¿Y la carne pa´ cuándo? En el Mercado de Quinta Crespo desapareció, sólo hay cerdo a precios especulativos

Sin carne se encuentra el Mercado de Quinta Crespo. Solo avisos con el mostrador vacío

Sin carne se encuentra el Mercado de Quinta Crespo. Solo avisos con el mostrador vacío

Credito: Aporrea.org

Muchos esperaron por la carne hasta el cierre, pero la carne de res nunca llegó al Mercado

Muchos esperaron por la carne hasta el cierre, pero la carne de res nunca llegó al Mercado

Credito: Aporrea.org

Septiembre 10 de 2018.- En nuestro recorrido semanal nos tocó monitorear esta vez al Mercado Municipal de Quinta Crespo, quizás el centro de expendio de alimentos al detal más importante y mejo surtido del país, uno de los íconos de nuestra golpeada ciudad, al cual por cierto no se le hace un cariño desde hace mucho tiempo, ni de parte del gobierno, mucho menos de los que allí hacen usufructo de las ganancias del mercado, que debería servir a los caraqueños quienes son los auténticos dueños de ese espacio y no de los que se han apropiado y hecho fortunas con esos puestos destinados en un principio a abastecer con precios módicos a la ciudad y sus alrededores, por lo menos ese fue el objetivo de su creación en 1951.

Nadie sabe quienes son los administradores de ese mercado, si lo sigue siendo el Concejo Municipal, o si tienen una junta directiva y menos quienes regentan los espacios, es todo un misterio que desconocemos y en el mercado tampoco existe un departamento de información o apoyo al consumidor, todo atenta para que desconozcamos y permanezcamos en ese limbo de la ignorancia, en donde a trocha y mocha hacen su agosto la corrupción entrecruzada de funcionarios municipales con comerciantes inescrupulosos a quien poco les importa el hambre o necesidades básicas del pueblo.

Se puede percibir que hay aquí dos niveles, los de adentro y los de afuera, estos últimos, queremos decir son los que se ubican en los alrededores del mercado, vendedores ambulantes, carreteros, ropavejero de todo tipo; los comerciantes pobres, los que sobreviven como pueden en el día a día, un submundo colorido que en el caso de este viernes reverberaba por la cantidad de gente que se volcó a las calles a buscar o rebuscar lo que se pudiera con el salario o pago de pensiones que cada día se va como el agua entre las manos, estos tenderetes se extienden por todas las calles, al frente y detrás del mercado.

Paralelo a una de las entradas laterales, semi escondidos, sentados en el piso con sus morrales de la Patria, se encuentran los famosos bachaqueros ofreciendo los productos de la caja del CLAP, y demás artículos regulados de la canasta básica, los cuales venden al precios que ellos decidan, pero en efectivo.

Al adentrarse por una de las puertas, nos topamos de golpe con las rojas y provocativas manzanas que brillan y te piden ser mordidas, duraznos grandes con matices morados, bien provocativos, mandarinas que le hacen la boca de agua a una, pero el deseo de nuestro gusto sufre el frenazo que impone el mercado cruel, este cruce entre gobierno y comerciantes al que han llamado "Guerra Económica", en la que las únicas víctimas somos nosotros los de abajo, los asalariados, los que nos enfrentamos al problemas del transporte, de la luz, del agua , la salud, y el más grave el de satisfacer la necesidad de llenar el estómago con lo que sea y allí se quedaron los sueños con las manzanas y frutas de élite y volteamos el rumbo para buscar cambures, naranjas, y los cocos que nos hacían ojitos, pero demasiado costosos, entre 80 a 100 Bs.S. en un país tropical, lleno de palmeras, no se entiende el porqué de estos precios.

Cuidado si pregunta mucho los precios a estos vendedores de frutas porque esa casta de los de adentro, muchos de ellos descendientes de españoles y portugueses, en su mayoría, lo mirarán con menosprecio y le lanzaran un chequeo radiográfico para saber si es apto para la compra de sus exclusivos productos.

Más allá están los verduleros, estos más mezclados, más humildes, pero con la viveza estampada en sus ojos, ofrecen cartelizado el ocumo blanco, con un precio que va de 60 a 70 Bs, no nos dejan opciones sino para la auyama y la yuca.

Pasamos por el queso y los fiambres donde vuelven a predominar los europeos y su hijos, más simpáticos que los de las frutas, pero con precios que dan susto y que propician la opción de eliminar los productos lácteos por aquello de que son dañinos para la salud. Por la sesión de aceites de oliva, almendras y garbanzos, preferimos no detenernos porque son el lujo de los lujos, un aceite de oliva de un litro cuesta 1000 Bs. y un kilo de almendras 2800 Bs. S, un kilo de orejones de duraznos, 4000, un kilo de garbanzos 600, de allí salimos con poca fe hacia la carnicería , y en efecto, lo que temíamos, los mostradores donde se suele expender carne vacuna, lucían desiertos, y en muchos sitios ya han sido sustituidos por la carne de cerdo, que se expende entre 200 y hasta 300 el kilo.

Y nos preguntamos, qué pasó con los acuerdos del gobierno con el sector empresarial, donde se suponía que iban a prestar su colaboración para respetar los precios, ¿por qué los empresarios de la carne no hacen su trabajo de llenar y surtir los negocios que hoy brillan por la ausencia de este producto de primera necesidad?

Es esta una nueva presión de quién, ¿de los expendedores, de los distribuidores o de los comerciantes? ¿Quién es responsable de este daño causado a la población? Donde además hay una especie de silencio pesado, que propicia una cultura de complicidad, en que se les vende guillados a unos y a otros no, donde se empieza a ejercer toda una conducta clandestina y que no extrañaría ver en el futuro a los bachaqueros ofreciendo cortes de carne en bolsitas, pero en efectivo. ¿Hasta donde vamos a llegar con estas prácticas y adónde se encuentra la traba?, ¿Quiénes la esconden?

Y nos preguntamos ¿y la carne pa´ cuando?... ¿la podremos ver, comprar y comer de nuevo?



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