Venezuela deja pasar una oportunidad histórica: produce menos petróleo con el barril disparado por Putin

Una gasolinera de PDVSA en Carabobo (Venezuela).

Una gasolinera de PDVSA en Carabobo (Venezuela).

Credito: Europa Press

 El Economista / Álvaro Moreno - Víctor Ventura

10 de septiembre de 2022.-

  • El país bombeó 871.000 barriles en diciembre de 2021, ahora solo logra 720.000
  • El objetivo que se marcó Maduro fue superar los 2 millones en 2022

Han pasado más de seis meses desde que Putin ordenó ejecutar una 'operación especial' contra Ucrania que cambiaría el mundo. En un primer momento, la mirada de Occidente y de las grandes potencias se posó en la aislada Venezuela. Con los precios del crudo por las nubes, conquistando los 120 dólares por barril, la posibilidad de un incremento récord de las exportaciones del país latinoamericano para abastecer a un mundo seco de petróleo se presentaba como una oportunidad histórica para que Maduro cambiase el destino de su país, hundido económicamente y que ya ha perdido un 70% de su PIB en la última década.

Con el precio del 'oro negro' ya en retroceso y cotizando en los 89 dólares, niveles previos a la invasión, el país no solo no ha logrado un 'boom' histórico en su producción, sino que sus cifras han retrocedido. Según el último informe de la OPEP la república caribeña produce 727.000 barriles diarios de media frente a los 871.000 que logró producir en diciembre de 2021. Se trata de un fracaso decisivo para las autoridades venezolanas que estiman a comienzos de la invasión que, a estas alturas, su producción ya fuese a pleno rendimiento y se situarán en los 2 millones de barriles diarios.

De hecho, no es solo que haya producido muy pocos barriles, sino que el país ha tenido que venderlos con importantes descuentos, lo que reduce aún más el margen que pueden obtener por cada barril. ¿Por qué la industria petrolera venezolana ha retrocedido mientras el mundo pedía a gritos una alternativa al crudo ruso?

Venezuela se llenó de euforia a finales de 2021 porque el crecimiento de la industria del petróleo parecía exponencial. Con un sector completamente quebrado, la producción había ido 'in crescendo' mes a mes. El problema es que su techo ha llegado justo en medio de un 'boom petrolero' histórico debido a la Guerra de Ucrania.

En declaraciones a elEconomista, Francisco Monaldi, director del Programa de Latinoamérica y Profesor-Investigador del Instituto Baker de Políticas Públicas de la Universidad Rice en Houston, explica que el aumento de los precios del crudo han triplicado los ingresos del sector en Venezuela. Sin embargo, el experto explica que se debe a una completa parálisis de la inversión en el sector debido a las limitaciones de un país con fuertes problemas económicos y monetarios, además de unas sanciones estadounidenses que disuaden al dinero de fuera de sus fronteras.

"La inversión extranjera está muy parada porque no hay garantías dadas las sanciones de que una empresa que abra un pozo en Venezuela vaya a recuperar la inversión". Además hay empresas muy específicas como Chevron, Eni y Repsol, que "desde la administración Trump se han bloqueado sus nuevas inversiones. Aunque con la guerra esta situación con estas empresas se ha vuelto más laxa, no ha sido suficiente".

Un país que podría estar bombeando 6 millones de barriles diarios, ahora no logra superar los 800.000

A nivel interno, la evolución de la industria petrolera venezolana está realmente lastrada por una infraestructura fuertemente deteriorada tras años de problemas en la empresa petrolera pública PDVSA. Venezuela necesitaría una gran cantidad de liquidez para revertir esta situación y hacer funcionar al máximo unas tuberías que están teniendo serios problemas como, por ejemplo, fallos de funcionamiento que están provocando escapes.

Al mismo tiempo que tendrían que reformar todo su sistema, tienen que afrontar también otras fuertes inversiones para garantizar la salud de sus ciudadanos, como una reforma en su sector eléctrico, que sufre frecuentemente grandes apagones de más de nuevas horas diarios en muchos estados y que, por cierto, también afectan a la producción petrolera.

En ese sentido, Monaldi explica que las cifras de diciembre supusieron "el máximo de la capacidad actual de Venezuela", que necesitaría mucho más tiempo para ir aumentando su músculo industrial, especialmente a través de negociaciones con Biden para que relajara las sanciones, y así las empresas de todo el mundo tengan seguridad de que su producción en el país caribeño no va a acabar en desastre.

El resultado de todos estos problemas es que un país que, según Monaldi, podría estar bombeando 6 millones de barriles diarios, ahora no logra superar los 800.000 en un momento histórico para el petróleo. Sin embargo, se ha dado otro problema, no es solo que Venezuela no produzca tanto como debiera, sino que lo vende mucho más barato.

¿Por qué Venezuela vende más barato?

Si bien todos conocemos el precio estándar del barril de crudo, la realidad es que algunos productores pueden verse obligados a hacer descuentos. Y Venezuela está en este grupo, ante dos grandes problemas. Por un lado, las sanciones estadounidenses le dejan en manos de los pocos compradores que están dispuestos a pagar fuera de los canales financieros internacionales para comprar su crudo, que pueden exigir mejores precios a cambio del riesgo. La vicepresidenta Delcy Rodríguez lo resumió así en su informe anual del Gobierno: "El bloqueo en términos de costos y descuentos excesivos representa alrededor del 25% del precio del crudo, es decir, 1 de 4 dólares se deben destinar para cubrir pagos de otra manera innecesarios sin presencia del bloqueo. Además, una vez recibido el pago, se deben cancelar costos adicionales para mover el dinero hacia Venezuela, y estos pagos llegaron a costar hasta el 15% del valor bruto".

