He escuchado con preocupación la noticia sobre la decisión de embalsamar el cadáver de nuestro Presidente Hugo Chávez Frías, decisión que no dudamos ha sido planteada con la mejor intención por parte de nuestro Gobierno Nacional, con la anuencia de la familia del Presidente Chávez. No obstante, constituye una decisión equivocada que debería ser revisada.
Respetuosamente considero que una decisión de esta naturaleza no sólo va en contra de la opinión expresada por nuestro presidente en forma pública sobre este tipo de prácticas (http://www.youtube.com/watch?v=tTNvXwAwgmU), sino que constituye una demostración de lo poco que hemos entendido de sus ideas, de sus enseñanzas y, sobretodo, de su ejemplo.
Nada puede haber más alejado de sus ideas y de su ejemplo de vida, que este proyecto de transformar su humanidad en un “objeto de culto” y menos aún, el transformar su imagen en un asunto de “culto a la personalidad”. ¡No necesitamos eso...!, por más bien intencionado que ello pueda parecerles.
Nada tan ajeno a su transparente racionalidad e inteligencia, que el someter ahora a su noble humanidad a la invasiva y macabra manipulación tecnológica que implica un proceso de esta naturaleza. Nada tan alejado de su Luz, de esa luz que nunca se canso de trasmitir a su pueblo – por tantos y tantos años sometido a la miseria a través de la ignorancia y el oscurantismo– que manipular su cuerpo y su imagen para transformarlo en objeto de las mismas oscuras pasiones que trató de desterrar para siempre de este mundo.
Por el contrario, lo que debemos preservar de nuestro Presidente, la imagen que debemos desarrollar y honrar a partir de ahora con nuestro ejemplo diario, está contenida en sus ideas y en su ejemplo. He ahí nuestra tarea verdadera: El desarrollo de un programa muy amplio y ambicioso –a escala nacional, latinoamericana y mundial– de investigación, recopilación, publicación, difusión y discusión de sus ideas y de su obra. Una fundación que lleve su nombre y que sea ejemplo y referencia para el mundo entero. Una fundación para el desarrollo de su pensamiento y del pensamiento de todos los intelectuales revolucionarios del mundo.
Ello, no obstante, no niega la necesidad de dar a sus restos mortales el lugar que su figura histórica merece. Ninguna duda cabe que su cuerpo debe reposar en el Panteón Nacional junto a los del Padre de la Patria latinoamericana. Razones para ello hay de sobra. Después de Bolívar, nadie ha hecho tanto por sus ideales y por continuar nuestro proceso de independencia.
Nada más propicio entonces que ambos puedan estar juntos en el nuevo espacio que nuestro Presidente ordenara para honrar la memoria del Libertador. Ningún honor más grande pudiese alegrar su noble corazón que el ser llevado por su pueblo a descansar junto a su padre espiritual.
Para ello no hace falta, en absoluto, como no ha hecho falta para horrar a nuestro Libertador, ninguna vitrina acristalada, ninguna práctica de manipulación mediática. Sí, un tratamiento respetuoso de lo que nos resta de su condición terrenal y de la intimidad a la que tiene derecho.
Nos toca ahora aprender a verlo con nuestro corazón bajo la luz de la razón y la inteligencia.
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