismo en un solo país2. Teoría que le sirvió para cerrar fronteras y construir el socialismo ruso hasta que en la Segunda Guerra Mundial pudo anexar los territorios del este de Europa de una forma claramente expansionista. Dicha teoría le sirvió a Mao Zedong, admirador confeso de Stalin, para construir su socialismo en China, Pol Pot en Camboya, Ho Chi Ming en Vietnam, Pyongyang en Corea del Norte y Fidel en Cuba. Se nos antoja que sólo Trotski, -y los trotskistas de todo el mundo a pesar del virus sectario que se generó tras la muerte de León en el secretariado de la IV Internacional y que llevó a decenas de escisiones- y Ernesto Che Guevara poco más tarde, fueron los únicos que defendieron la necesidad de internacionalizar la revolución para avanzar en la construcción del socialismo que permitiera edificarlo completamente como preámbulo al comunismo.

Tenemos que seguir aclarando esto. La clave para entender la transición del socialismo al comunismo reside a nuestro parecer en la comprensión del funcionamiento de la Ley del Valor3 y en la capacidad política para ir avanzando en la tarea de su abolición. Ello implicaría suprimir el trabajo asalariado como tal, y por tanto con el socialismo como fase donde la ley del valor sigue operando. Un sistema que, como decía Marx en la Crítica al Programa de Gotha (2004), y que se ha corroborado en todos los países socialistas burocráticos, no acaba con la explotación derivada de la extracción de una parte del trabajo realizado por el asalariado industrial. Llámase éste, obrero o proletario, y que nosotros preferimos llamar “trabajador libre” porque a pesar de que sigue siendo explotado por el estado que posee los medios de producción, se ha liberado de la relación de esclavitud con el capitalista, y por tanto ha desaparecido la explotación del hombre por el hombre. Es por eso que le ponemos el adjetivo “libre” a sabiendas que no lo será hasta que no deje de ser asalariado como tal, cosa que no ocurre en el socialismo sino ya en el comunismo. De ahí que todavía posea el calificativo de trabajador, pues lleva implícito el concepto de asalariado y por tanto de explotado. Así en el socialismo el sujeto es un asalariado que se ha liberado de la relación de esclavitud con el capitalista pero que todavía tiene que trabajar obligado para el estado socialista, el cual tiene que explotarlo para poder crear las bases materiales del comunismo. Ahora bien, dicha explotación no puede ser igual que en el capitalismo. La intención en el socialismo de extraer un plusvalor al trabajador no está basado en el enriquecimiento personal, sino en la necesidad de crear por parte del nuevo estado las bases del desarrollo material y tecnológico necesario para que, llegados a un cierto punto, se pueda abolir el trabajo asalariado, la ley del valor y los restos que quedan del estado como tal. De esta manera, el trabajador que hemos llamado libre para diferenciarlo del proletario u obrero bajo el capitalismo, dejará de ser en el comunismo un trabajador asalariado y explotado. Dicho trabajador pasará a ser un productor libre bajo un sistema de asociación que se encargue de administrar los bienes producidos y distribuidos en función de las necesidades y no del trabajo. Un sistema, decimos nosotros, que aunque pueda aparentar tener algunos elementos del antiguo estado, sólo será en su forma más no en el contenido.

Preguntamos nosotros, ¿Será posible llegar al comunismo en un solo país? Obviamente no, ya que el funcionamiento de la ley del valor es universal y la división internacional del trabajo lo constata. De aquí se deriva la intención de Marx, Engels, Lenin y Trotski de internacionalizar la revolución. Porque ellos, a nuestro juicio, tenían en la cabeza al comunismo cuando hablaban de revolución y no de etapas estancas ni sempiternas. De este análisis se derivan muchas controversias. ¿Hasta qué punto podemos simplificar dichas fases de la revolución antes mencionadas? O lo podemos formular de otra manera, ¿Hasta qué punto supone un lastre separar y delimitar las tres fases principales del proceso revolucionario desde la toma del poder hasta el comunismo? Trotski (1991) en su Revolución Traicionada escrita en 1936 separa y delimita implícitamente estas tres fases, de tal manera que en cada una de ellas, a pesar de que están atravesadas por el proceso dialéctico de desarrollo desigual y combinado, suponen de hecho momentos muy diferentes y distantes tanto en el espacio como en el tiempo.

De esta manera para Trotski las décadas transcurridas en la Unión Soviética4 luego de la Revolución de Octubre no pueden ser encajadas en la fase socialista de la revolución sino en la fase primera de la dictadura del proletariado. Pero ¿Por qué? Porque según Trotski el socialismo es un sistema regido por la mayor de las democracias tanto en lo político como en lo económico. Por otro lado, es un sistema que ya supera en calidad de vida a cualquier país capitalista desarrollado porque ha elevado, se supone, su nivel de fuerzas productivas a niveles nunca vistos a través de la planificación democrática de la economía. Y para ello es necesario que el socialismo se haya internacionalizado a todo el globo o a la mayoría de éste, ya que la división internacional del trabajo no permitiría que el socialismo en un solo país lograra un desarrollo tecnológico y científico independiente e integral de forma aislada. En función de esta tesis “trotskista”, en realidad marxista, ningún país de los llamados socialistas o “comunistas” habrían llegado nunca a la fase socialista, quedándose empantanados en la primera fase de transición, llamada dictadura del proletariado, precisamente porque se quedaron aislados dentro del mercado mundial y tuvieron que lidiar con los problemas de la escasez permanente debido al subdesarrollo de sus fuerzas productivas.

