La verdadera autonomía universitaria como bastión de equilibrio y crecimiento de un país

La garantía de la libertad académica con respecto al resto de los poderes, consolidados constitucionalmente, se haya concentrada en la Autonomía Universitaria. Desde su génesis esta se entendió como la independencia del universo académico para enseñar e investigar de acuerdo con sus propias convicciones y libre de las presiones del poder político o religioso.

El poder político y religioso siempre ha usurpado la autodeterminación de los pueblos, es por esta razón que el ejercicio de la Autonomía Universitaria, a lo largo de toda su historia, siempre ha debido enfrentar a absolutistas, dictadores y autoritarios que no permiten el pensamiento libre y quieren convertir a la Universidad en un instrumento servil de sus caprichos y conveniencias. Venezuela posee una hermosa historia referente a este tópico en cuestión, el 9 de Julio de 1811, el Claustro de la Universidad de Caracas acordó apoyar como institución "La independencia absoluta de estas provincias de Venezuela de toda otra potestad que no emane de la voluntad libre y general de los pueblos".

La consecuencia de este valiente y determinado acto de libertad se hizo sentir, se desato una terrible persecución por parte de los distintos gobiernos realistas de la época. Fue en 1815, cuando llegó a Venezuela el General Pablo Morillo, este estaba al frente de un poderoso ejército, con la intención de restaurar el hilo del orden colonial. El General Pablo Morillo estaba al tanto de que la Universidad había aupado los planes independentistas del pueblo nativo, la castigó y humilló convirtiendo su sede en cuartel de sus tropas. Morillo permitió que la Universidad se volviera a abrir cuando estuvo totalmente seguro de que esta sería un arma estratégica para la política colonial. Después de esta apertura, durante la época republicana, la Universidad continúo siendo perseguida, allanada y cerrada numerosas veces.

Doce años después, el 24 de Junio de 1827, durante su última visita a Caracas, Simón Bolívar, junto a José María Vargas y José Rafael Revenga para redactar los estatutos Republicanos de la Universidad de Caracas, los que la dotan de plena Autonomía, carácter secular, renta y democracia. Dichas rentas debían servir de sustento económico a la institución y consistían de propiedades donadas por Bolívar como las haciendas de Chuao, Cata y Tácata. Estas nuevas normas ampliaron la visión educativa incorporando nuevas cátedras y laboratorios de investigación, eliminaron el odioso procedimiento de seleccionar los estudiantes por el color de la piel, aminoraron el costo de los títulos universitarios, aumentaron el sueldo de los catedráticos, suprimieron el latín como lengua oficial de la enseñanza y dotan a la Universidad de un inmenso patrimonio económico, representado en tierras y haciendas. Con esas nuevas normas lo de Real y Pontificia se eliminó del nombre y trasciende su jurisdicción regional pasando de ser Universidad de Caracas a Universidad Central de Venezuela, en alusión a la nueva República.

Este nombre, por cierto, se ha mantenido por razones históricas, ya que la Universidad central no agrupa o administra a otras universidades del país, es de lamentar que una Universidad cuando es sumisa, contradice su esencia y niega su razón de ser, le da la espalda a su génesis. La Universidad en ejercicio pleno de su Autonomía, debe resistirse a ser controlada o manipulada por la política, debe luchar por la razón de investigar y dirigir el rumbo de las ideas que transforman a un país, debe negarse a ser asfixiada. Hoy día el poder genera estrategias que golpean la academia, le resta la oportunidad a la Universidad de dar rumbo a la transformación, resulta verdaderamente vergonzoso y enteramente desestimulante, el sueldo de los profesores universitarios, tal situación ocasiona una severa descapitalización de la Universidad, pues muchos profesores, especialistas, investigadores, científicos y otros buscan en otros países sueldos que les permitan una vida digna para seguir investigando y formándose, esa fuga de cerebros obedece a un plan muy bien estructurado por parte de los que necesitan debilitar la resistencia intelectual, moral y ética del país, la universidad no puede estar secuestrada por animas partidistas que perturben la paz de su ascenso, su rectitud y la direccionalidad de las ideas, impidiendo que esta logre generar el talento humano necesario que transformara la realidad del país siempre de forma ascendente, de manera que la traducción del mencionado cambio de realidad se note en que los recursos de Venezuela, puedan ser un verdadero potencial en las manos de sus hijos, que si saben qué hacer con su independencia y libertad de producir para la vida.

