Gasolinera subsidiada de Puerto La Cruz extorsiona en dólares para surtir a conductores

El tema de la gasolina en Venezuela resulta espasmódico y aberrante. Todo un drama supone tener acceso a este servicio público, tan indispensable para la dinámica socio-económica del país, para la movilidad del país, para la paz de las familias del país. A la carencia del producto se suman las políticas erradas, los programas improvisados para la distribución y venta, la descoordinación y la absoluta falta de orden y respeto.

A pesar de implementarse un cronograma de surtido por terminal de número de placas, de manera rotativa y con la una cantidad tope mensual de ciento veinte litros (120 Lts.), esto no ha resuelto las penurias de los conductores.

Cualquiera sea la excusa, el pretexto o la limitación estatal, según se arguye desde los partes oficiales (falta de gandolas para la distribución, sistema de bombeo deficiente, falta de acondicionamiento de las estaciones dispensadoras, fallas de internet para los dispositivos capta huellas y de biopago, entre otros), la realidad oprime, veja, humilla y causa todo tipo de impotencia entre los usuarios del transporte público y privado, comercial y particular, de seguridad ciudadana y organismos oficiales. De menudo, la gente de Corpoelec no puede resolver una avería eléctrica por falta de gasolina para sus camiones. Insólito.

Esto se evidencia, por ejemplo, en el sur del estado Anzoátegui (Tigre, Tigrito, Soledad, Pariaguán, Uverito), por cuanto durante nueve días no se despachó un litro de gasolina. Hombres, mujeres y niños hemos pasado cuatro y cinco días haciendo colas para nada. Cuando llega el combustible se produce el caos y afloran maldiciones, golpes e improperios, y las progenitoras de varios representantes del alto gobierno salen a relucir por encima de aquellas cabezas hastiadas de tanta humillación.

Duele ver este tipo de cosas en nuestra amada Venezuela. Y ni un solo funcionario del gobierno se acerca a darnos una explicación, un consuelo, una mínima información. Es como si no les importara en lo absoluto. Camaradas, estamos meando bien fuera del perol.

Como la gasolina tarda tantos días en despacharse queda sin efecto el surtido por terminal de placa, y los dueños de estaciones de servicio deben dispensarle por igual a todos los dueños de vehículos, indistintamente del terminal de la misma, debido a la presión que ejercen y las amenazas de muerte incluso.

Sólo que se raciona la cantidad a tan sólo veinticinco litros (25 Lts.), tomando en cuenta que la gandola surtió a la estación de servicio "cuatro mil litros". Una verdadera carambola. Ante esta situación, el 60% de los conductores trasnochados, obstinados, arrechos y cansados de tanta inoperancia gubernamental se marcha a su casa a esperar las elecciones para la próxima Asamblea Nacional, "para echarle otra vez una vaina al gobierno para que respete al pueblo".

Camarada Presidente Nicolás Maduro, lea bien esa última frase, y anótela. Si sus entorno no le habla claro y lo están engañando bobamente, entonces créamelo a mí, que no tengo interés alguno en la política: O usted mejora esta vaina, o le van a echar "otra vez", una vaina bien echada con la Asamblea Nacional.

Mención aparte merece el tema que da título a este artículo.

Por cierta urgencia de salud me dirijo hasta ciudad de Barcelona y, en medio de la emergencia médica que nos asistía, procedimos a echar gasolina en la estación de servicio LAGO EXPRESA LA CHIMANA en Los Cocos, avenida prolongación Paseo Colón, en Puerto la Cruz, justo a la salida del ferry; y mayor fue nuestra sorpresa cuando los regentes de la mencionada bomba nos increpan que para poder surtir los 120 litros a que tengo derecho, a precio subsidiado de cinco mil bolívares (Bs. 5.000,oo), pues no había utilizado dicho cupo precisamente por la problemática arriba descrita en el sur del estado; debemos cancelar la cantidad de DIEZ DÓLARES (10$). Esa es la tarifa del chantaje, de la extorsión, del usufructo, de la trácala, del delito de cuello blanco.

Ante esta extorsión, tan miserable como repudiable, entablamos una discusión con los regentes de la estación de servicio LAGO EXPRESA LA CHIMANA del sector Los Cocos, ahí en el paseo Colón de Puerto La Cruz; y su propietario Franco Leombruno seguramente debió considerar la problemática nuestra, porque al final el chantaje se redujo a tres dólares (3 $), y sólo nos surtieron setenta y dos litros (72 Lts.).

A la impotencia que se siente ante la injusticia flagrante por ver a gente tan miserable haciendo fortunas con la necesidad del pueblo, decidimos denunciar este tipo de usura, de manera pública, para que los organismos respectivos realicen una investigación a fondo, sin corrupción ni burocracia, para que este tipo de empresarios no se llene los bolsillos jodiendo al pueblo.

De echo, la arrogancia del dispensador de la mencionada estación de servicio fue peor que la extorción, porque con todo el empache del mundo nos dijo: "Si no quieren pagar los dólares para echarle, váyanse a echar gasolina a otra parte". Es decir, los propietarios de estaciones de gasolina asumen que el combustible es de su absoluta propiedad, que pueden hacer con éste lo que les venga en gana, y que ellos son los mandamás del momento.

¿Es que caso en este país no hay ley, no hay gobierno, no hay justicia, no hay derechos para los consumidores, no hay seguridad de Estado y soberanía? ¿Qué vaina es esta, entonces?

En Valencia, Mérida y Ciudad Guayana ocurre exactamente lo mismo.

