En nuestra anterior entrega sobre las universidades venezolanas, mencionábamos parte del dialogo con mi hijo en los términos que tales instituciones estaban enfrentando la dura crisis económica y social.
En tal sentido, conversaba con mi hijo sobre la falta de financiamiento que afectaba a las universidades, y sobre lo cual él me preguntaba: ¿papá, a qué te refieres sobre este punto?
Está referido al mismo tema de la clasificación. Como te decía, estos índices que publican las instituciones que hacen los diferentes rankings, son más bien categorizaciones de las diferentes combinaciones de los datos ya publicados en diferentes niveles; por cierto, la información a la cual mayormente prestan atención suele ser al área de la investigación. Por esto insisto, que estas publicaciones ofrecen una visión parcial de los datos ya publicados en otras fuentes de información. Luis, así como te explicaba, que los Estados y gobiernos, imprimen una influencia ideológica en sus políticas públicas implementadas, igual ocurre con el tema de las clasificaciones y sus intereses, así que en realidad poco tienen que ver con el estado de la calidad dentro de las universidades.
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Solo estoy diciendo, que el resultado de tales métodos empleados, al igual que los resultados de los mecanismos de evaluación administrados por cada universidad o el Estado nacional, solo arrojan datos parciales que dibujan realidades aparentes, y las realidades aparentes no son información suficiente y confiable para emitir juicios serios sobre ningún tema. Por esto, te recuerdo la importancia que tiene la fundamentación teórica para poder someter a un proceso de reflexión y análisis todos estos datos y resultados. Trataré de ejemplificar mi comentario. El cartelito que tú me mostraste al inicio, decía textualmente que la UCV había alcanzado el puesto 41 en la región latinoamericana, pero omite, que esta misma base de datos para el año 2017, situó a la misma UCV en el puesto número 18. Esta es la razón por la que yo no observo ni la excelencia y menos la calidad de nuestras universidades, sino por el contrario, los datos me indican un decrecimiento abismal de 23 puestos en tan solo tres años, y te aseguro, que si buscamos los datos del año 2000, la tragedia evidenciada seria aún mucho mayor.
Luis, se quedó atónico, me miraba fijamente sin pestañar. De repente: - <
Luis, no dejaba de revisar su teléfono y en pocos minutos, vuelve a comentar: -<
El silencio se apoderó de nuestro tiempo y espacio. Luis se marchó pensativo y sin decir nada; yo me quede allí, pensando ¿qué será de la vida de cada profesor en Venezuela? ¿Por qué no comprendemos que, con la muerte de cada profesor, están muriendo años de cultura, ciencia y trabajo que será difícil reponer? ¿Dónde carajos están los reclamos reivindicativos de los académicos de la región latinoamericana, esos que hipócritamente gritan por todo, pero hoy guardan silencio cómplice frente a lo que es el exterminio de la universidad venezolana?
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