“Cuado mueren los justos la tristeza reina”

Yo si tengo por quien llorar

Y lo hago y lo haré cada vez que muera físicamente un amigo, un camarada, alguien que se haya movido por la vida con una idea humanística, por cierto que la muerte material no es sino la prolongación del amor, del recuerdo, de la felicidad, de haber conocido a personas como Guillermo García Ponce, Willian Lara y Tomás Serrano.

Willian el hombre de la límpida palabra, fuerte y macizo luchador, periodista noble y preciso en la aplicación Vida. Guillermo luchador imbatible, héroe de esa generación que no traicionaba ideas, ni asesinaba sueños. Tomás Serrano, quizás ustedes, amigos lectores que no sean del 23 de Enero, no lo conocieron, fue un hombre toda humildad y ejemplo. Tomás a su edad, setenta y picote, estudiaba, quería ser abogado, anhelaba ese título como un triunfo que esperaba su familia, sus hijos, sus amigos, ¡ay! Que dolor tan grande me producen los recuerdos...las horas idas, los espacios invisibles, mis camaradas de la eternidad.

Yo si lloro y lo haré siempre, como cuando aquel día en una quebrada boliviana, el Che fue asesinado por las balas de los mismos que hoy envían mensajes de alegría por la muerte de un revolucionario, se les ve la costura, la infamia, lo que siempre he reiterado: ¡los fascistas, los burgueses, los escuálidos, no son humanos!..Lloraré igual como cuando murió Mao, Ho, Allende, Malcon X y nuestro padre Simón en aquella quinta de San Pedro Alejandrino...lloraré igual que lo hacía cuando en Vietnam los bombarderos de USA enviaban Napal sobre los niños de las humildes aldeas

Yo sí lloraré siempre a Willian, a Guillermo, a Tomás, porque de ellos recibí mensajes sociales, que me abrían los ojos para mirar por la ranura de mis pestañas, el inmenso espacio de Venezuela, donde miles no se alimentaban bien, mientras yo trituraba una arepa con mis dientes: ¡los hombres como ellos, en verdad no se ausentan: lo hacen los cobardes, los que ordenan a la servidumbre, los que habitan las oficinas de mando, los que llaman chusma a los que les producen las riquezas...

Lloraré siempre, como aquel agosto cuando los sádicos gringos televisaban con neón, la escenografía de Irak, para que el mundo viera uno más de los dantescos Films que ellos suelen protagonizar sobre los pueblos en llamas...llorará por Willian, por Guillermo y por Tomás, igual que cuando un avión no tripulado envía sus misiles sobres los agrestes territorios de Afganistán para acabar con niños, mujeres y hombres inocentes...

Aquí estoy (no me importa lo que piensen) terminando esta nota, con mi hijo secando el teclado de mis lágrimas: ¡qué felicidades ser humano! Gemir, sentir que Willian, Guillermo y Tomás, me cautivan con sus recuerdos y en mi soliloquio voy diciendo cosas que les oí como un maravilloso loco que deshoja sus admiración por quienes siempre fueron luchadores de causas nobles.

Hermanos ausentes, no mueren jamás los que han sembrado grandes geografías con la misma semilla. La semilla que germina para todos, pero que algunos queman por odio, por envidia, por frustración. En cada lugar de nuestra patria, ustedes dejaron sus huellas. No fueron mártires, no fueron ídolos, no pertenecieron al “show business”, no están sus nombres en las marquesinas del espectáculo ficticio, porque la frivolidad no fue la causa por la que lucharon siempre: ustedes fueron sustanciosos. Alimentaron años, siglos, fueron coherentes con la patria. No se dejaron seducir por los tentáculos del oprobio al pueblo. En cada corazón de mujeres y hombres venezolanos justos, ustedes quedaron tatuados...ahora que los autómatas, los hombres y mujeres de lata, los cibernéticos de Internet, los groseros y vándalos escuálidos, me sigan enviando sus mensajes: eso lo que hace es alimentar mi admiración, por LOS VERDADEROS HOMBRES DE LA PATRIA que se han ausentado...los otros, los que piden regresar a la inmoralidad ¿qué es lo que son?


aenpelota@gmail.com


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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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