Para Rafael Ramírez Carreño, a propósito del desastre de PDVSA

"La victoria tiene muchos padres, la derrota es huérfana". La anterior expresión se atribuye al presidente estadounidense J.F. Kennedy, y bien puede aplicarse perfectamente a lo que sucede actualmente en nuestra querida industria petrolera PDVSA, la cual se encuentra al borde del colapso financiero y operativo, es decir, de la ruina, de la quiebra. Diversas evidencias así lo indican: una caída dramática e incontenible de la producción (en la división Furrial la producción se redujo en más de 200 mil barriles en menos de tres años), los problemas de flujo de caja para atender, incluso los casos de operatividad diaria de la industria, tales como insumos tanto para la operación de las plantas como de los espacios de oficina; es prácticamente imposible conseguir una impresora con tóner en cualquier edificio de PDVSA (varios comedores de la industria han tenido que cerrarse por falta de recursos para garantizar la comida a los trabajadores, el de Morichal, por ejemplo, donde la gente solo esta trabajando medio día), la estampida de profesionales subpagados, los ingenieros y técnicos de PDVSA son los peores pagados de Venezuela y del mundo, que huyen despavoridos de una empresa y de un país que los condena a ellos y a sus familias a una espantosa vida de miseria y de hambre y por último, pero no menos importante, el clima de desesperanza y de baja moral que impera en la industria. En estos momentos la industria es considerada el peor lugar para trabajar en el país. Ante es estado de cosas no se puede menos que sentir dolor como ciudadano, a sabiendas del valor de PDVSA para el bienestar económico del país como principal fuente generadora de divisas. Pero, este dolor se convierte en indignación al mirar como el principal responsable del desastre, el personaje mas despreciado por los trabajadores petroleros, hoy pretenda aparecer ante el país, con su cara y manos lavadas, y con cínica y cobarde actitud, echarle la culpa a otros del desastre que el mismo propició. Me refiero al señor Rafael Ramírez Carreño, presidente de PDVSA por más de 12 años, en los cuales fungió tanbien como ministro de petróleo. Hoy, mientras la industria se encuentra en un insólito estado de ruina, este señor se presenta ante el país, desde la comodidad del imperio que tanto "combatió", como un abyecto cobarde, como si no hubiera tenido nada que ver. ¡Vaya que caradura! Pero es necesario recordarle al señor dojo, dojito, por que es el principal responsable, y por que el mayor anhelo de cualquier trabajador petrolero decente es verlo esposado detrás de rejas, a buen resguardo en cualquiera de nuestras prisiones.

Seré breve. Se necesitan pocas palabras para decir verdades. Solo enumeraré las que considero, como ciudadano y trabajador, como las más graves:

1). Convertir a una empresa modelo en un brazo, en una extensión del aparato político y del proselitismo oficial: en efecto señor Ramírez, este es su mayor aporte al desastre de PDVSA. Por que de ser una empresa altamente especializada, con esquemas gerenciales y modelos de desempeño que se caracterizaban por el trazado de excelencia y la marcación de calidad, la industria derivó, debido a su orientación directa, en un antro partidista donde no importaba la capacidad para el manejo del negocio, la ética ni el profesionalismo. Fue bajo su égida que se encumbraron personajes como Eulogio del Pino, Orlando Chacín, Pavel Rodríguez, Pedro León, José Luis Parada, y toda esa caterva de personajes, hoy presos, que en una empresa decente, con procesos de dirección profesional, nunca hubieran pasado de ser simples analistas. Ese estado de cosas creado por su administración permitió que permeara la corrupción a gran escala, que la falta de ética se convirtiera en la regla y que desaparecieran peligrosamente los modelos gerenciales sanos para dar paso a los modelos de mentira y ocultamiento de cifras, para cuidar el cargo, propiciados por su pupilo el señor Chacin. Abundan historias de este señor, entre los trabajadores petroleros.

2). La destrucción de la capacidad de los yacimientos y el endeudamiento de la industria: En efecto usted de la forma mas irresponsable ordenó abrir las válvulas de choque para extraer mas crudo, haciendo caso omiso de voces conocedoras que advirtieron que tal acción pondría en peligro la vida de los yacimientos, debido a que aun no se tenían construidas las instalaciones de superficie necesarias que permitirían la inyección de agua y gas a los yacimientos para mantener la volumetría. Esta es una de las causas fundamentales de la caída de la producción. No diré mas sobre esto, usted sabe de qué hablo. Y no contento con ello endeudó de la forma más irresponsable a la industria mediante la emisión de bonos para saciar la gula populista de sus jefes. Tampoco diré más sobre esto. Usted lo sabe.

3). Convertir a la empresa en un monstruo populista inoperante que se desvinculó de sus tareas fundamentales: usted es el único responsable de abultar la nómina en "organizaciones" completamente desvinculadas del negocio. La industria se convirtió en un monstruo inoperante. Mientras se endeudaba a la industria y se comprometían importantes recursos para la construcción del socialismo, se descuidaban las inversiones necesarias para alcanzar los objetivos del plan siembra petrolera. Usted propició la crónica condición de morosa de PDVSA con sus proveedores y contratistas. Importantes proyectos para aumentar y apalancar la volumetría no se terminaron a tiempo, perdiendo la ventana de oportunidad del negocio, o se convirtieron en elefantes blancos, por que no se pagaban equipos y maquinarias en el exterior, aun así, la empresa se endeudaba irremediablemente. Hoy el flujo de caja compromete aun la propia operatividad de la empresa.

Solo quiero recordarle esos tres. Como buen cínico quizás no tenga ética y valor para aceptar y asumir sus errores, pero es seguro que la masa trabajadora de PDVSA no las olvida.

solerfr@pdvsa.com



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