El Estado Socialista, Entelequia o Realidad

¿Qué es un Estado socialista? ¿Qué y cómo se diferencia de un Estado Capitalista? Estas preguntas resultan trascendentes para quienes nos interesamos en convertir en acciones y hechos el verbo.

El Estado Socialista nace como resultado del desarrollo dominante de una economía basada en relaciones humanas determinadas por la justicia en la forma de cubrir las necesidades; pero también, determinada en la justicia en que cada uno incorpora su trabajo al hecho productivo de la sociedad. Todos somos trabajadores en una sociedad socialista. En ella no existen los hijos de papá ni los dueños del capital que por ser tales no trabajan sino que viven del trabajo del otro y/o de los dólares regalados por el gobierno. El trabajo es una manifestación creativa donde reina la diversidad de habilidades y competencias; donde, todos tenemos cabida. En el socialismo, la riqueza que genera el trabajo se devuelve al propio trabajador en toda su plenitud y exuberancia: en educación, salud, recreación, cultura, vivienda y servicios de calidad para todos, sin exclusión.

En ese contexto, el Estado que emerge de esta economía Socialista reproduce las relaciones humanas de producción y de distribución de bienes y servicios que realiza el resto de la clase trabajadora. Es el trabajador (el Funcionario) entregando a los otros trabajadores el producto de su trabajo, su riqueza; pero, también es el trabajador que recibe del funcionario en justicia lo necesario para cubrir sus necesidades. En el Estado socialista el Funcionario Público reconoce su nobleza, su alma, de trabajador. Entiende que trabaja para el pueblo, para su propia clase. Decir que en el Estado socialista somos todos iguales es una contradicción. Todos somos diferentes, todos contribuimos de manera distinta: porque, cada uno disfruta su trabajo y se expresa plenamente creando riqueza para los otros y para sí. En el gobierno los trabajadores realizan labores de dirección, motivación, control y seguimiento que permiten crear el espacio y tiempo político para profundizar una economía socialista, una cultura socialista, una política socialista: una ideología socialista. Su producto se conoce y se mide por el grado de incorporación de los trabajadores en la producción y organización de la economía y del Estado socialista. En la Administración Pública el Funcionario, el trabajador, se pregunta permanentemente, ¿para quién trabajo? Si la respuesta no es el pueblo, la clase trabajadora; entonces no se trabaja en un Estado Socialista. De allí que el trabajador deba conocer de planificación, de control y de seguimiento para convertir en realidad el socialismo. El Control y el seguimiento son la esencia del socialismo.

Un socialismo sin metas ni estrategias es una fantasía porque no apalanca la reproducción de la economía y la ideología socialista. Un socialismo sin seguimiento ni control es una entelequia un canto a la mentira cuyos resultados no se pueden medir ni palpar. El socialismo es un hecho práctico que necesita de gente de acción. Viviremos y venceremos. Que viva el socialismo, Carajo.

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Néstor Aponte


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