En Venezuela: ¡Se vive un hibrido capitalismo criminal!

"Como en todo gran problema se requiere de un compromiso visceral para su resolución, en especial si se comprenden las agresiones del capitalismo delictivo, y las profundas desigualdades que provoca". Anónimo.

El capitalismo criminal que se vive en la Venezuela del sálvese quien pueda, incrementó dramáticamente la pobreza, y la desigualdad, aumentando la violencia, y el delito entre los sectores sociales más desfavorecidos, en la nación de los bodegones, y la gasolina dolarizada. La represión política, económica, y social, que llevan a cabo los chinos, sirios, cubanos, e iraníes, y el encarcelamiento indiscriminado del que ose protestar, y criticar, no son la solución. La alternativa era, y es profundizar la democracia en todos los niveles, y combatir radicalmente el totalitarismo hegemónico militarista hambreador.

Si se quiere entender la llamada cuestión del conformismo en su total complejidad producto del perverso control social, no puede separarse su análisis del encuadre histórico, político, y económico que permita enlazar esta fenomenología de sus efectos devastadores, sociales, y políticos con las bases estructurales materiales del proceso antehistórico que viven los venezolanos, y los cambios que se tienen que producir para salir de este desastre.

De este modo, estamos obligados a hablar del proceso capitalista delictivo que es el marco de referencia obligado sobre cualquier análisis político serio. Y al hablar de este proceso capitalista hibrido venezolano advertimos en forma inmediata que el mismo ha venido causando estragos de mayor envergadura a lo largo de estos dos últimos años, algunos de los cuales marcan verdaderas etapas en un caos total.

La transformación interna de la economía más conocida es aquella en que este capitalismo de "libre atraco" o capitalismo salvaje, se transformó en un capitalismo monopolista hibrido de Estado, inaugurando la etapa que fue mundialmente conocida después de Lenin como imperialismo, que hoy ejecutan los chinos, y los sirios que silenciosamente han invadido el país ilegalmente

Más allá de los desastres causados por el covid-19, y las múltiples manifestaciones de violencia en la Cota 905, y el alto Apure, en términos de inseguridad de las áreas urbanas y rurales, este nuevo imperialismo hibrido del siglo XXI, resultó ser una etapa de alta cantidad del delito, y de la violencia cotidiana. Y esto sin lugar a dudas está vinculado con el modelo de tendencia inclusiva ajena a nuestra idiosincrasia que llevan a cabos árabes y chinos, en este período histórico de la desaparición del Estado benefactor, intervencionista, keynesiano aunque los términos tengan sus particularidades y diferencias.

Se puede ver durante las terribles expresiones de violencia bélica, y de represión política anticomunista, y antirrevolucionaria, que caracterizan esta estrategia capitalista hibrida, contrastan con los altos niveles de violencia doméstica y cotidiana.

Por supuesto que estas tendencias generales de la actividad delictiva no son lineales ni regulares, como no lo es ningún proceso social genocida, y menos aún si se lo compara a nivel de otras épocas, pero aun así la tendencia es claramente desbastadora.

Pero si se hace un balance de las tendencias delictivas de este capitalismo hibrido venezolano en las ciudades y zonas rurales, teniendo en cuenta lo difícil que resulta acumular información confiable de todo este desastre, se puede afirmar con alguna certeza que los niveles de delitos son francamente mayores que los de la etapa anterior, de la llamada IV Republica.

En este sentido debe quedar en claro algo que por lo demás indica el sentido común, y la observación racional de los procesos sociales: el hecho de que en esta etapa imperialista hibrida, el objetivo de las políticas de este sistema está puesto en la emulación con el campo totalitario a partir de la estrategia desarrollada, lo que tiende al empleo esclavista, la contención social, y el conformismo interno al peor estilo cubano, mientras se despliega una lucha feroz antinorteamericana, y, particularmente, una guerra de exterminio, o en su caso, de guerra de posiciones asimétricas, contra el enemigo mayor de esta calamidad como lo es el pueblo venezolano.

