Ilusionismo y precios acordados

En los últimos días, partir del nuevo del salario mínino y de la aparición en Gaceta Oficial de la Republica Bolivariana de Venezuela de la nueva lista de precios acordados me dedique, in situ, a revisar y comparar los precios en abastos, supermercados, ferias municipales y mercados municipales, existentes en los tres municipio de los altos mirandinos. Ese itinerario me llevo a concluir que los precios acordados fue una ilusión que desapareció en el mismo momento de su anuncio por el gobierno nacional.

Ello me recordó a los ilusionistas más relevantes de la magia clásica y moderna. En consecuencia, los efectos que origino el nuevo salario mínimo de 4 mil 500 Bolívares Soberanos (Bs.S.) y la lista de precios acordados, se evaporaron en el mismo momento de su anuncio y, por supuesto, la ilusión de alegría y felicidad de los venezolanos desapareció tres días después.

Esa afirmación no me la conto nadie, la viví revisando y comparando precios con el Decreto de precios acordados en la mano. Cierto es, que el dato social y económico arrojado en mi visita a los comercios de venta de alimentos y artículos de higiene que observe y ratifique en varias oportunidades, indica que el capital, los comerciantes (llámense intermediarios, economía formal y economía informal, economía popular, bachaqueros, usureros y buhoneros) no tienen compasión con el consumidor.

Algunos ejemplos son suficientes para confirmar que lo anunciado el 30 de noviembre por el Presidente Nicolás Maduro, murió al nacer. Tenemos el caso de las proteínas, nutriente fundamental para el desarrollo físico humano y una buena salud, observé que un día antes del anuncio de los precios acordados el kilo de carne, el kilo de pollo, el cartón de huevos y el litro de leche, tenían un costo 1.500, 1.200, 1.000 y 330 Bs.S. respectivamente. Si a ello añadimos otro nutriente clave, como la leche en polvo, tenemos que kilo de ese producto se cotizaba, pocos días después, en 2.700 Bs.S. Me imagino que al momento de esta entrega los precios ya se han elevado un poco más.

En ese orden de ideas, qué decir de los demás productos alimenticios que aparecen en la lista de los 21 precios acordados: aceite, atún, arroz, granos, azúcar, café, pasta, entre otros, y de los rubros de higiene como: el cloro, detergentes desodorantes, jabón de tocador, papel higiénico, crema dental y toallas sanitarias, los cuales, sin autorización, fueron aumentados por los comerciantes en general en un 150 % más en relación con la lista aparecida en la Gaceta referida.

Ello queda demostrado con la siguiente operación matemática. Veamos que la sumatoria de los costos de los rubros alimentarios alcanza a 5.484 Bs.S. y la de los costos de la lista de artículos de higiene se eleva en 2.708 Bs.S. Ambas alcanzan un monto de 8.192 Bs.S. Si consideramos el indicador 4.5 personas por familia, este dato implica que para el bienestar familiar habrá algunos rubros, como las proteínas, que deben ser adquiridos por lo menos dos veces al mes.

En esa trayectoria, dos escenarios se plantean como ilustración. El primero indica que el nuevo salario mínimo comparándolos en relación con el monto total (Bs.S. 8.192) de los precios acordados se deprecio en 82.04 % en menos de tres días y, por lo demás, tomando en cuenta los precios reales de mercado, se deprecio en un 150 %.

En el segundo escenario, el más cercano a la realidad, el de los precios reales en el mercado, sumándole a los 8.192 bolívares el incremento de 150 % obtenemos como resultado 20.480 Bs.S., lo que indica que el salario mínimo se deprecio realmente en un 355.11 %.

Esa realidad indica que en el momento actual estamos en peores condiciones con relación a los últimos meses antes del 20 agosto de este año. En otros términos, la ilusión que generó el nuevo salario mínimo y la lista de los 21 precios acordados más la lista de los precios de los rublos de higiene (Remember los precios acordados después del 20 de agosto) duro lo que dura un pedo en un chinchorro.

En fin, es una necesidad política la revisión de ese tipo de medidas; cesantear al gabinete económico; revisar la relación entre gobierno y empresarios; internalizar que la magia solo crea ilusiones que desaparecen al instante y; revisar la capacidad instrumental del gobierno, que creo no la tiene en estos momentos, para hacer cumplir las políticas, programas y medidas económicas que decrete.

En conclusión, parece ser que quienes gobiernan viven en otro planeta, por tanto, es lamentable que no escuchen a sus gobernados, a sus depositarios, a quienes después de seis años de crisis económica inducida o no, progresivamente han ido retirando su consenso al gobierno.

 

carlosemezones@gmail.com



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