Sin agua no hay luz

Y sin luz no hay agua. Lo primero no requiere de sesuda explicación. Todo el mundo sabe lo de las aspas que, con propulsión hidráulica, hacen girar los grandes dinamos que generan el fluido eléctrico que llega a nuestras casas sin necesidad de chimeneas.

A lo que no le hemos podido conseguir explicación, es al por qué a las casas que no “enrasen” por encima de una altura de dos plantas no se les pueden instalar depósitos del preciado líquido para que baje por gravedad a los servicios. ¿Cuestión de estética? No lo creemos, pues si fuese la estética el impedimento significaría que no se le reconocen los méritos a la arquitectura. Y, lo más importante, al control familiar del consumo del indispensable líquido. Pues una familia de seis personas a la que se les llenare un depósito de agua con capacidad de 5 mil 600 litros, puede bañarse diariamente, cocinar y lavar los platos y la ropa durante diez días. Lo que significa 16.800 litros al mes, igual a 93 litros diarios por persona. De tal manera que eso valdría, premio promedio, hasta para los edificios de mayor altura y población, a los cuales no les bastarían medidores, los que se complementarían con personal de fiscalización.

En cuanto a la energía y luz eléctrica, escuchamos la denuncia del Gobernador de Anzoátegui Tarek Williams, en cuanto al posible incremento desmedido del consumo del fluido por parte de los grandes centros comerciales. Tiene razón el gobernador Saab. Pero le faltó algo a la denuncia y es que, si esos comerciantes no pagan los excesos a los que no deberían dar lugar, nosotros sí se los pagamos a ellos cuando nos quedamos extasiados con las luminarias en la belleza de los estuches, como encanto para el recargo de lo que compramos. Luego entonces, la idea de que por ley se les conmine para que instalen los benditos generadores es correctísima, pero también nos dice a las claras que hubo dejadez. Y que con las crisis, hasta el que no dobla escarba.

En cuanto a nuestro alerta pasado respecto a las acometidas de las humildes viviendas, que también aumentan el voltaje por recalentamiento en esos cableados de bajo milimetraje, la sugerencia de sustituir esas redes sigue en pie, como quien dice: para matar dos gavilanes con una misma piedra. Uno, el peligro que corren nuestros compatriotas de la clase más desposeída a la hora de un chispazo por recalentamiento de esos “moños” de cable tan firifirito. Y dos, controlar con la instalación de medidores el consumo eléctrico de los barrios pobres, mediante previo estudio social.

Y por último, tenemos que comentar que las tuberías petroleras son ejemplo para despertar el celo por la seguridad del suministro de agua y electricidad. Esto se explica porque los enemigos del socialismo se afincan en las largas venas que, en el caso del petróleo son los ductos de los cuales, cuando hay desidia, que no es el caso presente, los petardistas de Oscar Pérez se ensañan en los tramos sin vigilancia. Y como las venas del petróleo, las del fluido eléctrico y las del agua cristalina también son larguísimas, si las descuidamos corremos el mismo riesgo que con las venas del petróleo. Por lo que, en cada tramo, debe haber un gobernador o un alcalde. Ayudemos a Chávez, ya que no puede estar en todas partes.

Patria, Socialismo o barbarie.


pedromendez_bna@yahoo.es


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Pedro Méndez


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