Una errata con fe

Ya estamos en Semana Santa y aprovechando estos días para redimir mis pecados, quise retomar el artículo que escribí hace unos días intitulado: "Un Poco de Lenguaje no hace mal". En tal documento cometí un error de redacción en la frase: "…mis reflexiones silenciosas, dadivosas y porqué [por qué] no, cariñosas". Ese "porqué" debí colocarlo separado. Así que un millón de gracias a la persona amable que me corrigió y me dio la excusa perfecta para seguir reflexionado hoy. Ahora bien, con fe y entusiasmo enmiendo ese error y como penitencia retomo aquel artículo inconcluso.

Hoy será un día de confesión. Debo comenzar diciendo que he cometido otros tantos errores. Algunos ortográficos, gramaticales y tal vez peque en omitir en este apartado, los vicios lingüísticos; los cuales en algún momento los consideré mis "verdaderos amigos" por su forma libre y desenfadada de actuar sin problemas en la oralidad y en el discurso escrito. Que equivocada estaba al pensar de esa manera. No fue sino hasta que llegué a la universidad, cuando descubrí que ellos aguijoneaban la estructura del lenguaje.

Y, debo confesar que aun teniendo conocimiento sobre sus efectos, algunos de ellos persisten y resisten en mi mente. Otros, en cambio he podido rectificarlos, gracias a la asidua lectura y a la buena voluntad de los verdaderos Ingenieros del Lenguaje: "los Profesores de Castellano y Literatura", quienes han estado en las aulas de clase insistiendo, monitoreando y pedagógicamente orientando cada detalle. Pareciera a simple vista que cada corrección o revisión fuese una tarea automatizable; pero la mera verdad no lo es. En cada acción hay procesos cognitivos en juego tales como: la observación, la memoria, la comparación, los cambios y secuencias, la consolidación, entre otros. En fin, un trabajo arduo de comprensión de las habilidades del pensamiento para resolver tales situaciones puntuales.

Considero que ese corpus de carencias que se evidencian al hablar y al escribir son las que permiten que se incremente el valor social del Lenguaje en la cotidianidad. Dado el nivel de relación y de unión invisible que se forja entre las personas dentro de la temporalidad del espacio. Ese nexo o química es la que habilita espontáneamente los eventos comunicativos. Las redes sociales son el mejor ejemplo de tal realidad. Tomemos como chivo expiatorio, el uso de la aplicación WhatsApp en los celulares inteligentes.

¿Quién no ha pecado alguna vez al enviar un chat con errores ortográficos? ¿Quién culpa al teclado por cometerlos? ¿Quién los disimula con un poco de gracia? ¿Quién recurre a las sugerencias del chat al escribir? ¿Quién ante la duda utiliza un emoji para salir del mal paso? o ¿Quién asume una postura radical y suprime el mensaje en su totalidad marcando un "eliminar para todos"?. Este último punto me lo he ganado con honores: soy llamada "la eliminadora de mensajes".

Creo que sí continúo, delatándome, para decirlo a la manera de Poe, tal vez resulte "apedreada" por sonrisas. En todo caso, lo salvable aquí es que, gracias al Lenguaje en cualquiera de sus manifestaciones, se desarrollan competencias que permiten socializar dentro de una cultura, que permiten recibir e intercambiar textos y que permiten instaurar conexiones en tiempo real. De por sí, ya resulta un verdadero privilegio poder compartir un mismo código con la familia, con los amigos, con los compañeros de trabajo, o más simple, con alguien especial.

Un código, dentro de este telón abierto del Lenguaje, es un conjunto de signos; y éstos a su vez, albergan los objetos, las imágenes, los gestos o las palabras. Parece fácil delimitar, sucintamente los signos a esas cuatro categorías, dado su nivel de complejidad. Por allá, iniciando el siglo XX, ya era centro de preocupación de Ferdinand de Saussure (1857-191), quien fuese uno de los "cocos" del estructuralismo lingüístico. Él los definía como un sistema mental y social de comunicación que operaban mediante los sentidos.

Sus disquisiciones en torno el Lenguaje como medio universal que emplea signos lingüísticos fueron acertadas. Gracias a ellos se produce la interacción, se construyen saberes, se contribuye a tener una visión del mundo socialmente compartida, inclusive se puede otorgar un sentido al silencio. Si se apertura un poco más el espectro es posible pensar que también se puede promover y alcanzar el progreso social, educativo, económico, político, científico y tecnológico.

Entonces, ¿qué se puede hacer para enaltecer el Lenguaje? Tal vez siendo un poco más observadores y cuidadosos al escribir y al hablar. Entendiendo, que no somos perfectos y que nos equivocamos 4/5 la mayoría de las veces. Desde esta fragilidad "inevitable" podemos ubicarnos en un horizonte continúo de aprendizaje y de reconstrucción del conocimiento. El resultado final será la disertación sobre la no frecuencia de erratas con fe.

*Estudiante del Segundo Semestre de Ingeniería Industrial UNEXPO-BARQUISIMETO

 

tonalidadazul10@gmail.com



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