Observaciones de la práctica docente desde un análisis reflexivo actual.

Día del Maestro

La historia de Venezuela relata que durante el gobierno de Isaías Medina Angarita (1941-1946) se decretó el 15 de Enero como Día Nacional del Maestro. No obstante dicha celebración data de las luchas que dieron los maestros venezolanos quienes incipientemente en el año 1932 y teniendo lugar la sede del antiguo colegio Vargas ubicado entonces en la esquina de Cují, en Caracas, conformaron asociaciones con el propósito de defender y mejorar la Educación del país, debido a que existía un prominente analfabetismo, además de fijar posiciones en pro de sus reivindicaciones laborales. Luego en el año 1952 durante el gobierno de Marcos Pérez Jiménez es cambiada la fecha de celebración del Día del Maestro para el 29 de noviembre a manera de agasajo por el natalicio de Andrés Bello -por ser uno de los maestros del Libertador Simón Bolívar-. Pero en 1959 tras la caída de Pérez Jiménez, se retorna nuevamente, a la fecha que en la actualidad se celebra es decir, el 15 de Enero.

Si se indaga un poco más allá del hecho histórico –importante por demás- sobre la profesión docente en nuestros días, podrían encontrarse ciertas curiosidades al respecto, y allí en el silencio de la indagación personal, necesario para descubrir y reflexionar, sería de donde surgen dos inquietantes preguntas que quisiera presentarles a continuación. La 1ra ¿Qué espera la comunidad en general del Colectivo Docente Nacional? Y la 2da ¿Qué da de sí el Maestro y la Maestra a la comunidad en general? Mucho y poco, quizá cabe la misma respuesta para las dos preguntas.

La crisis educativa que tuvo lugar al inicio del III milenio en el que vivimos, durante los años 2001- 2005 aproximadamente, fue mejor dicho, evidentemente, la crisis de la Educación Tradicionalista, y es oportuno recordar aquella máxima de Antonio Gramsci: El viejo mundo se muere, el nuevo tarda en aparecer. Y en el claroscuro surgen los monstruos, bueno más o menos –parafraseando a Gramsci- vivimos en ese claroscuro con todo y monstruos cuya tendencia -la de la escuela tradicional sobreviviente aún- no permite la funcionalidad de nuevas propuestas que han hecho intentos por lograr la transformación pero que no sucede en sí, y no hablo de cambios del currículo es decir de letra muerta pues, sino más bien de accionar, de praxis, o en el mejor sentido de la palabra hablo de SERVICIO.

Ahora bien, lo que se aborda como colectivo docente nos involucra a todos y todas y de manera autocritica hemos visto que en parte nos sumergimos en el mar embravecido de luchar por reivindicaciones, sueldos y salarios, entre otros, amparados en la frase hueca, del cual los docentes no escapamos sino que nos hacemos eco cual trémolo de repetición, musicalmente hablando, al exclamar: ¡SITUACIÓN PAÍS! Y a ello se le atribuye todo y cuanto se puede, yendo generalmente hacia el polo negativo -con alta relevancia en enaltecer la carencia en vez del potencial- facultados legítimamente para hacerlo mas no coartando el derecho consagrado constitucionalmente a los niños y niñas de estudiar, donde se decide (y se informa por redes sociales) sobre paralizaciones escolares y luego se hace ver como un hecho espontáneo y peor aún manifestando un supuesto apoyo de los representantes (sugestionados) y cuyo norte gira en torno a crear inconscientemente en el colectivo el reinar de la APATÍA, sin embargo, no es menos cierto que existe otra buena parte de docentes que si bien les preocupa la SITUACIÓN PAÍS, las reivindicaciones, los sueldos y los salarios etc. también se preocupan por dar un paso hacia adelante, pasando la rayita mental que le impone barreras a su propio pensamiento a fin de clarificar la superación del mero hecho de solo CONOCER, y se esmera por hacer bien lo que hace teniendo conciencia del por qué hacerlo bien. Honrosas excepciones pero los hay. Desde luego, se nos presenta ante nuestros ojos diariamente la misma crisis educativa (o al menos así parece), y también la misma actitud de solo conocer superficialmente (sin que se logren las modificaciones pertinentes) nunca ahondando en el conocimiento, ya que eso implicaría en (términos económicos) dedicar tiempo que quizá el docente utiliza por aparte en comercio o actividades afines, suena feo, pero es una realidad que a todos nos toca independientemente de la formación que se tenga y que no permite dinamizar las transformaciones al respecto. Dentro de este esquema se podría decir entonces que en la mentalidad del docente como ente dinamizador de la escuela debería prevalecer ese "algo" que vaya más allá de las meras razones crematísticas.

