El carácter social y ecológico de la electricidad (II)

Propuesta alternativa para aliviar la crisis eléctrica nacional

Mientras George Bush, en el año 2007, realizó una gira por México y Brasil promoviendo el uso de los biocombustible que hizo que se dispararan los precios de la harina de maíz y la azúcar en esos países respectivamente, en Venezuela se instalaron millones de Bombillos ahorradores que redujo en 2 mil MW el consumo eléctrico y notablemente se evidenció en la facturación eléctrica de los hogares que hizo reducir el pago a un 25% del costo anterior. Así mismo, se desarrolló el programa de sustitución de electrodomésticos para reducir el consumo eléctrico.

Algo que llama poderosamente la atención es que Venezuela es uno de los países que tiene el mayor consumo eléctrico per cápita, eso no es solamente a la forma desproporcionada e indiscriminada como se usa la electricidad sino que también está asociado a los elementos propios de las pérdidas en el sistema eléctrico, tema éste que abordaremos en el siguiente artículo.

Con mucha frecuencia se habla de las energías limpias, de las cuales la eólica y la solar son fundamentalmente las más óptimas pero sus costos las hacen poco factible para un país y un modelo de consumo como el nuestro porque hay que hacer inversiones significativas y los niveles de producción son de pequeña escala.

Análogamente, para analizar el tema de los biocombustibles, debemos conocer que en Venezuela la superficie de tierras cultivada es aproximadamente seis millones de hectáreas, de las cuales más del 40% es utilizada para pastos o forraje. Producir un millón de barriles de biocombustible (8 días del consumo nacional en equivalente a gasolina) requiere un millón de hectáreas de maíz o caña de azúcar, haciendo un comparativo de producción el maíz tarda tres meses su producción, mientras que la caña es de ciclo anual, es decir, que en el caso de la caña se debe esperar un año y produciendo hasta ocho veces el record de producción nacional para extraer el combustible de algo más de una semana. Vale destacar que en Venezuela se importa un poco más del 60% de la azúcar que consumimos, visto en otros términos, no hay suficientes productores o producción para satisfacer esas demandas ni siquiera para el consumo doméstico.

Cuando analizamos el consumo de agua en países desarrollados, el 55% se utiliza en los centrales nucleares de producción de energía eléctrica, el 19% para agua potable o consumo humano, el 14% en agricultura y el 12% en el sistema de industrias. Esto indica el sentido antiecológico y depredador que significa la producción de electricidad por métodos nucleares.

Algunos ingenieros sugieren la colocación de plantas termoeléctricas para solucionar parcialmente los problemas de déficit eléctrico, pero cuando éstas se tratan de pequeñas plantas de 40 MW sólo son sistemas que poco ayudan y más bien emiten contaminación a la atmósfera, aunque en Venezuela se sustituyó todo ese sistema de combustión por gas natural, igual se destaca que para producir un Kilovatio hora (KWh) se requieren siete pies cubico de gas, es decir, es un consumo importante de combustible.

Siempre que se diseña un sistema de generación la opción hidroeléctrica es la primera, pero éstas en el tiempo sufren la sedimentación de sus embalses y en consecuencias pierden parte de su capacidad de presión hídrica necesaria para el funcionamiento de los generadores eléctricos.

En otro aspecto importante de resaltar, la electricidad es un servicio de tipo social y el gobierno venezolano así lo ha asumido, ha sido un éxito la electrificación de las comunidades más remotas y sectores más vulnerables pero los subsidios sin una política clara de desarrollo se convierten en subsidios improductivos. Mientras que en Curazao o en los EEUU una vivienda tipo clase media paga el equivalente a 300$/mes y en otros países latinoamericanos el consumo promedio de una vivienda de electricidad oscila los 40$ en términos relativos al salario, este gasto familiar implica hasta el 20% del salario mínimo.

En Venezuela la electricidad es gratuita, existe un alto subsidio por parte del gobierno tanto así, que muchas empresas les resulta más económico adquirir la energía que generar su propia electricidad o establecer sistemas de ahorro energético. Por ejemplo, en todo el mundo los centrales azucareros tienen que generar su propia electricidad para reducir costos de producción, lo mismo debe ocurrir con otras grandes industrias o cancelar lo debido, máxime cuando estas tienen sus productos a precios dolarizados.

Este subsidio del servicio hace que el aporte social vaya en detrimento del mismo, con las consecuentes fallas que hemos conocidos por falta de inversión, reposición y hasta de funcionamiento y operatividad del sistema. Esto quiere decir, que así como se revisó el subsidio a la gasolina, debe revisarse el subsidio al servicio eléctrico pero dentro de un concepto más amplio porque evidentemente el salario promedio de los trabajadores no alcanza ni siquiera la cifra de los 40 $/mes tomado como referencia en Latinoamérica. Tampoco se debe confundir a la población pensando que cualquier empresa del estado es el equivalente a PDVSA, de tal manera que si se cobra lo necesario para el buen funcionamiento del sistema, implique el subsidio de salarios a la población, o de otros servicios.

Haciendo un análisis comparativo con las políticas neoliberales, en Argentina una de las primeras medidas económicas de Macri fue aumentar drásticamente las tarifas eléctricas y de gas para compensar el déficit que le generaría al estado la exoneración de impuestos a la soya, es decir al sector privado.

Finalmente, dentro de estas consideraciones está el hecho que en Venezuela se caracterizó al servicio eléctrico como un hecho social y en consecuencias muchas comunidades apartadas de los centros poblados gozan de este servicio, pero las grandes distancias y el bajo nivel de tensión de distribución (13.8KV) hacen que este servicio sea deficiente, menos congruente con la realidad es que en grandes ciudades como Maracaibo utilicen este sistema de distribución eléctrica en media tensión, lo que le produce pérdidas nueve veces mayor cuando se compara con el consumo de otras ciudades como Barquisimeto cuya distribución se hace en una red 24KV.

De acuerdo a las estadísticas actuales el estado Bolívar tiene el índice más alto de consumo de electricidad por personas ubicado en 0,49 Vatios por persona (W p/p), le sigue Zulia con 0,39 W p/p. Siguiendo con este análisis en términos comparativos se tiene que Aragua con una población equivalente al 85% de la del estado Lara tiene un índice de 0,32 W p/p mientras que el de Lara es apenas de 0,21 W p/p; esta diferencia es evidente, porque como se ha comentado, el alto consumo per cápita de Venezuela está asociado también a la ineficiencia del propio sistema y en el caso de los estados que tienen sistemas de distribución en 13.8 KV (como Bolívar, Zulia y Aragua) sus pérdidas por el solo funcionamiento de las líneas son mayores que estados como Lara o Distrito Capital que distribuye en 24 KV.

En conclusión, los sistemas que generan altas pérdidas no son un aporte a su carácter social y mucho menos ecológico, el gobierno nacional que caracteriza en el quinto objetivo del plan de la patria la salvación del planeta debe dar un paso adelante en este caso, no considerado anteriormente en los planes de desarrollo e iniciar el proceso de cambio de las redes de 13.8 KV por la de 24 KV.

*Docente e investigador UPTAEB 

 

endertgil@gmail.com



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Endert Gil Monserrat


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