El despilfarro de alimentos

Es falso que no exista capacidad suficiente para producir los alimentos que requiere el planeta.

Es mentira que no se pueda solucionar pronto y fácilmente el problema del hambre en el mundo.

Es una hipocresía y una falta de responsabilidad de los gobiernos afirmar que necesitamos dólares para importar los alimentos que requerimos para satisfacer una dieta sana y bien balanceada para la población.

Es muy triste y vergonzoso saber que en Venezuela se produce menos del 30% de los alimentos que se requieren, a pesar de contar con más de 30 millones de hectáreas de excelentes tierras agrícolas, aguas puras, abundantes, variados climas, para no mencionar la enorme riqueza marina y la disposición que tiene todo un pueblo a trabajar con dignidad. En cambio dicho pueblo es constantemente sobornado y chantajeado con un carnet que le permita obtener un miserable bono que no es suficiente ni siquiera para comprar un kg. de carne, a cambio de la humillación y la promesa de un voto.

Es increíble que entre todos los que prometen realizar un cambio para recuperar a Venezuela, no exista al menos una propuesta de Producción Agroalimentaria para mitigar la grave escasez de alimentos en el país.

Es una crueldad inhumana que un gobierno que se autodenomina revolucionario y socialista mantenga a todo un pueblo engañado y pasando hambre por falta de alimentos básicos primarios hasta para criar pollos y cochinos, pero a su vez existe un ministerio de agricultura urbana, que nos asegura, mediante shows televisivos, que cultivando una matica de pimentón y criando un par de conejos en un apartamento vamos a solucionar nuestro problema de abastecimiento alimentario y más aun alcanzaremos la soberanía alimentaria. Mientras tanto, el ministerio de minas regala nuestras riquezas mineras a las empresas transnacionales a cambio de depósitos secretos en dólares, rublos o yuanes para disfrutar posteriormente su exilio dorado.

Esa es la forma que tienen de hacer una revolución y que desgraciadamente muchos fanáticos no alcanzan a percibir.

El tiempo nos dará la razón.

Quizás no sea demasiado tarde.

Según datos suministrados por la FAO, actualmente en todo el planeta, al menos mil seiscientos millones de toneladas (la tercera parte de la producción mundial) de alimentos, suficientes para alimentar a 2.000 millones de personas, terminan en la basura sin haber sido consumidos, mientras más de mil millones de personas en todo el mundo pasan hambre, o carecen de los alimentos más indispensables para vivir una vida sana y productiva.

Los alimentos tirados a la basura representan un porcentaje muy elevado de los residuos sólidos urbanos, por lo cual, las emisiones de metano de los vertederos constituyen una de las mayores fuentes de gases de efecto invernadero GEI. Según la Agencia de Protección Ambiental, los basureros de comida son una fuente de producción de metano. Estas emisiones van en aumento y contribuyen al calentamiento global.

Además, el volumen total de agua que se utiliza cada año para producir los alimentos que se pierden o desperdician, equivale al caudal anual del río Volga en Rusia. Como se puede apreciar, estas realidades, además de impedir la solución del problema del hambre en el mundo, causan un grave daño a los recursos naturales de la humanidad, al clima, al agua, a la energía, al suelo y a la biodiversidad.

Los alimentos se pierden o desperdician a lo largo de toda la cadena de suministro, desde la producción inicial hasta el consumo final en los hogares.

El 54% de desperdicio de alimentos en el mundo se produce en las etapas iniciales de la producción, manipulación y almacenamiento postcosecha.

El 46% restante ocurre en las etapas de procesamiento, distribución y consumo de los alimentos.

El despilfarro comienza en la fase de producción. El desperdicio de alimentos que tiene lugar al inicio de la cadena es mucho más grave de lo que imaginamos. Una gran cantidad de verduras y frutas, ni siquiera llegan a recogerse. Uno de cada tres alimentos en el mundo termina en la basura. Los países en desarrollo sufren más pérdidas de alimentos durante la etapa de producción agrícola, almacenamiento, distribución y procesamiento debido especialmente a la precariedad o falta de una infraestructura adecuada, el bajo nivel tecnológico y la falta de inversiones en los sistemas de producción alimentaria. Para citar un ejemplo, en América Latina, aproximadamente 75% de los alimentos se pierden en esa primera etapa. Sin embargo, en los países industrializados, o en las regiones de ingresos medios y altos, el desperdicio tiende a ser mayor a nivel del comercio al detal y el consumo.