Surge una última pregunta, acaso ¿Muere el Maestro de hoy? La respuesta no debería de darse literalmente sino en su sentido figurado, pues ¡hay que morir! sí, no se asuste, le repito en su sentido figurado. Ya el mismo Cristo, Jesús de Nazaret, Maestro por excelencia nos enseño con su ejemplo y es de Él mismo la propuesta, que la recoge Juan el evangelista en su capítulo 12 versículo 24, donde expone: "Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere da mucho fruto". El grano de trigo somos nosotros y así cual semilla debemos morir, no una sino muchas veces, a diario y de distintas formas para luego dar mucho fruto, es decir, dar vida. En la frase bíblica se revela el secreto para no quedar solo, pues se muere, se obtiene el fruto y se crece colectivamente. Motivo para estar pletórico. Por lo tanto no se precisa de Réquiem ni plañideras, estarían de sobra, como lo están quienes solo andan en esa tónica. Mi voz esta presta para cantar más no para plañidera.

Consideremos pues el carácter fugaz y transitorio de las cosas, hagamos de la labor docente el servicio que se merecen los humanos que Dios nos entrega para vivir la magia del aprendizaje mutuo, ojo, no para que se nos garantice al final de nuestros días una hagiografía (biografía de santo), sino que se nos valore el talante comprometido con su país y con su profesión.

Entendamos que hoy el hecho educativo va más allá del CLAUSTRO y eso se entiende con que va más allá de nosotros. Así de simple, tal cual lo hiciera Simón Rodríguez, conocido en su exilio como Samuel Robinson, con Simón Bolívar, sobre el cual, no pretendo hacer citas de su pensamiento porque particularmente siento que ha sido lo suficientemente estudiado por todo el cuerpo docente nacional, sino que me limitaré al nexo afectivo que existió fehacientemente entre ellos, los dos Simones, así sería de espectacular (A1 y 5 estrellas) que Bolívar lo expresa en su tan famosa carta a su Maestro y donde me llama poderosamente la atención las siguientes palabras: "No puede Vd. figurarse cuán hondamente se han grabado en mi corazón las lecciones que Vd. me ha dado; no he podido jamás borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que Vd. me ha regalado". ¡Qué privilegio el de Bolívar y qué privilegio el de Rodríguez!

Finalmente sugiero –sin ínfulas de consejera ni nada por el estilo- leer, analizar y practicar lo que el maestro Luis Beltrán Prieto formuló al orientarnos que: Seamos BIBLIOTECAS VIVIENTES, al final quizá en ella, alguien consiga un libro especial en el que descubran a un maestro –con más ejemplos que palabras- en alto relieve full color, muy tangible, cercano y humano, lleno de mística en su labor, alegre, juguetón, activo, agradecido con Dios porque cada mañana despierta, respira y vive. Y así muchas otras páginas y experiencias que usted apreciado lector escribirá a su manera y en plena LIBERTAD en ese su libro, su vida. FELIZ DÍA DEL MAESTRO y LA MAESTRA.

Carmen Teresa Alviarez de Largo. Profesora de Música. teresadelargo@yahoo.es



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Carmen Teresa Alviarez de Largo

Profesora de música

 teresadelargo@yahoo.es

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