Si no se paga un peaje, una extorsión, una matraca no hay gasolina para nadie. Sin embargo, después de surtir el combustible opera la modalidad del bachaqueo, es decir, la venta del combustible subsidiado en divisas extranjeras. Sorprende ver en Puerto Ordaz la cantidad de carros "chatarras" (viejos autos destartalados, podridos y contaminantes del ambiente por la quema de aceite directo y la emanación de monóxido de carbono) vendiendo a tres dólares el litro (3$ Lts.), la gasolina que obtienen de manera subsidiada, a lo largo de la autopista Puerto Ordaz-Upata, ante la mirada indiferente de la Guardia Nacional Bolivariana, el Cicpc, policías locales, alcaldes y gobernador.

La total y absoluta impunidad, la total y absoluta complicidad, la total y absoluta complacencia son igualmente aberrantes. De este modo, 120 litros de gasolina que tienen un costo "oficial" de total de 2,96 dólares a tarifa del Banco Central de Venezuela, se convierte en un rentable negocio de 360 dólares. En moneda nacional, una mínima inversión de seiscientos mil bolívares (Bs. 600.000) se convierte en una empresa fácil y lucrativa, que produce una "rentabilidad" de bolívares setenta y dos millones setecientos setenta y seis mil quinientos bolívares (Bs. 72.776.520,oo).

Considerando que esos carros viejos, esas chatarras que no pueden rodar a más de treinta kilómetros por hora, son altamente rentables al utilizarlos para "tanquear" gasolina y venderla en la mencionada autopista, se ha creado todo un gremio de "tanqueros" en la zona de Guayana, guapos y apoyados; y por supuesto, armados. Por otra parte, los cientos y cientos de motocicletas que hacen exactamente lo mismo, es una ñapa en este caos.

En todas las ciudades los motorizados viven de vender gasolina subsidiada a precio dolarizado. Sesenta litros mensuales a tres dólares cada litro deja a un motorizado un salario mensual cómodo de Bs. 180 dólares. Esto equivale a más de 36 millones de bolívares mensuales. Una fortuna muy "jugosa", frente al menguado salario mínimo de 800 mil bolívares. Por eso, la gente se burla con descaro de la "revolución".

En lo personal siento mucha rabia cuando oigo a este tipo de gente inescrupulosa burlarse de la revolución, porque dicen que con este gobierno el que no haga plata fácil es porque en un redondo pendejo. Yo lo asumo, SOY UN REONDÍSIMO PENDEJO, entonces, porque lo único que estoy haciendo es esperando que el eminentísimo ministro César Trómpiz se digne pagarme mis prestaciones sociales como profesor universitario jubilado (desde el 12 de agosto de 2016); muriéndome de hambre como estoy, en nombre de la honradez y la dignidad de la Patria, rodilla en tierra; sin prestarme a ningún tipo de triquiñuelas ni embarramiento de la moral con la usura y la trácala.

Al contrario, padeciendo como el que más, las aberraciones de gente como ese señor italianísimo Franco Leombruno, o cualquier otro de los tantos leombrunos que se están enriqueciendo aún más, de manera fácil, gracias al Estado y a las necesidades del pueblo en cuanto a medicinas, alimentos, repuestos, servicios, transporte, etcétera.

Es aberrante que a las grandes calamidades que padecemos los venezolanos ante la falta de comida y de dineros para salvaguardar nuestra salud, pues cuesta mucho conseguir una medicina en las farmacias del país debido al bloque económico y el cierre casi total de los laboratorios; tengamos que sumarle esta dramática penuria del tema de la gasolina.

Y pasa a peor cuando estos empresarios de Anzoátegui, y otras regiones de nuestro grande y humano país, se comportan como aves de rapiña, para alimentar sus ambiciones monetarias con nuestro dolor, porque un buen billete compra a cualquier funcionario que tenga el deber de fiscalizar, o a los guardias nacionales sin moral que se venden al mejor postor por tres lochas, para hacerse los meros locos ante el atropello descarado a los consumidores.

Y me pregunto, ¿dónde quedó la moral en este país? ¿Todo va ser humillación, vejamen, impunidad y atropello, siempre? ¿Nunca vamos a dar un paso al rente por el respeto ajeno, por la decencia, el decoro, la legalidad y el respeto a nuestros connacionales?

Presidente Maduro, un consejo de un venezolano de pie que le habla en nombre de los otros miles de venezolanos de a pie de nuestra amada patria: Empiece ya a quitar concesiones a los regentes de estaciones de servicios de gasolina, para que no se le queme la torta antes de las elecciones próximas para la nueva Asamblea Nacional, puesto que en Venezuela ha sido tradicional que la gasolina tumbe gobiernos. Si lo va hacer, empiece por estado el Anzoátegui, de norte a sur, y no se arrepentirá.

Deje un poco de lado la paja vespertina de hablar de la paz, la paz, la fulana paz y gobierne como hay que gobernar. Ponga orden y haga justicia. ¡Ya basta ya, camarada! ¿Hasta cuándo?

 



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José Pérez

Profesor Universitario. Investigador, poeta y narrador. Licenciado en Letras. Doctor en Filología Hispánica. Columnista de opinión y articulista de prensa desde 1983. Autor de los libros Cosmovisión del somari, Pájaro de mar por tiera, Como ojo de pez, En canto de Guanipa, Páginas de abordo, Fombona rugido de tigre, entre otros. Galardonado en 14 certámenes literarios.

 elpoetajotape@gmail.com

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