Por si fuera poco, hay un segundo problema: la viscosidad de su petróleo requiere un mayor proceso de refinado, lo que sube los costes del comprador, así que Venezuela tiene que bajar el precio de venta para que el coste final no sea mayor que el de comprar mejor crudo de otros países.

A eso se suma que sus aliados no lo están siendo tanto. Según Monaldi, "Venezuela está llegando a descontar 35-40 dólares por barril debido a las sanciones. La presencia de 'rebajas' en el crudo ruso por sus sanciones han provocado que incluso tengan que bajar más los precios para competir". Si Rusia está viéndose obligada a vender el petróleo que Europa ha dejado de comprarle, con China o India como únicos compradores, y a 60 dólares o menos, Venezuela tiene que pedir incluso menos dinero para ser competitiva.

La guerra ha vuelto a descuadrar las cuentas y Maduro ha tenido que recurrir de nuevo a la máquina de imprimir bolívares

Todas estas circunstancias hacen que el país caribeño se encuentre en una posición más débil de la que parecía a principios de año. La enorme contracción de su PIB -cerca de un 70% desde que Maduro tomó el poder- y el empobrecimiento generalizado de la población había reducido la demanda de exportaciones, al hundir el nivel de vida de la población. Así, los dólares que ingresaba por esos barriles debían ser suficientes para cuadrar la balanza de pagos. Y así era a principios de año, cuando se puso fin a tres años de hiperinflación.

Pero la guerra ha vuelto a descuadrar las cuentas y Maduro ha tenido que recurrir de nuevo a la máquina de imprimir bolívares, disparando un 38% la base monetaria del país en apenas dos semanas. El riesgo ahora es una nueva espiral inflacionaria que destruya lo poco que se ha logrado reconstruir en este tiempo.

Por el momento, el Gobierno de Maduro ha dictado una ley para crear "zonas económicas especiales", para atraer turismo e inversiones con menos impuestos, un tipo de cambio más competitivo y menos trabas a las empresas. El problema, por supuesto, es que crear unas pequeñas islas de lujo en medio de un desastre económico difícilmente arreglará la situación del venezolano medio.

Una situación que viene de muchas décadas atrás. Incluso antes de que Hugo Chávez llegara al poder con su plan del 'socialismo bolivariano del Siglo XXI', los enormes ingresos del petróleo y la altísima demanda de bolívares habían destruido la industria nacional y habían dejado al país en manos de las exportaciones, que salían más baratas que producir alimentos o manufacturas.

La recuperación de Venezuela

Pese a todo, la economía venezolana está logrando afianzar una cierta recuperación. Tras una contracción del 70% de la economía Venezolana en los últimos 10 años, los expertos prevén un aumento de entre el 5% y el 8% este año. De hecho, la actividad económica venezolana creció un 12,3% el primer semestre del año, según el Observatorio Venezolano de Finanzas (aunque el mismo periodo del año anterior se contrajo un 28%).

Todo este crecimiento se cimenta sobre la subida del precio del petróleo y de las remesas de la población que reside en el extranjero. Se estima que el país recibe el 5% de su PIB aproximadamente a través de los envíos de expatriados, con unos 3.500 millones de dólares en 2021.

Al mismo tiempo Maduro está intentando hacer tímidas aperturas económicas, como la venta de acciones estatales en quiebra para que un sector privado debilitado pueda invertir.

La inflación sigue desatada, con un 137% de variación en el IPC en el mes de julio y una variación acumulada anual en 2022 del 48,4%, unas cifras muy elevadas pero que suponen un avance ya que supone mantenerse bajo el umbral de la 'hiperinflación'. Sin embargo, aunque su moneda siga con fuertes fluctuaciones, la medida estrella de Maduro ha sido abrazar el dólar, que hoy representa el 64,8% de las operaciones del país según EcoAnalítica.

Las medidas que podrían salvar la economía venezolana ya no se hacen desde el Palacio de Miraflores, sino que se han encomendado a la Casa Blanca

Maduro ha aceptado cambiar el rostro de Simón Bolívar por el de Benjamin Franklin y ha dejado de perseguir legalmente los pagos y transacciones de esta divisa en el país con el fin de que sus ciudadanos tengan un 'salvavidas' frente a la inflación galopante. Esta medida ha permitido que los negocios sigan en funcionamiento y que mejore la economía.

Esta 'salvación de la economía' ha tenido un coste fatal para los funcionarios públicos, los parados y los jubilados, que ven cómo sus ingresos se desmoronan por un bolívar volátil mientras la economía baila al ritmo del dólar. Un trabajador público cobra de media 1,2 dólares al día. Mientras que el sector público gana al mes entre 30 y 100 dólares mensuales.

Sin embargo, las medidas que podrían salvar la economía venezolana ya no se hacen desde el Palacio de Miraflores, sino que se han encomendado a la Casa Blanca y a las conversaciones entre los diplomáticos de ambas partes. Las autoridades del país llevan meses negociando la retirada de sanciones por parte de EEUU para que el crudo venezolano pueda fluir hacia los mercados del mundo y mejore el precio del barril. Queda por ver si los diplomáticos pueden desatascar la economía venezolana, o aún queda una mayor travesía por el desierto para reflotar a la nación con mayores reservas de petróleo de todo el mundo.



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La fuente original de este documento es:
El Economista (https://www.eleconomista.es/economia/noticias/11938381/09/22/Venezuela-deja-pasar-una-oportunidad-historica-produce-menos-petroleo-con-el-barril-disparado-por-Putin.html)



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