Más allá de las características generales de esta nueva etapa capitalista hibrida venezolana, la burbuja financiera, lavado de dólares, y legitimación de capitales, la ola privatizadora sin control y delictiva, y la cultura del individualismo, producen efectos negativos de esta mezcla sintética propios de la negación de la negación, en que se ha constituido la economía venezolana, dentro de este proceso de capitalismo hibrido, lo que se transforma en su etapa mortal contra el pueblo venezolano, en lo que al fenómeno del conflicto y el control, son varios, y se encuentran claramente determinados por los resultados económicos, políticos, y sociales que están causando.

El hambre, y la pobreza vuelve a tomar envergadura principalmente en las zonas urbanas de muchas regiones evocando el capitalismo salvaje que se está desarrollando con altas tasas de bandidaje, pillaje, violencia, y una brutal, y cruel represión por parte de los cuerpos policiales, y militares. Sin embargo este fenómeno adquiere ahora particulares características. Las clases bajas no son consideradas , ante un problema que se va profundizando con el desarrollo del virus chino, sino que, cómo ya lo han dejado entrever las últimas teorías estalinistas de la neo burguesía bolivariana de esta etapa del biologicismo racista árabe-chino lombrosiano, esto es considerado una perversión irremediable, un exterminio para jubilados, y pensionados, que deben ser pasados a pérdida, aislándolos lo más posible de modo que, y esto no se dice expresamente pero queda claro como inevitable consecuencia de las estrategias que se adoptan oficialmente, se extingan o se autodestruyan, o, al menos, se auto paralicen, pasando a una suerte de existencia vegetativa social. Bajo este esquema se inaugura el fenómeno nunca antes visto de la marginalidad social que se extiende como el coronavirus por toda Venezuela a semejanza a culturas como la islámica. Ante la desaparición del proyecto socialista de Chávez, que se había estructurado para subsistir bajo el esquema globalizado del capitalismo, este capitalismo hibrido, y asimétrico venezolano hoy se proclama vencedor absoluto, y con él los "valores" árabes, y chinos, y de las clases ricas enchufadas, las primeras consolidadas en este estadio venezolano de híper concentración de riquezas, nunca antes había habido individuos que concentraran en sus manos tamañas proporciones de riqueza, y poder económico, en situaciones económicas inestables sufriendo permanentemente la tentación del enriquecimiento ilícito, y el terror de la degradación de la población mayoritaria hacia la marginalidad.

Bajo este esquema socioeconómico se acrecientan la generalización de los delitos, particularmente aquellos de contenido económico, como las especulaciones, pero también los circuitos de comercios ilegales como los bodegones, y markets.

La decadencia de la revolución en su última etapa tiene pocos emergentes más demostrativos de su fracaso que el rechazo generalizado en vastos sectores sociales, particularmente de jóvenes encerrados entre el hastío, y la angustia de un país superficial, al extremo, mercantilista, que condena al encierro individualista, y a la tensión especulativa permanente, en fin, una selva invisible en la que, como no podía ser de otra manera, las única salida, en términos individuales, son la violencia o la evasión, y muchas veces ambas combinadas.

En este fértil terreno se ha propagado como una epidemia, particularmente entre las clases medias, y también bajas, generando estructuras mafioso-empresariales de gran poder económico, y por lo tanto de alta influencia política.