Las grandes cadenas de supermercados rechazan a los agricultores, pescadores, productores, etc., enormes cantidades de alimentos "perfectamente comestibles", simplemente debido a la apariencia de los mismos.

Este desperdicio contribuye a empeorar la pobreza, las hambrunas, la contaminación y el cambio climático. Es necesario constituir Asociaciones Protectoras, para impedir la destrucción de los alimentos aptos para el consumo por el solo hecho de su apariencia.

Los productores y los distribuidores se quejan de que el criterio para aceptar o rechazar un producto cambia constantemente. Cuanto más abundante o mejor es la cosecha, más estrictos son los criterios.

Algunos gigantes del sector minorista abusan de su poder para rechazar productos con el argumento de que no se ajustan al ideal de perfección o que no cumplen con las condiciones del mercado.

Los agricultores y los transportistas señalan que a menudo sus productos son rechazados sin motivo, pero que nunca acuden al mecanismo de resolución de conflictos por miedo a que los grandes supermercados tomen represalias. No quieren tener problemas con las grandes cadenas. El poder de las cadenas de supermercados aterroriza a toda la cadena de proveedores, desde el agricultor hasta el productor final.

Las grandes cadenas de supermercados siempre se defienden alegando que actúan en beneficio de los consumidores. Gran parte del desperdicio se produce al principio de la cadena y se pone como excusa al consumidor, sus supuestos gustos e intereses.

En el mar, la situación no es menos grave. También, se despilfarra demasiado. Miles de kilos de diferentes especies acaban nuevamente en el fondo, pero muertos o agonizantes, antes de llegar a los mostradores de los comerciantes a causa de una selección inicial realizada en los barcos pequeros. Los barcos pesqueros tiran alrededor del 50% de todo lo que pescan.

Con sus sofisticados instrumentos informáticos saben con antelación el pescado que se venderá en la subasta, el resto lo arrojan al mar agonizante y maltrecho a pesar de que uno de cada tres especies se encuentra en vías de extinción.

La pesca de arrastre es sumamente destructiva. Está comprobado que se saca más de lo autorizado y se arrojan nuevamente al mar los elementos muertos o maltratados, o que son muy pequeños, lo cual representa entre un 30 o 40% del total de la pesca, a lo cual llaman el descarte. Los barcos pesqueros que rastrillan los fondos marinos no perdonan a ninguna especie.

La revista Science y muchos expertos científicos predicen que si no se toman medidas adecuadas urgentemente, a mediados del siglo XXI, es decir en unos treinta años, habrán desaparecido todas las especies pesqueras marinas.

Las flotas de cinco países acaparan el 85% de la pesca en alta mar: China, España, Taiwán, Japón y Corea del Sur.

En muchos países, cuando el pescado llega a la lonja o mercado de mayoristas para la subasta, nuevamente es víctima del despilfarro: El precio del pescado lo fija el mercado según las cotizaciones del día. Para controlar el precio, el pescado no se vende por debajo de cierto valor. Si nadie lo compra, se retira de la venta y va camino de la basura, o se destina para la producción de harina animal para que nadie lo pueda utilizar como alimento. Nadie se lo podrá comer a menos que pague el precio estipulado por el mercado. En muchas ocasiones, es además rociado con productos químicos para evitar su consumo, que perjudicaría el comercio local del pescado. Es indignante tanto despilfarro. Se calcula que un tercio de lo pescado en el mundo no se vende. El 75% del pescado que no se vende se transforma en harina animal para alimentar no solo peces cultivados sino también pollos y cerdos, es decir animales terrestres para los que no es natural alimentarlos con pescado.

En la parte final, es decir en el consumo, los consumidores contribuyen también al desperdicio, al no planificar previamente sus compras, obedecer ciegamente la publicidad, comprar alimentos en exceso, reaccionar exageradamente a las fechas de caducidad establecidas por los productores, comprar casi todo en tamaño familiar para terminar arrojando parte del contenido. El despilfarro se ha convertido en un componente más de la "vida moderna" y forma parte de nuestra vida cotidiana.

Por las razones expuestas anteriormente, los agricultores, pescadores, procesadores, distribuidores de alimentos, supermercados, consumidores, gobiernos locales y nacionales, estamos obligados a realizar grandes cambios en todos los eslabones de la cadena alimentaria para evitar el absurdo e irracional desperdicio de alimentos, que además de contribuir a incrementar el hambre y la pobreza en el mundo, causan enormes daños ambientales.