El tan necesario cambio educativo no vendrá con gritos, proclamas y consignas, sino que vendrá cuando convirtamos los centros educativos en lugares de búsqueda, de exigencia y trabajo responsable, de participación, de investigación, de inclusión, de gestación de lo nuevo. Es un deber asociado a la razón de ser de todo docente, que siempre se trabaje por una educación que dote a sus miembros de voz, de acción y de poder, que no consiste precisamente en repetir lo que otros dicen y ya, sino en ejercitar la capacidad crítica, autocrítica, de argumentación y diálogo, de sensibilidad social y compromiso con la gestación de una educación que trabaje en función de un mundo de mujeres y hombres libres con capacidad de transformar debilidades en fortalezas, creando el compromiso de siempre servir y aportar para la vida.

Es menester que la Universidad no sólo deba resistir, sino que debe aprovechar todo momento como una oportunidad extraordinaria y responsablemente única para autocriticarse y para asumir su misión y compromiso de ejercer y transmitir el pensamiento libre y creativo. Sociológicamente se ha aceptado que todo cambio genera una resistencia, corrientes muy bien definidas dan como solución prospera que la vida consiste en adaptarse a los cambios, para el caso particular de la Universidad, su papel no es adaptarse a los cambios, sino dirigirlos en un sentido ético y estético, que enrumben al país por los caminos de la justicia, la productividad y la equidad, el Gobierno Nacional no debe desvincularse de las Universidades cuando se trata de poner en práctica estrategias que den direccionalidad al Plan de la Nación, lo que supone y genera una crítica profunda de toda política excluyente, y autocrítica para corregir sus desviaciones y superar la tentación del acomodo y la rutina que siempre conduce a la ruina, los recursos y el talento son para ser usados. De ahí que la Autonomía debe ser impulso para la innovación, la recreación permanente y la propia superación, evitando que exista la ausencia de evaluación y, en consecuencia, contribuya a la irresponsabilidad y a la mediocridad.

No tenemos tiempo para ser mediocres, no podemos seguir permitiendo que se mal use la Autonomía Universitaria para destruir los bienes públicos, no puede seguirse ejercitando la indiferencia hacia las máximas casas de estudio, estas existen porque en su inicio se concibió que de sus espacios emanaría el conocimiento puro de las ciencias, que se traduciría en el crecimiento del país desde todo punto de vista, reforzándose así la identidad y la autodeterminación de todos los miembros de la nación, la Autonomía Universitaria está definida para la construcción del bienestar colectivo, lo contrario no es propio de su existencia.

La crisis ha generado desfavorablemente espíritus de lacayos que operan en cuerpos dedicados a ser mercenarios, cuerpos carentes de amor que superponen cualquier bien material por encima de la vida misma, la Universidad debe dar dirección a un mundo totalmente inhumano que a su vez pide a gritos auxilio, el auxilio solo viene de la razón y solo esta puede transformar para siempre, hoy día las universidades deben cambiar e ir superando sus exacerbadas y graves deficiencias, las cuales se puntualizan fundamentalmente en la desigualdad de oportunidades de estudio, ciertos privilegios corporativos y gremiales, jubilaciones en plena edad productiva (con frecuencia para ganar doble, pues se jubilan pero siguen trabajando en otros programas), rigidez e inflexibilidad curricular, burocracia, aislamiento de los profesores, poca pertinencia social de los aprendizajes, investigaciones academicistas que no aportan nada a la solución de los problemas, carencia de formación integral, pedagogía transmisiva y enciclopédica, poca o nula productividad de numerosos profesores. Es necesario desempolvar la esencia de la Autonomía Universitaria, es de imperiosa necesidad exponer, defender, respaldar con hechos, con profunda ética y moral la genuina Autonomía Universitaria, combatir con ideas, planteamientos, ejemplo y decisión esa deformación de la autonomía que es excusa para destruir.

Hoy día los movimientos estudiantiles, rebeldes por naturaleza deben encausar esa energía con la virtud del conocimiento a los pies de los desposeídos que tienen hambre y sed de justicia, que no necesariamente deberían generar como consecuencia de la oportunidad que se les brinda resentimiento y venganza, todo esto es posible únicamente en la dimensión del amor al prójimo, que solo pocos y grandes hombres en la historia humana se han atrevido a demostrar más allá de alzar la voz, menospreciando sus propias vidas y que al final precisamente fue el precio que pagaron.

joseviscaya3@gmail.com



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