Remesas de dinero, ¿a quién beneficiarán?

El gobierno está retrasando la aplicación de la normativa sobre las remesas, permitiendo que las personas que tienen familiares en el exterior reciban las remesas a dólar libre. De esta forma, en medio de la crisis por escasez e hiperinflación, más y más personas se están haciendo dependientes de dichos montos, al tiempo que gozan del privilegio de comprar a su antojo y a los precios especulativos del mercado. Del mismo modo se benefician los adultos mayores, quienes con el importe que reciben de sus familiares en el exterior pueden comprar sus medicinas, en especial algunos para la tensión, y otros para la tiroides, entre tantos tipos de enfermedades.

Pero llegará el momento en que el gobierno se decida a aplicar las restricciones a la entrada de remesas, para lo cual cuenta con todos los medios a nivel de la banca, sobre todo con los más recientes adelantos electrónicos. El gobierno también se enfrenta ante la urgencia de detener la hiperinflación, para lo cual existe un solo remedio, que no es otro que la “terapia de choque”, la cual consiste en reducir los subsidios y el gasto público, sobre todo en lo que se refiere a la emisión de dinero inorgánico que sólo sirve para seguir alimentando al monstruo de la inflación. La terapia de choque exige un sacrificio aún mayor para la población de menores recursos, por cuanto se verán impedidos, por un período de tiempo no determinado, de la capacidad de cubrir lo mínimo requerido para su subsistencia.

En el tema de reducir los subsidios, se sabe que estos ya se ubican en la banda inferior del espectro; sólo sobreviven el precario bono y la cada vez más exigua cajita de comida importada. La crisis económica que sufre el país es inducida por factores de poder interesados en que la gente emigre y se vaya olvidando del principal recurso que aporta las divisas a la nación y así poder privatizar dicha empresa en un futuro cercano, aproximadamente antes de 2028.

Al país llegan anualmente remesas por un monto superior a los 1.500 millones de dólares, que se tranzan en el exterior al cambio del dólar paralelo. El gobierno terminará poniéndole la mano a esos dólares cuando decida aplicar la normativa cambiaria, pero a tasa oficial, que no es ni la sexta parte de lo que reciben las personas mensualmente del exterior. Con la restricción a la entrada de remesas, la gente común recibirá, en moneda nacional, menos del 20% de lo que actualmente recibe, ocurriendo entonces un verdadero “shock económico”, en donde la gente apenas podrá sobrevivir y estará impedida para la compra de medicinas, afectando a su vez al sector farmacéutico.

¿Qué ocurrirá entonces? Pasará que las personas que en los actuales momentos reciben 10 o 20 dólares, pasarían a recibir un monto similar al bono excluyente del gobierno que no alcanza ya para nada. Surge entonces el dilema: ¿qué hacer? Obviamente que la gente que permanece en el país le dirá a su familiar en el exterior: “Manda eso, que, aunque sea, algo es algo”. De este modo el gobierno se quedaría con los 1.500 millones de dólares, en divisas fuertes, entregando a cambio una cantidad mucho menor en moneda nacional, reduciéndose entonces la cantidad de dinero circulante, y aminorando la presión sobre los precios de los productos, lo que a su vez llevaría a detenerse la hiperinflación, anotándose de esta manera un logro positivo para el gobierno.

Por una parte, el gobierno mantiene su prédica de acabar con el modelo rentista, mientras que los comentaristas de la oposición, afectos al sector empresarial privado, coinciden en señalar la quiebra de la principal empresa del país. La privatización se lograría invocando el artículo 333 de la actual constitución, el cual permite dicha venta, en tanto que de aprobarse una nueva constitución existe el interés de mantener intacto el contenido del artículo mencionado.

Se estima que más de un millón 200 mil personas envían remesas a sus familiares; en su mayoría son jóvenes que han emigrado en busca de una vida medianamente normal, mientras que sus familiares, madres, padres, hermanos, se han quedado como rehenes, y seguirán pasando grandes penurias, mientras el gobierno engorda sus arcas con el sacrificio de quienes trabajan en el exterior. Se trata entonces de una revolución restauradora que está reeditando el modo de producción asiático.

También ocurrirá que quienes antes enviaban, 10, 20, 50 o 100 dólares, a partir del momento en que el gobierno comience a aplicar la restricción a las remesas, querrán enviar un poco más, pongamos por ejemplo que comiencen a enviar el doble de lo que enviaban, sucederá que el gobierno en lugar de recibir 1.500 millones de dólares al año, pasaría a recibir 3.000 millones de dólares que, viéndolo desde cualquier punto de vista, no estaría nada mal para el gobierno.

carlosportillov@gmail.com

Carlos Portillo V. es licenciado en Historia (ULA-Mérida). Experto en análisis de Big Data.



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