Resulta desgarrador para quienes tenemos una convicción revolucionaria que, aun ante las dificultades, hoy en día tenemos que pasearnos por sentimientos de rabia, incomprensión, acerca de lo que significa guerrear y mantenerse motivado en tiempo de crisis.
Hace pocos días comentaba un artículo que compartieron conmigo, donde se explicaba que era imposible convocar, e invitar al pueblo a una lucha armada contra el vecino país ante un supuesto escenario de guerra, teniendo como venezolano en la actualidad las peores circunstancias ante ese posible escenario.
Y es que resulta incomprensible por cualquiera de las direcciones por la que se le quiera mirar, que a un pueblo al que se le somete al caos social del transporte, el alto costo de los alimentos, la deficiencia de medicinas para tratamientos de enfermedades crónicas, como: cáncer, diabetes, VIH y otras patologías se le quiera proponer mantener en alto el espíritu de lucha patriótica, revolucionaria, cuando se está totalmente débil y desmotivado, cuando la comida en la nevera está podrida, luego de más de 20 horas sin servicio eléctrico.
En la reciente visita del Ministro de Energía Eléctrica, Mota Domínguez, al estado Zulia, muchas eran las preguntas que tanto los medios de comunicación, y el pueblo, quisieron realizar para obtener respuestas ante la crisis eléctrica que vive la región, sin embargo, frases como "el racionamiento serán las horas que sean necesarias", fue una de las frases que más caló en el subconsciente del colectivo.
Y fue así donde se evidenció la desfachatez y el descaro, la arrogancia y prepotencia de este funcionario quien seguro no padece los embates de tan atroz situación, todo con el afán de ocultar la responsabilidad que a juicio del más inexperto tiene la minería desenfrenada (criptomonedas) que se implantó desde hace meses en el estado Zulia.
Al parecer la intención es ocultar a toda costa y desestimar tales afirmaciones, ya que sería reconocer la ineptitud o falta de diligencia en la resolución de este conflicto, que en vez de mejorar pareciera hacerse peor.
A diario podemos ver en redes sociales como a vox populi se comercializan sin ninguna aparente regulación combos de máquinas minadoras de las que también se ofrecen ofertas cuando se adquieren por docenas, negocio que claro está termina estando en manos de muy pocos con un acceso casi exclusivo para quienes manejan moneda extranjera, ya que el costo de una maquina sobrepasa los 500 dólares, solo por mencionar la más económica.
Es justo aquí donde me pregunto, si la creación de la empresa Criptolago, tiene o no responsabilidad directa en el déficit y caos de generación eléctrica que poseen las ciudades de Maracaibo y San Francisco en la actualidad, ya que se alardea institucionalmente de poseer miles de máquinas en estas granjas instaladas quien sabe donde.
Por cierto en un programa de televisión muy orgullosamente el Ministro Castro Soteldo, estuvo visitando una de las granjas instaladas en el estado Zulia, donde con una gran sonrisa expresaba en su populacho lenguaje coloquial el asombro que le causaba el sonido que emitían estas maquinitas mientras estaban produciendo criptomonedas, así como también, manifestaba con maravillado asombro la cantidad de toneladas de aire acondicionado que se requerían en ese sitio para mantener en optimo funcionamiento las hacedoras de dinero.
Ellos lo saben pero jamás admitirán públicamente que la emergencia eléctrica se debe a la proliferación de esta minera institucionalizada, así como la ilegal que actualmente se sigue incrementando a niveles descomunales en todo el país, en especial en el estado donde "TODO" es posible que pase.
Desde hace meses escuché como desde el estado Bolívar casi con una apoteósica caravana, se daba inicio al traslado de la famosa turbina que tardaría dos meses en llegar al estado, la cual aportaría una cantidad considerable de megavatios para el pueblo. ¿Para el pueblo o para las famosas granjas de minería? Realmente al sol de hoy, que por cierto, bien intenso es por la fecha del año, la paciencia del pueblo ha estado expuesta a niveles máximos de tolerancia y pareciera que ya se acercara la hora de que esto deje de ser así, pues ni yo mismo como revolucionario puedo tolerarlo más.