Sangre en manos ajenas

Le escribo a un amigo colombiano quien es un ferviente convencido del interminable Proceso de Paz. Le digo: desde que escuché Las Madres de Soacha y La Escombrera muchas cosas cambiaron para todos nosotros.

Él me responde que son años de masacres, que los muertos son miles y están intactos. Que ya van más de un cuarto de millón de seres humanos asesinados en cincuenta años tras una feroz violencia. Afirmó: pensé que había visto hechos dolorosos en Colombia, pero la tristeza anda sin límites.

Rememorar La Escombrera es muy importante pues aquella masacre fue ordenada por quien fuera Ministra de Defensa de Álvaro Uribe Vélez "su merced" Marta Lucía Ramírez. Hoy con Iván Duque Márquez flamante vicepresidenta de la República y Ministra de Relaciones Exteriores.

Marta Lucía Ramírez abiertamente es pieza clave del narcotráfico. Su hermano Bernardo Ramírez Blanco fue encarcelado en EE.UU. para 1997 por tráfico de heroína desde Aruba a Miami, y su hermanita pagó una fianza por 150.000 dólares para liberarlo.

Marta Lucía operó sus masacres con el jefe de los paramilitares Don Berna y su esposo Álvaro Rincón es socio de narcotraficantes dedicados a la construcción para lavar dinero. Sobre todo, con un personaje llamado Sarmiento Angulo donde hasta doña Lucía fue una de sus funcionarias pues Sarmiento es el mayor dueño de bancos en Colombia donde lava los dineros de los narcos y sería el máximo beneficiario de la actual reforma tributaria, también es el colosal responsable en los casos de corrupción de Odebrecht.

La Escombrera es un basurero ubicado en una zona pobre de Antioquia. Solo una parte de aquel macabro terreno lo conforma una sección con una profundidad de veinticinco metros repletos de cadáveres.

Quizás las autoridades apuestan a que esos huesos se descompongan como aquello que eres parte de la tierra y en ella te convertirás, pero no es así, incluso ni sus escuetas excusas de no invertir siete millones de dólares para la excavación pueden llegar a ser creíbles. Nada podrá detener una verdad la cual grita ser desenterrada.

Como un país puede dejar en su pasado millones en partes de huesos los cuales seguirán delatando un Estado monstruoso. Lo último que nos hace falta por enterarnos es que en los jardines del Palacio de Nariño o debajo de la trajeada oficina del presidente de la república también haya fosas comunes.

La Escombrera comenzó por la combativa Comuna 13 de Medellín donde la izquierda se alojó por cincuenta años para combatir a los diferentes gobiernos. Era una zona luchadora, insurgente de ideas y mucho valor.

Pero un día llegaron dos helicópteros, mil militares y ochocientos paramilitares al mando de Don Berna y dijeron que aquella era la Operación Orión. Los militares se fueron a los dos días y los sicarios se quedaron hasta asesinar a más de trescientos de sus habitantes. Literalmente, uno a uno fueron cazados.

Y como había sido la práctica de décadas todos fueron sepultados en aquel vertedero de Medellín conocido como La Escombrera donde más de trescientos seres humanos fueron lanzados y tapizados con escombros y basura.

Aquellas pobrecitas madres al saber el destino de sus hijos terminaron confeccionando muñecos de trapo con colores tristes para recordarlos, afirman que deben seguir pidiendo justicia para cada uno de sus deudos pues la indiferencia mata al doble.

Imagínense un Estado haciendo un proyecto para asesinar a Álvaro Uribe Vélez a la cabeza. Pero para ellos La Escombrera fue poco y de allí pasaron a Soacha, ya habían transitado por las Masacres de Urabá donde el dolor no se disimula como la telaraña la cual hoy se destruye y mañana aparece de nuevo.

En aquella farsa quién podría olvidar el dolor de aquellas Madres de Soacha. Ahora sus vidas son campos de violencia sufrida cuando en el año 2008 diecinueve de sus hijos fueron arrancados y llevados para ser asesinados cerca de la frontera con Venezuela. Desde entonces acabaron con la vida de aquellas pobres viejas.

Las Madres de Soacha en medio de cada semana van hasta un lado habilitado en la Universidad de Antioquia donde hacen el ejercicio de tejer para ganarle el tiempo a la tristeza. Trenzan los recuerdos de sus hijos, soldados anónimos, inexistentes, cuando el gobierno afirmó que todos morían en combates, sin estupor uno a uno fueron acusados de insurgentes.

Una de ellas se llama Carmenza Gómez Romero y cada mañana se queda con el desayuno preparado esperando a su hijo Víctor Fernando Gómez. Mientras a la hora de la cena Marina Bernal llevó el fogón de su cocina hasta su derruida mesa esperando a su muchacho Leonardo Porras Bernal.

Colombia encontró que el mejor método para acabar con todo esto es irse a la calle y decidido que como ante tantos crímenes y atrocidades nadie los paga entonces la mejor decisión fue perder el miedo.

Atrás quedó el miedo como el que nunca tuvieron las madres de nueve muchachos abatidos en la Masacre de Samaniego del sábado 15 de agosto del 2020. Todos entre diecisiete y veinticinco años pertenecientes a diversas universidades de Pasto, reunidos, comiendo y escuchando música y los paramilitares amparados en Iván Duque Márquez los masacraron.