Los consumidores en los países más desarrollados son por lo general mucho más despilfarradores de alimentos, especialmente en EUA. En los hogares, restaurantes, instituciones públicas y privadas, como hospitales, escuelas, centros comerciales, universidades, cuarteles, etc., hacen gala del derroche de todo tipo de comidas y bebidas durante todo el año.

Como dato importante podemos agregar que según The Guardian, la mitad de los alimentos que se producen en Estados Unidos terminan en la basura, por lo cual, este país ostenta el tristemente "Primer Lugar en Derroche Alimentario."

Por otra parte, si agregamos información actualizada sobre Venezuela, la cifra de personas que se van a la cama con hambre cada día, podría incrementarse en unos 25 millones de personas.

Gran Bretaña, el mayor derrochador de Europa, desperdicia alrededor de 10 millones de toneladas de alimentos al año, según cifras de la organización de beneficencia Waste and Resources Action Program (WRAP).

En Francia se despilfarran 7 millones de toneladas de alimentos al año. Pero a su vez, Francia se ha convertido en el primer país del mundo que prohíbe a los supermercados tirar o destruir los alimentos que no vendan. En lugar de eso, serán obligados por ley a donarlos a organizaciones benéficas y bancos de alimentos que serán las encargadas de distribuirlos entre los necesitados. Los activistas franceses esperan ahora persuadir a la UE a adoptar una legislación similar en todos los estados miembros.

España desperdicia 7.7 millones de toneladas de alimentos al año.

La UE en su conjunto tira unos 88 millones de toneladas de alimentos a la basura anualmente.

En América Latina despilfarran 127 millones de toneladas de alimentos cada año, según estudios de la FAO. Siendo Argentina, México y Colombia los países mas despilfarradores.

En África, Asia meridional y el Sudeste asiático el despilfarro de alimentos es notablemente inferior al de Norteamérica y Europa.

Es un hecho notorio que, en los países más ricos se despilfarra mucha más comida de la que podría ser consumida por todas las personas hambrientas del mundo.

En algunos países como EUA existe la práctica de donar los productos antes de su fecha de vencimiento por parte de ciertas empresas distribuidoras de alimentos, pero no se trata de una acción benefactora, la razón de las donaciones está más motivada por la utilidad económica que representa, ya que al hacerlo, la empresa recibe a cambio beneficios fiscales que en algunos casos equivalen a venderlos hasta por un 60% de su valor comercial, lo cual significa más un buen negocio que una obra benéfica. Esa es la razón por lo cual las empresas prefieren hacer donaciones a ciertas instituciones antes que regalárselas a sus empleados, muchos de ellos en situación de precariedad. En muchas ocasiones los alimentos son donados sin siquiera pasar por las estanterías de las empresas. Esa generosidad de las empresas está bien organizada para ser rentable. Como vemos, las donaciones son utilizadas para mejorar la imagen de las grandes empresas además de recibir inmensos beneficios económicos del estado y no son precisamente para evitar el despilfarro de alimentos.

Obama y las Naciones Unidas se comprometieron a reducir el desperdicio de alimentos antes de 2030, pero en el mundo crece la percepción de que los gobiernos no desean, ni podrán luchar exitosamente contra el hambre en el mundo, o contra el cambio climático si siguen actuando de esta manera.

Como podemos observar, el despilfarro de alimentos es un problema común en todas partes del mundo, aunque existen diferencias y particularidades importantes que son fácilmente explicables, lo verdaderamente cierto es que ese despilfarro es causado principalmente por la dependencia del dinero como medio de intercambio de bienes y servicios, es decir por el cuestionado modelo de la Economía Basada en el Sistema Monetario EBSM, en el cual, todo es determinado por intereses pecuniarios, dinero, lucro, etc. Mientras exista el predominio de dicho modelo económico, jamás podremos tener éxito para eliminar el despilfarro de alimentos, la pobreza, el hambre, o mejorar el medio ambiente.

 



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Gilberto Hernández Ortíz

Graduado en la universidad Nacional de Colombia en Licenciado en Ciencias de la educación especializado en el área de Física y Matemáticas Postgrado en Educational Media en la Universidad de North Carolina A&T State University año 1984 - Greensboro, N.C Prof. Jubilado de la Univ. de Oriente (Núcleo Anzoátegui)

 gilnandez@hotmail.com

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