El maltrato salarial a los docentes es una política colonial

A continuación voy a parafrasear un artículo de Paulo Freire, donde el ilustre maestro brasileño fija posición sobre el asunto del salario docente; un texto muy apropiado ahora cuando en Venezuela contamos con un gobierno popular que está batallando para erradicar la pobreza en nuestro país, que ha incrementado el presupuesto de gastos en educación, que ha ampliado la matricula escolar, que ha ampliado y mejorado las becas estudiantiles, pero que en materia de salario sostiene en la actualidad una política que maltrata a los educadores de los distintos niveles del sistema escolar venezolano. 

Veamos lo que dice Freire al respecto.

“La práctica educativa es algo muy serio, pues los educadores tratamos con personas, con niños, adolescentes, adultos; participamos constitutivamente en su formación. Según sea la preparación, motivación y dedicación los educadores podemos ayudar o perjudicar a nuestros estudiantes. Podemos contribuir a su fracaso con nuestra incompetencia, mala preparación o irresponsabilidad. Pero también podemos contribuir con nuestra responsabilidad, preparación científica y gusto por la enseñanza, con nuestra seriedad y testimonio de lucha contra las injusticias, a que los educandos se vayan transformando en presencias notables en el mundo. Vale decir entonces que debemos asumir con honradez, con entrega, con pasión y responsabilidad nuestro desempeño docente, para lo cual, sobre todo, nuestra formación tiene que ser considerada rigurosamente.

Uno de los saberes que los docentes debemos forjar para llevar por buen camino nuestra práctica educativa y para adelantar nuestras luchas es el saber de la dignidad e importancia de la actividad educativa. Sin esta convicción, entramos casi vencidos en algo tan importante cómo es la lucha por nuestro salario y contra la falta de respeto (sn). Es evidente que reconocer la importancia de nuestra tarea no significa pensar que es la más importante de todas. Significa reconocer que es fundamental. Y algo más: indispensable para la vida social. Este punto es crucial para nosotros los docentes. Es indispensable que nosotros mismos reconozcamos la trascendencia de lo que hacemos,  que valoremos en su justa medida la labor que realizamos, que justipreciemos el impacto social de la acción educativa.

Con esto de por medio nuestra disposición a luchar por nuestros derechos es mayor. Y he aquí una reflexión importante. Es necesario saber que la indigencia de nuestros salarios no depende solamente de las condiciones económicas y financieras del Estado o de las empresas particulares. Todo esto está íntimamente relacionado con cierta comprensión colonial de la administración, de cómo organizar el gasto público, jerarquizando los consumos y priorizando los gastos (sn).

En tal sentido se hace urgente superar argumentos como el siguiente: “Podemos darle un aumento razonable a los procuradores, supongamos, porque son sólo setenta. Pero no podemos hacer lo mismo con los docentes porque son veinte mil”. No, eso no es argumento. Lo primero que hay que precisar es si los docentes somos importantes o no. Si nuestros salarios son o no son insuficientes. Si nuestra tarea es o no es indispensable (sn). Sobre este punto hay que insistir y mucho, pues el poco aprecio gubernamental respecto a lo educativo es de larga data. Por tanto debemos persistir en esta lucha; es una lucha difícil y prolongada, implica la impaciente paciencia de nosotros los educadores y la sabiduría política de nuestros dirigentes. Es importante que luchemos contra las tradiciones coloniales que nos acompañan, que están presentes en la administración del estado. Es indispensable que luchemos en defensa de la relevancia de nuestra tarea, relevancia que debe, poco a poco pero tan rápido como sea posible, llegar a formar parte del conocimiento general de la sociedad, del desempeño de sus obvios conocimientos.

Si la sociedad no reconoce la relevancia de nuestra actividad entonces no nos brindará su apoyo y se sorprenderá por tanto de las huelgas o paros realizados por nuestro gremio. De allí que sea también responsabilidad nuestra hacer que la sociedad cambie su percepción con respecto a nuestras justas luchas.

Así  mismo, es necesario salir en defensa de la educación pública, de la escuela pública y popular, eficaz, democrática y alegre, con sus maestros y maestras bien pagados, bien formados y en permanente capacitación. Con salarios nunca más a distancias astronómicas, como hoy, frente a los presidentes y directores de las empresas estatales (sn).

No debemos ser timoratos para abordar este tema de la consideración debida a la actividad de los maestros y maestras. Es preciso hacer de este asunto, materia de interés fundamental y nacional; que inquietemos la muy juiciosa e insensible conciencia de los burócratas empapados de pies a cabeza de ideas coloniales, aun cuando se llamen modernizadores.

También llamamos la atención de los sindicatos. Estos deberían sumar a sus reivindicaciones salariales y de mejora de las condiciones materiales para el ejercicio de la docencia, otra a largo plazo. La que, desmenuzando la política de gasto público que incluye los desniveles entre los salarios de los maestros y los de los otros profesionales, analice también las comisiones y las gratificaciones que se incorporan al salario después de algún tiempo. Se haría necesario un serio estudio de la política salarial sustantivamente democrática, no colonial, con que se le hiciese justicia al magisterio por un lado y por el otro se reparasen desigualdades ofensivas. (sn).

Estas diferencias entre los salarios de los docentes y de otros funcionarios públicos es una tradición colonial. La desproporción es ofensiva. Lo que recibe el presidente de una empresa estatal, independientemente de la importancia de su trabajo, y lo que recibe una maestra, es expresión de una política; política que gratifica al gerente, pues reconoce el valor de su actividad, pero que demerita a la maestra; para los burócratas ésta última realiza una actividad elemental por eso se le cancela un salario también elemental”1.

Al día de hoy, el maltrato a los educadores continúa. Sigue siendo materia secundaria el asunto referido al salario de los docentes. Mal indicador éste, respecto al cual debemos hacer al presente gobierno el llamado de atención y las críticas correspondientes.  

siglanz53@yahoo.es



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Sigfrido Lanz Delgado


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