Hegemonías

1) La hegemonía conservadora y explotadora busca que el esclavo adore a su esclavista y a la explotación misma. A la vez diviniza las mercancías mientras degrada, atrofia y luego desecha al ser humano. La hegemonía revolucionaria no solo debe impugnar todo tipo de adoración, exclusión y explotación. Debe además organizar en la conciencia mayoritaria la aptitud para distinguir a sus fieles defensores de sus aliados circunstanciales y de sus enemigos jurados de clase.

2) La hegemonía conservadora cría y eterniza dirigencias que mediante esguinces manipuladores y populistas simulan trabajan por los trabajadores y excluidos, mientras aprovechan el poder para su propio beneficio. La hegemonía revolucionaria construye una dirigencia cuyo fin es constituir no castas ni tribus sino una generación de iguales en los planos social, económico, cultural y sobre todo, político. Una generación con capacidad incluso para relevar los cuadros descarriados de clase, anquilosados, o aburguesados.

3) La hegemonía explotadora procura de mil formas hacer ver que las acciones socialistas en beneficio de las mayorías y de una nueva cultura participativa y contralora carecen de fundamento teórico y de sustentabilidad práctica en el tiempo. La hegemonía revolucionaria se acompaña de una disciplina consciente de trabajo socio-político, cultural y productivo soportada en una siempre remozada organización comunitaria.

4) Soportada en una vasta telaraña de televisoras, radios, periódicos, revistas, internet, redes sociales, telefonía y en una lumpen-intelectualidad a su servicio, la hegemonía de derecha trabaja por instalar permanentemente en las mentes y corazones de las mayorías la estafa pro-colonial, consumista, individualista y pasatista del sueño americano. La hegemonía revolucionaria encara en cambio el desafío de conquistar los consensos antimperialistas, anticapitalistas, democráticos radicales y libertarios imprescindibles para transformar el mundo ―por primera vez en la historia― mediante medios consultivos e inclusivos de las diferencias, lo cual supone un amplio debate sobre la nueva sociedad y el nuevo ser humano a crear.

5) El lema de Thatcher fue “no hay alternativa” al modelo neoliberal. Es decir a las viejas prácticas de rapiña, anti-democráticas, explotadoras, opresoras, des-politizantes y ecocidas. El socialismo es trabajar por ser genuinos seres humanos. Seres cada día más conscientes, combatientes contra toda suerte de exclusión, explotación, dominación, ecocidio y frenos a ejercer el más alto destino transformador y descolonizador.

6) Según Gramsci la construcción del aparato hegemónico, es decir, de un aparato de dirección ―del aparato del Estado― , en la medida que crea un nuevo campo ideológico, determina también una metamorfosis de la conciencia, nuevos métodos de conocimiento y sensibilidad… y por ende, constituye un nuevo constructo filosófico.

7) Para Gramsci todos y cada uno de los miembros de un partido político, en especial si el partido asume como norte el socialismo, deberían ser considerados intelectuales, al menos en un sentido relativo. Pues si el partido posee una función dirigente, luego, cada miembro del partido debe, por definición, ejercer una función dirigente, aunque sea restringida y humilde.

8) Pero para Gramsci el intelectual es el cuadro principal de la sociedad, el cuadro de un aparato hegemónico. Pero, de la misma forma un obrero semi-analfabeto es también un cuadro, y por ende, un intelectual. El motorizado que comanda un sindicato de motociclistas, si es un dirigente capaz, aunque sea analfabeto o semi-analfabeto, es según Gramsci un intelectual, por cuanto es un cabecilla, un faro de masas, un coordinador de la praxis.

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Luis Delgado Arria


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