Luego de varios años aceptando este análisis trotskista de las bases materiales del socialismo, pensamos de que a Trotski, se le pudo escapar algún detalle en este punto concreto, lo que no debe afectar al conjunto de la epistemología trotskista. La cuestión es que Trotski, a nuestro juicio, quiso diferenciar demasiado la fase de la dictadura del proletariado respecto a la fase socialista. De esta manera ningún país podía ser socialista hasta que demostrara que sus fuerzas productivas eran superiores a cualquier país capitalista. Hecho que no podía ocurrir en un solo país y más aún si éste era o es atrasado económicamente. Este determinismo del desarrollo de las fuerzas productivas como base científica del socialismo y más aún del comunismo, pensamos que hay que matizarlo a tenor de la experiencia del “socialismo real”. De tal manera que al supeditar dicha fase a la internacionalización de la revolución, variable ésta que Marx, Engels y Lenin no desarrollaron tan vehementemente como Trotski a pesar de que siempre la tuvieron presente como demuestra la arquitectura de las Internacionales Obreras, condenaba y condena la existencia del socialismo si no se concreta el triunfo de la revolución mundial. Ello implicaría la postergación del comunismo hacia un futuro demasiado lejano.

1 Grundrisse: Después de 1848, Marx había sostenido repetidamente que una nueva revolución sólo podría venir como consecuencia de una crisis, y cuando estalló la de 1857, se resolvió a reemprender los intensos estudios que había comenzado en el British Museum de Londres en 1850 y a dedicarse nuevamente a su obra de crítica de la economía política. Resultado de ese trabajo, desarrollado entre agosto de 1857 y mayo de 1858, fueron 8 voluminosos cuadernos: los Grundrisse, el primer esbozo de El Capital. Esos cuadernos terminaron luego sepultados bajo los tantos manuscritos inacabados de Marx, y es probable que no fueran siquiera leídos por el propio Friedrich Engels. Tras la muerte de éste, los manuscritos inéditos de Marx pasaron a ser custodiados por los archivos de la SPD, pero fueron tratados con gran negligencia. La única parte de los Grundrisse dada a imprenta durante ese período fue la "Introducción", publicada en 1903 por Karl Kautsky. Esa publicación suscitó un notable interés -constituía, en realidad, el tratamiento más detallado jamás escrito por Marx de cuestiones metodológicas, y fue rápidamente vertida a muchas lenguas, convirtiéndose en uno de los escritos más comentadas de toda su obra. A despecho de la fortuna experimentada por la "Introducción", los Grundrisse permanecieron todavía inéditos durante mucho tiempo. Su existencia sólo se hizo pública en 1932, cuando David Riazanov, director del Instituto Marz-Engels en Moscú, los redescubrió al examinar el legado literario de Marx conservado en Berlín. Los fotocopió, y en los años que siguieron varios especialistas soviéticos descifraron su contenido y lo dactilografiaron. Cuando aparecieron publicados en Moscú, en dos volúmenes (1939 y 1941), constituyeron el último manuscrito importante de Marx hecho público. Como ya había ocurrido con la "Introducción", fue otro extracto de los Grundrisse lo que generó un interés particular que en cierto modo eclipsó al conjunto de la obra: las "Formaciones precapitalistas". Lo cierto es que, a partir de los años 50, ese texto fue traducido a muchas lenguas, y el prefacio del editor inglés, Eric Hobsbawm, contribuyó a difundir y dar resonancia a su contenido: "se trata del intento más sistemático jamás realizado por Marx de plantear la cuestión de la evolución histórica, y se puede afirmar que cualquier discusión historiográfica marxista que no haya tenido en cuenta este texto deberá replantearse a la luz del mismo". A fines de los años 60, los Grundrisse comenzaron a circular también por Europa occidental. Los Grundrisse sedujeron a algunos de los protagonistas de las revueltas estudiantiles, que comenzaron a leerlos, entusiasmados por la explosiva radicalidad de sus páginas. Por lo demás, los Grundrisse ejercieron una fascinación irresistible entre quienes estaban empeñados en superar la interpretación de Marx suministrada por el marxismo soviético. Los Grundrisse tienen un valor extraordinario, porque recogen un sinnúmero de observaciones, entre ellas, las que tienen que ver con el comunismo, la metodología marxista, las formaciones precapitalistas, el proceso de automatización fabril o la explicitación del legado de Hegel.

2 Teoría del socialismo en un solo país: propuesta por Stalin en la XIV Conferencia del Partido en abril de 1925. En esencia defiende la posibilidad de edificar el socialismo completamente en la URSS sin que tenga por ello que sucumbir el imperialismo de los otros países.

3 La que regula la producción y distribución de las mercancías, es decir, los bienes que se producen para el mercado y de donde se obtiene la plusvalía como el valor generado por la parte del trabajo no necesario para la sobrevivencia del obrero y que el capitalista le obliga bajo contrato a realizar para beneficio directo de él, el llamado plustrabajo. Dicha plusvalía o plusvalor derivado del plustrabajo se realiza y se concretiza en el mercado cuando las mercancías son vendidas a terceros y el capitalista con ella consigue incrementar constantemente el valor del capital iniciar invertido al incorporar parte de esa plusvalía o beneficio en la misma producción.

4 Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas: creada en diciembre de 1922 estuvo integrado por Rusia, Ucrania, Bielorusia y Transcaucasia (Georgia, Azerbaiyán y Armenia) con capital en Moscú. En 1924 se adhirieron Uzbekistán, Turkmenistán y Kirguistán y en 1929 Tadzikistán.


manuelcampano7@hotmail.com


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