"Aporofobia": define muy bien el mal del capitalismo

Aporofobia, un neologismo invento de Adela Cortina, filósofa española, sirve muy bien para describir en una sola palabra el espíritu del capitalista y del capitalismo: fobia, vergüenza, rechazo al pobre y al indigente. A esto le podemos añadir, al enfermo, al preso, al migrante, al extranjero, al extraño, al negro, a los enanos, a los gordos, a cualquiera que uno sepa que no tenga plata y no esté correctamente perfumado. La fobia al pobre es el culto al rico.

Cuando se tiene dinero y eso hace que nos cambie la vida vemos las cosas al revés, pensamos que vivir mejor es sólo producto del poder del dinero y no pensamos que todos podamos trabajar juntos para vivir mejor, que toda la sociedad puede alcanzar niveles de vida más avanzados, sin disconformidad, sin tanta angustia y fricciones; tanto de forma material como espiritual, es decir, en un equilibrio. Lo común es ver "el progreso" como una oportunidad individual, tal y como lo dicen los pensadores liberales: "igualar las oportunidades", pero dentro de una sociedad marcada por la competencia y la ventaja, que siempre será para el que más tiene. Si el valor que impera en la sociedad es el dinero, el que más tenga dinero siempre valdrá más.

Las soluciones que propuso Maduro y su gente desde el principio son soluciones individuales, soluciones en el "emprendimiento" personal, en los pequeños créditos personales o a proyectos personales, incluso para comerciantes, una actividad que si no está compensada por algún estímulo espiritual resulta moralmente baja, perniciosa. En la acumulación de objetos materiales, televisores, carros, teléfonos, etc. objetos que, no pudiendo contar con ellos toda la sociedad por la crisis, se nos enseña a adquirirlos de manera individual, en terreno de la competencia, y esto es visto como un gran logro; atrás quedan todos los demás valores y conquistas de la inteligencia y del espíritu amoroso y solidario del ser humano. El madurismo, como buenos pequeñoburgueses, no conoce otro modo de progreso que no sea acumular corotos y de forma individual. El resto, lo que ellos llaman "socialismo en lo social" es un asistencialismo adeco, es la limosna de los sueldo, las pensiones, los bonos y las bolsas de comidas. La revolución social socialista les quedó grande, para sus voluntades y para sus inteligencias (a nosotros nos resulta sospechoso que dentro de ellos haya tantos poetas y gente vinculada al "cultivo" del espíritu, ostentando de su mísero poder)

Si toda la sociedad no puede alcanzar una vida armónica y decente, no la hay para nadie. Y no la puede haber, de hecho, porque la fricción social no lo permite. De la misma manera, si no se salva la vida silvestre, la diversidad biológica del planeta, el humano tampoco se salvará, porque depende de ella.

Es por eso que cambiar el modo egoísta y competitivo que impone la sociedad burguesa junto al capitalismo e crucial, es urgente, quizás sea lo más urgente por hacer desde ahora mismo, si queremos preservarnos como especie exitosa (para los distraídos, esto no tiene que ver con el éxito individual, el cual no representa a toda la especie, o sea, el que Bill Gates se vaya a vivir a Marte no hace de la humanidad una especie exitosa).

Hay que acabar con la fobia a la pobreza. La solución a este dilema social muy arraigado en nuestra mala conciencia es el socialismo. La fórmula argumentativa más ingeniosa nos viene de Oscar Wilde, que nos dice primero que la pobreza es fea y despreciable y que por lo tanto hay que acabar con ella terminando con la propiedad privada. Que ayudar a los pobres es sembrar la pobreza, por eso condena el sentimiento y la acción altruista de los ricos y de las instituciones de beneficencia y similares. Ante la pobreza hay que actuar de forma radical y acabar con la propiedad privada, además poner al servicio de todos, la tecnología y la ciencia, para facilitarle la vida al individuo y a la actividad individual creadora: que las máquinas se ocupen de los trabajos más humillantes y denigrantes. Reduciendo el tiempo de trabajo productivo a un mínimo que libere al hombre y a la mujer para su realización o desarrollo personal.

Las razones para construir otra sociedad distinta en socialismo nos vienen de inteligencias destacadas en distintas disciplinas de pensamiento, el arte, la física y el psicoanálisis, como Einstein o Wilde, Wilhem Reich, además de Marx y Engels, o Lenin, en el campo del pensamiento político y la política: filosofía de la praxis. Pensar como reformistas es un retraso intelectual, es cansancio y abandono espiritual a las reglas salvajes de la competencia, de alcanzar los logros individuales banales, los que exigen el capitalismo y la sociedad burguesa –nada original ni novedoso, mucho menos revolucionario –.

Con Chávez renació la esperanza en el socialismo, a pesar de todos los prejuicios sembrados y acumulados en años de infamia y calumnias de la prensa y la cultura de masas burguesa. Es fácil para un reformista avergonzarse del socialismo delante de su sueño de ascender socialmente. Primero inventaron el concepto idiota de "socialismo en lo social", luego, simplemente dejaron de hablar de socialismo en sus leyes y decretos constitucionales; el socialismo solo quedó para mentirle al pueblo elector.

Rescatar el socialismo es rescatar la causa de todos los excluidos, incluyendo a la mujer. Sin igualdad social no hay realización personal, no hay respeto por el otro individuo. Por eso la causa de la liberación femenina no es distinta al socialismo, el éxito personal es tan vano y egoísta en un hombre como en una mujer. El mal a vencer es el de Aporofobia, es el rechazo al hermano en desgracia.

¡Patria socialista… o morimos como nación! ¡Volvamos a Chávez!



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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