Frente al aumento del descontento popular la propuesta es la de aplicar la represión penal sin más ni más, abandonando toda consideración a las causas, siquiera inmediatas, como lo proponían las teorías sociológicas de las democracias. Se aplica un artificio ideológico que pretende, de modo neocontractualista, que todos estamos en las mismas condiciones de obedecer las leyes, y tenemos los mismos recursos para vivir dignamente y elegir opciones de vida atractivas y con futuro, justamente cuando la realidad de las distancias sociales indica todo lo contrario, las estrategias del modelo chino-cubano frente al disidente, las más famosas de la cuales se agrupan bajo el eslogan de "tolerancia 0", proponen que lo que debe hacerse es reprimir lo más severamente posible hasta la más mínima falta, y llenar las cárceles con los infractores de las leyes. Con esto se profundizan las desigualdades, y la fractura social, la estigmatización de las clases bajas, y pone a las clases medias en una situación de desesperación permanente, y de consecuente expectativa sobre las acciones represivas del Estado. Un escenario ideal para evitar la integración de los diversos sectores sociales, y la reflexión sobre el funcionamiento de todo el esquema económico, y político que pondría en evidencia la estratagema de híper acumulación de quienes están detrás del mantenimiento de su statu quo.

Este esquema les permite seguir teniendo amplios sectores sociales encerrados en sus propios circuitos individualistas, consumistas y alienantes, fácilmente dominables ideológicamente, bajo sistemas entramados de corrupción policial, administrativa y política que pone a casi todos en estado herético permanente, y transforman al aparato del Estado en un rehén de la política de los poderosos, los que resultan indispensables para camuflar su estrategia militar totalitaria profundamente desacreditada.

La oposición en general ha tardado en tomar nota de la nueva situación. Su reflejo inicial ha continuado el impulso político que tenían las posiciones, de las anteriores directivas frente al problema del hegemonismo totalitario que, como venimos diciendo, es parte de otra etapa histórica ya superada por el movimiento político interno venezolano.

Esta inercia ha llevado a ciertos sectores políticos a ver en la cuestión criminal sólo estrategias de comunicación, y propaganda de la oposición corrompida, y falsaria, para distraer la atención general de los problemas reales y fortalecer los aparatos represivos mediante las campañas de "conspiración".

"Qué hacer" en esta nueva etapa las organizaciones políticas opositoras deben "tomar la crisis en serio", es decir, deben entender la complejidad de la actual situación, y ver que la manifestación de la violencia especulativa empresarial ya no es "sólo" un elemento que puede manipular mediáticamente la revolución para sus propósitos de estabilización política y concentración de poder, sino que se ha transformado en una cuestión que castiga seriamente a los sectores populares y se articula como un campo realmente existente de conflictividad, en el que se dirimen cuestiones de poder social y político. Es decir, es un escenario en el que la oposición de todo signo debe tomar posición, y proponer acciones concretas, como frente a todos los otros problemas sociales que se han agudizado, y de los que en última instancia la violencia delictiva inflacionaria es un emergente. Debe hacerse cargo a riesgo de que, de no hacerlo así, su "comunicación" con las masas se vea alterada, y vaciada de contenido real, lo que tiene como consecuencia la cooptación de este importante ámbito de la lucha política ideológica por el discurso del totalitarismo, y el fascismo.

En este sentido el camino es el de apoyar, y comprometerse con la participación popular para el tratamiento del problema en cada área, barrio, o sector urbano, y aun rural. Pero esta participación no puede ser un mero ejercicio de democratismo que legitime políticas represivas, o clientelares asumidas desde otros ámbitos sino que debe estructurarse a partir del objetivo de la profundización de la democracia en todos los niveles, para la atención de las necesidades de personas en situación de alta vulnerabilidad social, por parte de todos los sectores de la comunidad, y de permanente rendición de cuentas, por parte de los diferentes niveles de gobierno. Este camino no sólo garantiza la mejor, y más racional aplicación de recursos que hoy se manipulan política, y corporativamente sino que, lo que es más importante, inicia un ejercicio de asunción de poder popular, generando el clima necesario de movilización, y organización para el regeneramiento de los lazos sociales, y la motivación social general, para la construcción de ámbitos de vida de nuevo tipo, que son los únicos que podrán garantizar una verdadera seguridad democrática, y popular.



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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