Sin educación no hay revolución

"Es más fácil engañar a la gente,

que convencerlos que han sido engañados"

(Mark Twain)

"Escribe que algo queda"

(Kotepa Delgado)

Compañeros docentes, vamos a escribir haber si algo queda o mirando el horizonte, digamos: "Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo". Hoy por hoy, es muy fácil hacer una crítica a nuestro sistema educativo, no porque lo sea, sino por el agotamiento de este modelo cognitivo a nivel planetario, siendo el de nosotros una mala copia de reproducción del sistema, mejor dicho, de la inculcación pragmática de la moral del capitalismo en su fase más agresiva, la financiera. Por tanto, la reflexión no puede ser una retórica de "salvación" aunque lleve implícito la redención como acto de liberación; más bien a de ser, la construcción entre todos los venezolanos de una "propuesta prudente para gente decente" (Boaventura).

Bien sabido es, la precariedad en la cual "sobreviven" los maestros, cual náufragos se debaten entre vender verduras, impartir instrucción o morirse de hambre. Los "Robinsonianos" de corazón se mantienen en pie de lucha, otros más "débiles" están fuera del país o reniegan de su oficio, asumiendo clara posición como sujeto ante la situación de pobreza. La lucha por la dignificación de la vida del docente debe ser un acto obligado, de por si revolucionario, comprometido y colectivo; por lo que, organizarse en torno a un salario digno no deja de ser una tarea central que nos exige coherencia y unidad de propósito. Con no más de 2 dólares mensual no se vive, esto está hartamente comprobado, no porque lo diga una organización mundial sino porque lo sentimos en carne propia, cada día y todos los días.

Pero, "como no solo del pan vive el ser humano", la lucha por el salario debe estar amarrado a la crítica reflexiva: cómo debe ser una educación en revolución, cómo salir de este laberinto sin fin aparente, sospechar de la manera de cómo nos enseñan a ser docentes, cómo las universidades hacen su re-ingeniería para impregnar a la población de un conjunto de conocimientos cuya orientación es mercado-céntrica; mejor dicho, "una educación bancaria" la cual debe incitar al estudiante a alcanzar un título para ser funcional al sistema y trocárselo -esto hasta hace poco, ya no- por unos cuantos privilegios: una vivienda, un carro, un poco de monedas y no da para más. Una de las causas del desdén de nuestra juventud, por el estudio, consiste en la no garantía de satisfacer esos interese individuales, no lo ven como un horizonte inmediato, viable y alcanzable para su proyecto de vida, por eso desertan o migran.

Es un enorme reto y una gran responsabilidad implícita en el privilegio de ser maestros. Trastocar ese modelo consumista por uno de alta capacidad "inventiva", es constituirnos como sujeto histórico, dejemos plasmada el modelo de sociedad creadora que nos urge; internalicemos la importancia vital de nuestro trabajo como "catalizadores" del proceso, creador de una realidad general como "alfareros" de comunidad, otra. Estimados pedagogos, no podemos seguir esperando que las políticas públicas sobre educación provean las condiciones optimas para tal ejercicio, todo gobierno hace uso de un cuerpo ideológico que busca armonizar la cotidianidad con sus intereses de poder y control, es por eso que nuestra práctica educativa viene a ser "la contraparte, el reverso" de esos gobiernos que desvían su camino hacia la "mayor suma de felicidad para el pueblo".

Cierto es, que el proceso bolivariano ha hecho un enorme esfuerzo a través de las Misiones Educativas, de achicar el abismo de exclusión al democratizar la matrícula universitaria, al reducir sustancialmente el analfabetismo, al dar impulso a quienes se habían quedado rezagados sin alcanzar el título de bachiller; priorizó carreras en: educación, Ingeniería y medicina; pero continuó -aparte de los mismos contenidos curriculares- apostando por el sistema de disciplinas acotadas en sus propios nichos, se mantiene en los mismos rígidos espacios de infraestructura y permanece aislado de la fuente creadora de la vida, es decir, de la comunidad en sus necesidades propias, generadas por esta manera particular de orientar la formación.

Compañeros, cuál será nuestro quehacer pedagógico frente a los grandes desafíos de la "agenda oculta del capitalismo", donde su gran panacea -ya en vidriera internacional- es la llamada 4ta revolución industrial; sobre todo, cuando aquí hemos retrocedido a la 2da, prácticamente des-industrializados en los últimos años y, ahora, nos toca trascender para no ser reducidos a la "infancia educativa", es decir sin voz de cara a los "centros" que dominan la geopolítica del conocimiento. Cuál conocimiento vamos a priorizar frente a los avances en: robótica, digitalización, inteligencia artificial, transhumanismo y en el derecho inexistente de la "espacio-grafía" política. En fin, qué tipo de seres humanos seremos en pocas décadas, en cuáles dioses depositaremos nuestra fe, esto según la 4ta revolución industrial. Para contrarrestar lo anterior descrito, necesitamos los aporte en el campo de la neuroeducación, aprovechemos la ventaja que nos proporciona el pensamiento crítico, analítico y creativo, circunscribamos brechas de investigación en la comprensión y solución a tal problemática.

Proponemos como una opción más, entre tantas, la conformación del "BLOQUE SOCIAL DE LOS DOCENTES" (B.S.D) organizados en un "Movimiento Pedagógico Nacional". Todos alineados bajo un Programa mínimo en torno a la transformación del sistema educativo: donde la escuela sea la comunidad y sus prácticas hagan difusa los límites donde termina una y comienza la otra, en un todos involucrado éticamente. Estamos seguros que, desde el campo educativo es por donde se puede "encender la pradera", acelerar el proceso, dar sentido, contenido y orientación. El único ingrediente faltante, el único "pero", es la falta de voluntad política en cuerpo orgánico de los docentes para alcanzar criterios mínimos de organización, dirección y acciones conjuntas con otros sectores de la sociedad quienes caminan igual que nosotros: "dispersos los hombros, dispersos corazones, las luchas dispersas" ¿Seremos capaces superar estas limitaciones?

Una Revolución, que se precia de serlo, debe convertir a toda la sociedad en una "Escuela" y esta no debe impartir cualquier enseñanza. Sin educación no hay revolución. Allí está implícito un discurso distinto, una gramática, un metalenguaje cargado de nuevas categorías, otras prácticas comunitarias que permitan dar el salto dialéctico a otro modelo, donde la mayoría excluida se sienta desagraviada y atendida. Compañeros, gobierno no hace revolución. Lo hace el pueblo y sobre todo el pueblo oprimido y negado pero en pie de lucha por sus reivindicaciones materiales y espirituales; mejor dicho, no estamos en contra del gobierno, nos oponemos es a las condiciones a las cuales están sometidas la fuerzas creadoras de un mundo distinto, como consecuencia del modelo imperante mundial y que en nuestro suelo no se ha podido superar por diferentes intereses politiqueros y economicista que paralizan nuestro desarrollo. ¡Ahora es que nos queda por luchar por un mundo que ya nació!

 

 armylopez3@gmail.com



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