Si algo realmente tiene el Estado colombiano es un apetito netamente criminal el cual viene de un parto de violencia donde nada le importa romper sueños y futuro. Gobiernos culpables envueltos hasta en los asesinatos de cuatro candidatos presidenciales, hoy es capaz de todo.

Por eso las protestas iniciadas en abril del 2021 exigen primeramente el respeto a la vida para los habitantes de Colombia. Esos tiros certeros en el pecho, mientras otros han sido asesinados bajo el resguardo de la policía golpeados y electrocutados, esto tiene que acabarse.

Quien va a pagar por estos atroces atropellos donde el gobierno optó por la institucionalización de la criminalidad. Sin ningún tipo de empacho se han hecho los locos tras los famosos Falsos Positivos donde más de seis mil inocentes fueron asesinados.

Ante este lúgubre escenario y a pesar de la institucionalización de la impunidad asistiremos al nacimiento de una nueva Colombia un cambio vendrá y será indetenible. Así crezca la lista de muertos, desaparecidos y masacrados nada podrá detener este giro.

Nadie ha descansado desde aquellos días finales de aquel mes de abril de furia y dolor, nadie pudo imaginarse aquel rio de sangre en aquellos que hoy surcan en lo alto junto a las estrellas. Por eso, hoy te decimos Madre Colombia no sufras, pues tus hijos, aunque lejos van, estarán cenando en otro lugar el cual no es su hogar, pero estarán tranquilos.

Hoy Madre Colombia escribimos con dolor sus nombres, pero mañana pagarán esas manos ajenas a las cuales jamás se les borrará la sangre de tanto inocente. No olvidemos que en el sufrimiento aún pueden señalarnos un camino porque en su protesta todo es feliz, reían y aún siguen saltando de puro gusto para animar a más de cuarenta millones.

Honremos a los caídos de antes y a los de ahora en este rebelde abril del 2021 el cual no se detendrá.

Joan Nicolas García Guerrero de 27 años.

Michel David Reyes Pérez.

Santiago Andrés Murillo Meneses de 19 años.

Jeison García, apenas de 13 añitos.

Yarli Parra Burguera.

Cristian Alexis Moncayo Machado.

Dadivir Daza Correa.

Pol Stiven Sevillano Perea de 19 años.

Yofri Esteban Cardona Popayán de 20 años.

Harold Antonio Rodríguez mellizo.

Miguel Ángel Pinto Mora de 28 años.

Lorwan Stiwen Mendoza Aya de 30 años.

Marcelo Agredo Inchina de 17 añitos.

Eswin Villa Escobar de 39 años.

Kevyn Anthony Agudelo Jiménez de 22 años.

Brayan Fernando Niño Araque de 24 años.

Wenceslao Solis Sánchez.

Yinson Yair González Ramos.

Jeferson Alexis Marín Morales de 33 años.

Jairo Alberto Cuartas Herrán.

Jovita Osorio de 73 años.

José Yesit Acevedo Santamaría de 59 años.

Pedro Benito Suarez Ariza de 62 años.

Cristian Arturo Hinojosa Murillo de 26 años.

Brahian Gabriel Rojas López de 26 años.

Daniel Felipe Azcarate Falla.

Heinan Alexander Lasso Chara.

José Emilson Ambuila.

Maicol López Cano de 32 años.

Sebastián Quintero Munera de 27 años.

Lucas Villa Velásquez de 36 años.

Elvis Vivas de 23 años.

Dylan Fabriany Barbosa de 27 años.

José Augusto Ortiz Cortes.

Jhon Alexander Yotengo Chagüendo de 32 años.

Angie Johana Valencia Ordoñez.

Daniel Alexander Zapata de 20 años.

Héctor Morales de 24 años.

Rosenber Siglas.

Santiago Moreno de 23 años.

Jhonatan Alexander Quiñones de 36 años.

Mauricio Gonzáles Escobar de 23 años.

Julián Vallejo.

Michael Joan Vargas López de 23 años.

Julia Navarrete.

Luis Hernán Ladino Bañot.

Angie Paola Baquero de 29 años.

Julieth Ramírez Meza de 18 años.

Cristian Camilo Hernández Yara de 26 años.

Andrés Felipe Rodríguez Ávila de 23 años.

Marcela Zuñiga de 36 años.

Anthony Gabriel Estrada Espinoza de 28 años.

Javier Humberto Ordoñez Bermúdez de 43 años.

German Smyth Puentes Valero de 25 años.

Julián Mauricio González Fory de 27 años.

Jaider Alexander Fonseca Castillo de 17 añitos.

Fredy Alexander Mahecha Vásquez de 20 años.

Dilan Mauricio Cruz de 18 añitos.

Y seis con las siglas N.N. en Proceso de verificación.

Hasta más pronto…

Miguel A. Jaimes N.

Director Diplomado Internacional en Geopolítica del petróleo.

Mayo del 2021.



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Miguel Jaimes

Politólogo, Magister Scientiae en Ciencias Políticas y Doctor en Ciencias Gerenciales. Cursando Doctorado en Letras. Cursando postdoctorado, mención: Geopolítica del Petróleo, Gas, Petroquímica y Energías. Fundador y Director del Diplomado Internacional en Geopolítica del Petróleo y Energías-Venezuela. Creador de la web geopoliticapetrolera.com. Autor de los libros: Petrocaribe la Geogerencia Petrolera. El Oculto poder petrolero. poder de PDVSA Vs. Poder del Estado.

 venezuela01@gmail.com      @migueljaimes2

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